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Triunfó la resistencia del pueblo de Ecuador, pero la lucha no acabó

Por Liset García* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

¡Solo la lucha nos ha permitido conquistar derechos!, así apareció en la red social Twitter de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, (Conaie),  tras el cese del paro y las movilizaciones, gracias a los acuerdos entre esa organización y el Gobierno, que no vio otra salida que sentarse a dialogar luego de 20 días de estallido social, el más largo de los últimos tiempos.

Aunque no se alcanzaron todas las respuestas al pliego de 10 demandas presentadas por la Conaie, el líder de esa organización, Leónidas Iza, consideró que sí habían obtenido resultados, “sí logramos medidas para aliviar la situación económica, de salud y de educación de las familias vulnerables del campo y ciudad; bajamos decretos para defender la vida”, apuntó en la cuenta de Twitter @CONAIE_Ecuador.

El acuerdo alcanzado es fruto de la resistencia del pueblo, de la decisión de los más de 10 000 indígenas que encabezaron la protesta de seguir en pie de lucha mientras el Gobierno siguiera dando la espalda a sus demandas. Según el propio Iza, del paro nacional es responsable el propio ejecutivo, pues no le dejó otra alternativa que activarse luego de “diálogos engañosos, sin respuesta ni resultados”.

El líder indígena había denunciado que recibieron ataques cada vez que “llevamos propuestas y planteamientos para el beneficio social”. El pasado año, el 11 junio, el 5 agosto, el 4 octubre y el 10 noviembre, intentaron ser escuchados y les cerraron la puerta. Fue el 5 de agosto cuando lograron entregar formalmente en la presidencia de la República un pliego de demandas y propuestas para mitigar la crisis económica y fiscal que enfrenta el país. Y otra vez fueron ignorados.

 “Como Conaie estuvimos dispuestos a ceder, dialogar, debatir, plantear y canalizar soluciones concretas, pero nunca existió apertura de Guillermo Lasso a los problemas urgentes”, dijo el presidente de la mayor organización indígena del país.

No se puede dar la espalda a esos pueblos ancestrales, que acumulan demasiada sabiduría y conocen bien que la paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces. Por eso respondieron a la convocatoria y se levantaron, cansados de esperar respuestas. Y ahora, luego del acuerdo, prometieron volver a las calles si continuaran insatisfechas sus demandas, cuando dentro de 90 días pasen revista al cumplimiento paulatino de lo acordado con el gobierno. Es decir, la lucha no acabó.

La primera de sus demandas ha girado en torno a la liberación de los precios de los combustibles, una decisión mediante decreto suscrita por Lenín Moreno, cuya derogación han estado exigiendo. Además,  poner freno a la política minera y disponer la reestructuración de las deudas por al menos un año de parte del sistema financiero.

Desde que se sentó hace 13 meses en la silla presidencial, el banquero Guillermo Lasso no ha hecho más que mostrar su incapacidad y falta de voluntad para responder a las demandas sociales, y obró siguiendo su agenda neoliberal. En la práctica mantuvo una sostenida alza de precios de los combustibles, promovió con entusiasmo las privatizaciones del sector público y se regodeó mirando a todos lados menos al pueblo que durante su campaña electoral había jurado atender.

Su negativa al diálogo lo colocó en un callejón sin salida. Al ver la escalada y el nivel de radicalización de la protesta se vio obligado a  acudir a la mesa de negociaciones, aunque nunca dio la cara. Su ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, fue el encargado de vérselas de frente con Leónidas Iza, bajo la mediación de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.

El acuerdo a que llegaron consigna la reducción de cinco centavos más al precio del galón de las gasolinas Extra y Ecopaís y el diésel, que por decreto ya había bajado 10 centavos. Además, derogar el decreto en materia de hidrocarburos.

Otro punto relevante fue la promesa de modificar la ordenanza sobre minería y establecer la prohibición de esa práctica en áreas protegidas y territorios ancestrales, arqueológicos, declarados como intangibles y de protección hídrica. Al propio tiempo, se garantizará la consulta previa, libre, e informada a las comunas, comunidades, pueblos, y nacionalidades indígenas.

Convencidos de que existen alternativas económicas justas y eficientes, la Conaie dejó esbozada la idea de que paulatinamente se mejoren los servicios de salud y educacionales, y abrió el espacio para que se consideren las moratorias de deudas, imposibles de pagar si no obtienen ingresos suficientes por sus producciones. De ahí que entre los compromisos hacia futuro es reanudar las conversaciones y avanzar en esos otros temas.

La Conaie que agrupa a 53 organizaciones, 18 pueblos y 15 nacionalidades indígenas, y cuenta con tres regiones de trabajo, ha mostrado que está dispuesta al diálogo, pero también a impedir que sigan pisoteando sus derechos. Por las buenas y por las malas probó su resistencia y cómo abrirse caminos mediante la lucha para conquistar lo que les pertenece.

El desempleo y la precariedad en que vive alrededor del 30 por ciento de la población, con indicadores de salud, educación e inclusión de signo negativo como nunca desde hace décadas, es más que motivación para no quedarse de brazos cruzados ni tampoco esperar hasta la luna nueva de no se sabe cuál calenda griega.

(*) Periodista cubana. Colabora con Resumen Latinoamericano.

Foto de portada: AFP.

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