La historia de un fotograma icónico de la Revolución Cubana
Por Yurina Piñeiro Jiménez.
No fue posada. Después de subir la empinada Loma del Joaquín (agarrándose de lo que podían), mientras ayudaban a los periodistas estadounidenses a subir los equipos de filmación que pesaban 250 libras. Luego, bajar por la otra falda, casi vertical, conocida como El Paso de los Monos. Y ver durante esas horas, que Celia y Haydee con los pies sangrantes no se separaban del grupo, y que el Che, ahogado por el asma, no se detenía; cuando divisaron el busto de José Martí en la cumbre del Turquino, todo el agotamiento que traían lo convirtieron en fervor revolucionario, enarbolaron la bandera cubana, empuñaron sus rifles y cantaron el Himno Nacional y la marcha del 26 de Julio.
“Wendell, el camarógrafo, tiene un cojear espantoso” (describe el Che en su diario). Sin embargo, continúa su andanza de aquí para allá filmando con entusiasmo las escenas de la marcha de la tropa. Fue así como grabó el fotograma de Fidel, Raúl y otros rebeldes en la Sierra Maestra levantado sus armas. Imagen que se convertiría, según el historiador Pedro Álvarez Tabío, en “el documento gráfico más elocuente, por su valor simbólico y su fuerza plástica, de la etapa insurreccional de la Revolución Cubana”.
Después de filmar aquella hazaña de los barbudos y todos los que lo acompañaron (porque subir el Pico Turquino es una hazaña), al pie del monumento, Wendell Hoffman y Bob Taber, su compañero de la cadena Columbia Broadcasting System (CBS), -una de las dos más importantes en los Estados Unidos en ese momento-, realizaron el final de la entrevista a Fidel. Después todos regresaron por el mismo camino al punto de partida y a la mañana siguiente los periodistas estadounidenses emprendieron viaje hacia Manzanillo, La Habana y Nueva York.
En cuanto llegaron, Hoffman y Taber proyectaron en la televisión y las salas de los cines estadounidense, las escenas más emocionantes de Fidel y los combatientes en la Sierra Maestra. Entonces Estados Unidos y el mundo conoció que el líder de la lucha revolucionaria cubana estaba vivo y convencido de la indiscutible victoria del Ejército Rebelde. Días después, el 19 de mayo de 1957, CBS trasmitía el documental Rebeldes en la Sierra Maestra y los reporteros seleccionaron varios fotogramas para ilustrar los escritos que inelectuales y periodistas amigos escribían en distintos lugares del mundo. Así nació esta imagen icónica de la etapa insurreccional de la Revolución cubana.
Una foto necesaria
Aunque meses antes, el 24 de febrero de 1957, el diario estadounidense New York Times (NYT) había publicado la entrevista de su correpsonsal Herbert Matthews, -la primera entrevista a Fidel en la Sierra-, demostrando que estaba vivo y en la que explicaba los motivos de aquella lucha armada y las victorias del Ejército Rebelde; era imprescindible volverlo hacer porque, luego de la publicación de Matthews, la noticia estimuló la lucha revolucionaria y el régimen batistiano obligó a los medios informativos a callar la verdad y mostrar un ambiente de tranquilidad.
Con este propósito, el 11 de abril, el mando militar llevó a un grupo de periodistas, cubanos y extranjeros, invitados por Batista, desde el aeropuerto de Columbia a las montañas orientales, las que sobrevolaron a gran altura. Aterrizaron en el cuartel general del Ejército batistiano, en El Macho, donde el jefe de operaciones, coronel Pedro A. Barreras, les afirmó que la entrevista publicada por el NYT era falsa. Los argumentos de Barreras no convencieron del todo a los periodistas.
Fidel estaba al tanto de aquella encerrona del régimen a la prensa nacional y extranjera, porque había seguido por radio el movimiento de los periodistas, por lo que le pidió a Celia Sánchez que tratara de contactar con algunos de ellos y colegiara la posibilidad de llevarlo hasta donde los rebeldes en la Sierra Maestra. Pero no fue posible. No obstante, Celia y Armando Hart le propusieron al Comandante, llevar otros periodistas norteamericanos que el Movimiento 26 de Julio en Nueva York había contactado. Fidel estuvo de acuerdo y rápidamente los grupos clandestinos neoyorquinos del Movimiento organizaron el viaje hasta La Habana. Una semana después, la noche del jueves 18 de abril llegaban a la capital los reporteros de la CBS.
