El sustituto de las cigüeñas
Por Dailenis Guerra Pérez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
“A mí me encanta observar el primer instante en que una madre y un hijo tienen contacto visual. Es indescriptible como en un segundo, el rostro agitado, reflejando un cuerpo destrozado del dolor, se resplandece con el sonido de un bebé que acaba de descubrir la luz.”
“Me gusta traer los niños al mundo”, dice Roli mientras organiza el bulto de papeles frente al buró. “Yo no escogí la profesión, ni siquiera estaba seguro. Un profesor experimentado, el doctor Zafrán, la eligió por mí.
“Una noche que estábamos en la rotación como internado en el salón de parto, al entrar me miró de momento y me dijo: Siéntate aquí al lado mío. Me preguntó: ¿Te gusta la ginecobstetricia?, le respondí: doctor no sé, porque comienzo ahora. Me dijo: Me parece que tienes condiciones, porque te veo muy preocupado. De ahí en lo adelante comencé a interesarme por la ginecobstetricia, y decidí por ella.”
De las tres aristas que incluye la especialidad: puerperio, obstetricia y la ginecología, Rolando García Guisado se inclina más por la obstetricia. Sólo Dios sabe cuántos nacimientos ha presenciado y a cuántos niños le han puesto su nombre tras un parto difícil.
Casi con sus 60 años, un poquito más de la mitad dedicados a la profesión, Roli viene siendo como el sustituto de las cigüeñas en la tierra. Es tan paciente como ellas, transmite la misma confianza en que llegará un nuevo ser, y hasta predice el momento exacto del nacimiento.
“La sensibilidad más grande se refleja en el dúo madre hijo, por eso prefiero trabajar con la mujer, que trae su fruto al mundo. Es en ese momento donde ellas reflejan la fortaleza femenina, el amor más puro y la esperanza.
“La esperanza, porque en cada llanto van un montón de sueños y aspiraciones de una familia. Siempre pensamos que será mejor que sus progenitores, y que el futuro, vendrá menos convulso.
“He conocido a muchas mujeres del mundo, pero prefiero la cubana. El trabajo aquí en Cuba es mucho más hermoso que en cualquier otro país del mundo. Tenemos eso por dentro que es ayudar, cooperar, y lo hacemos con todo el cariño que se merece la mujer.”
Ha visitado varias naciones del orbe. “Estuve en Tuvalu, cerca de Australia, ahora recientemente regresé de Timor, es muy bonito poder ayudar a esas personas que lo necesitan. Fue una experiencia muy enriquecedora. Por tanto es muy lindo trabajar dentro y fuera de Cuba siempre que se haga con amor”.
“Luché duro contra la pandemia de Covid-19. Me golpeó también -sonríe. Me contagié, pero no sufrí grandes manifestaciones. Tuve la oportunidad de estar en la línea roja, asumiendo a las pacientes que llegaban, fui una víctima más, pero al pasar la etapa de convalecencia me volví a incorporar. Cuando en otra nación el personal rechazaba los casos positivos, allí estábamos los cubanos, de cara al problema, sin chistar, ni protestar, para adelante siempre, lo que demuestra que no tenemos fronteras”.
Un médico cubano asume una misión sin reparar en sus necesidades ni familia, porque sabe que el que clama ayuda, está desesperado. Dejan atrás también a seres queridos, pero va a enfrentar la muerte, que es una tarea superior.
“En la misión anterior, perdí a mi padre, al regresar en esta, ya mi madre no me recibió en casa, pero sé que ambos partieron con el orgullo de saber que cumplía con mi país.
“Cumplía con lo que me habían enseñado allá en el campo, a mis 4 hermanos y a mí: a ser consecuente y bondadoso. Ya los otros valores que tiene un médico lo aprendes en la profesión. Creo que no tanto en el aula como en la práctica, allí, de cara al convaleciente, buscando la manera de preservarle su vida, aliviando su dolor.
“Eso quiero enseñarle a mis estudiantes, que el valor de un médico se mide por el alma que entrega. Anhelo subir de categoría médica, transmitir mis experiencias, seguir siendo el orgullo de mis hijos. Anhelo que todos los niños nazcan sanos, que la natalidad sea una de las más altas del país, y la mortalidad una de las más bajas.
“Hay personas que me paran en la calle, se saben mi nombre, me agradecen por su bebé, su nieto y yo ni siquiera los conozco. Eso te alegra el día, porque hay un pueblo que confía en tí, en la nueva vida.”
(*) Periodista cubana, Colaboradora de Resumen Latinoamericano corresponsalía Cuba.
Foto de portada: Bárbara Zánchez Ramírez.