Cuba

¿Qué caracteriza a un joven de 18 años en Cuba?

Por Dailenis Guerra Pérez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Los jóvenes de 18 años en Cuba no se obsesionan con armas. No asesinan a niños entre 7 y 10 años de edad, ni a educadores que intentan evitar el doloroso desastre. Si accede a sus redes sociales solo denotará el espíritu jovial de sus cuerpos, su energía y buenas vibras.

Sin embargo, las últimas noticias del mundo, no son tan buenas. Salvador Ramos, autor de la recién masacre en Texas, Estados Unidos, tenía 18 años. Compró sus armas el pasado 16 de mayo, indica un senador del estado. Un auto-regalo de cumpleaños, diría yo. Un mortal obsequio para ahogar sus frustaciones.

Las vanaglorió en Instagram y exhibió en Facebook sus intenciones: dispararía a su abuela y luego en una escuela primaria, las enseñó a un colega y se sintió poderoso y diferente.

Asesinó con ellas a 21 personas en una escuela primaria de Uvalde,  19 niños y 2 profesoras. Será recordado solo por ser el autor de una de las mayores masacres escolares en la historia de Texas y uno de los tiroteos más mortales de los Estados Unidos, superando a otras como Columbine (1999) y Parkland ( 2018).

¿ Por qué lo hizo? ¿ Por  cuánto tiempo planificó este crimen? Salvador sufrió bullying en esa escuela porque tartamudeaba, ceceaba y por las condiciones económicas de su familia. ¿ Cuántos niños, adolescentes y jóvenes no son víctimas de esas humillaciones en la nación norteña? ¿ Qué hacen instituciones y gobierno para evitar  daños psicológicos en edades tempranas  de la vida? No justifico el hecho atroz; pero oculto, es cierto que de manera lamentable, las redes de prevención y asistencia a personas en dificultad son prácticamente inexistentes. 

Error en la política de gobierno,  en un país donde circulan más armas que personas, donde no se sigue,  orienta y apoya a los jóvenes con conductas violentas y la Segunda Enmienda protege la tenencia de un rifle a la altura de la libertad de expresión, prensa y religión. Conclusión: a mayor cantidad de armas en circulación, menor riqueza espiritual.

¿Qué sucede en Cuba que no trascienden estos lamentables sucesos? Aunque con menos recursos que el norteño vecino, se realizan  investigaciones y estudios nacionales para caraterizar a las nuevas generaciones. Uno de los más importantes y abarcadores ocurrió hace unos años, antes de la pandemia, donde adolescentes y jóvenes entre 16 y 19 años definieron sus rasgos.

El proyecto realizado por el Centro de Estudios sobre la Juventud evidenció la satisfacción de los muchachos y muchachas por vivir en Cuba, por la tranquilidad, libertades, seguridad, logros sociales, el arte y su cultura multicolor, sus ancestros, tradiciones y metas comunes.

Sucede que en la isla los jóvenes son escuchados y atendidos no solo por este centro, sino por las organizaciones de masas a las que pertenecen, por la dirección de la nación.

Evidencia mis palabras el recién encuentro del presidente Miguel Díaz- Canel Bermúdez con miembros de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, en la que el mandatario indagaba sobre sus desafíos, retos, preocupaciones y aspiraciones, en un diálogo transparente.

Recuerdo también cada espacio de las autoridades para dialogar con los jóvenes universitarios. Pero allí en la base, está la familia, el educador, que desde sus posiciones trabajan en fomentar valores y principios en las nuevas generaciones.

Hay que valorar el desempeño de los psicopedagogos, capaces de influir en las conductas negativas de educandos y trascienden al marco estrecho de la familia, al asesorar a sus miembros hacia una convivencia plena en el hogar.

Y aunque como sociedad al fin, también hay casos aislados de adolescentes y jóvenes que sufren bullying, que tienen condiciones que limitan su normal desarrollo; a diferencia de lo que sucedió con Salvador, en la isla se fomenta el empoderamiento de estos muchachos y muchachas.

Miles son las historias de los jóvenes con padecimientos, que han progresado en la sociedad. Recuerdo en el Camagüey a Jorge Enrique Jerez Belisario, colega de la prensa, estudiante más integral de su graduación, merecedor de múltiples reconocimientos por su desempeño laboral y recientemente, papá; que deja a un lado su parálisis cerebral infantil mixta, para construir una familia y un futuro.

También son populares Julito, Michel y Daniela, jóvenes autistas que estudiaron y actualmente laboran en la escuela especial Dora Alonso, en la capital, y son ejemplos de superación personal.

Para un  joven en Cuba, los 18 años puede ser el momento más trascendental  de su vida. Decidir el futuro mediante una carrera universitaria se convierte en el reto principal. Buscar bibliografía adecuada, determinar letras o ciencias, realizar tareas de impacto en bienestar social,  encontrar el espacio para la diversión, las descargas con amigos, la pareja,  las fotos en redes sociales.

Y si es cierto que luego la generalidad de varones y las mujeres que lo desean,  inician el Servicio Militar Activo, un período en el que aprenden a enfrentar cualquier agresión armada; en él adquieren la preparación militar y política necesarias, así como habilidades, formación y disciplina.

Los jóvenes de 18 años en Cuba, como en el resto del planeta también son intrépidos, con retos personales y conflictos propios de su generación, pero no adoran de manera perversa un arma de fuego, porque en este país no las hay.

Las municiones de los jóvenes cubanos son sus virtudes, el esplendor de sus años enérgicos y rebeldes. La mayor arma de las nuevas generaciones está en la actitud desafiante hacia las adversidades propias que vivimos los cubanos y en la voluntad inquebrantable de construir una sociedad mejor.

 

(*) Periodista cubana, Colaboradora de Resumen Latinoamericano corresponsalía Cuba.

Foto de portada: Juventud Rebelde/ Archivo.

 

 

 

 

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