Héroes clandestinos de una imagen
El doctor Julio Martínez Páez los recibiría en el aeropuerto y llevaría a su casa. Marcelo Fernández, además de ser su traductor, los conduciría hasta Bayamo en dos automóviles preparados para esconder las cámaras de cine y demás equipamiento reporteril. Hart y Haydee se adelantarían en ómnibus hasta Bayamo para coordinar con los enlaces y conducirlos a Manzanillo. Luego Celia y el grupo clandestino de Manzanillo los llevaría hasta Fidel.
Esa tarde el doctor Martínez Páez llevó a Haydee y a Hart en su automóvil hasta la Virgen del Camino para embarcarlos en el ómnibus que los conduciría a Oriente. Pero fueron descubiertos por la policía. Haydee pudo escabullirse y llamó a sus compañeros para avisarles de lo ocurrido. Había que reajustar el plan. Marcelo Fernández los recibió y buscó hospedaje en Miramar.
A la mañana siguiente, Haydee, Marcelo y los reporteros partieron para Bayamo. Yeyé simuló estar embarazada y debajo de la barriga postiza llevó 5 mil pesos recaudados por y para el Movimiento. No hubo contratiempos en el viaje, pero al llegar a Bayamo más tarde de lo acordado, no encontraron al contacto que debía esperarlos. No obstante, ella pidió ayuda al doctor Julián Tablada, colaborador del Movimiento, y el farmacéutico ocultó a los dos reporteros en su casa.
Haydee y Marcelo continuaron para Manzanillo en el auto que traía ocultos los equipos. Llegaron al amanecer del sábado y fueron directamente a la clínica del doctor René Vallejo. Este los llevó al escondite de Celia, quien decidió guardar las cámaras y equipos en casa del doctor Vallejo y que este recogiera a los periodistas en Bayamo. Según lo acordado sucede y una vez estos en Manzanillo, inicia la partida de Celia, Haydee, Marcelo, Carlos Iglesias “Nicaragua” y los dos periodistas hacia el lugar donde acampa Fidel y sus hombres. Lalo Sardiñas, el enviado de Fidel, los conduciría.
Otros amigos en el difícil camino hacia el Turquino
Parten al anochecer en dos automóviles con los equipos. Pero cerca de Cerro Pelado dejan los autos y continúan a pie. Comparten entre ellos las 250 libras que pesan los equipos de filmación. Llegan al amanecer a Providencia, donde Chiche Lastra, un comerciante del lugar, los esconde en su casa. Reinician la marcha caída la tarde y cerca de la media noche llegan a la vivienda de Lalo, en Santo Domingo, quien los ocultó en un cafetal. En esa jornada tuvieron que cruzar más de 30 pasos de río con una carga considerable.
“A los que subían por primera vez y llevaban botas nuevas les sangraban los pies. El lunes tuvieron noticias de que unos soldados estaban registrando las casas de la zona y Lalo decidió esconder a sus protegidos en otro cafetal más seguro. También a Fidel, en su comandancia situada en aquellos momentos en el alto de Santana, le llegaron informes del movimiento de soldados por Santo Domingo e inmediatamente envió al capitán Camilo Cienfuegos a rescatarlos”.
“El martes 23 Camilo y sus hombres rodearon la casa de Lalo, pero los soldados se habían retirado del lugar y Celia y sus compañeros estaban a salvo. El grupo, ahora guiado por Camilo y sus hombres, subió la empinada y extensa ladera del firme de la Sierra. Hoffman aprovechó para filmar por primera aquellos bellos paisajes de dificultoso andar. Alrededor de las cinco de la tarde llegaron al campamento rebelde con los pies ampollados y extremadamente agotados. Fidel los recibió con mucha alegría y estuvieron conversando durante toda la noche”.
Fue en la mañana del miércoles 24, que los reporteros estadounidenses comenzaron las filmaciones y entrevistas. La lluvia los obligó a una pausa hasta el día siguiente. Fidel les propone marchar en dirección al Pico Turquino, y allá hacer las filmaciones más importantes porque es un lugar simbólico para ellos.
Días lluviosos y fríos en medio del monte, que les impiden avanzar cuanto quisieran. No esperan llegar a la cima del Turquino; la primera entrevista a Fidel la hacen el sábado y por la noche acampan. Al día siguiente subirán al punto más alto de la geografía cubana. Llega el domingo y en el campamento solo quedan los heridos. A las 8 de la mañana emprenden la subida de la empinada Loma del Joaquín. Horas después, el camarógrafo estadounidense, Wendell Hoffman, grabará uno de los fotogramas icónicos de la historia de la Revolución Cubana.
Tomado de Cubadebate/ Foto de portada: Wendell Hoffmann/ Archivo.