Internacionales

Atentado a Cristina Kirchner: Se amplía el número de personas investigadas

Por Irina Hauser y Raúl Kollmann.

La querella de Cristina Fernández de Kirchner logró activar algunas medidas en la causa sobre su intento de asesinato. Por lo pronto, la jueza María Eugenia Capuchetti prohibió la salida del país de tres de los integrantes de la llamada “banda de los copitos“, Lucas Acevedo, Sergio Orozco y Leonardo Volpintesta. Lo mismo dispuso respecto de Joana Colman, una mujer que en un grupo de Whatsapp que ellos integraban junto con Gabriel Carrizo –el dueño de la máquina de hacer algodón de azúcar– le bajaba línea al grupo, daba indicaciones (como no borrar nada de los mensajes) y mostraba tener información sobre la causa judicial después de la detención de Fernando Sabag Montiel y Brenda Uliarte. Afirmaba, además, que Sabag había actuado “por plata”. La misma restricción fue aplicada al hombre que figuraba como Jony White, cuyo nombre es Jonathan Posadas, a quien Carrizo le dijo dos horas después del atentado a la vicepresidenta “estamos pensando en matar al jefe de La Cámpora”, en alusión a Máximo Kirchner. 

Nuevo allanamiento

Menos la indagatoria de “los copitos“, Capuchetti concedió la mayoría de las medidas medidas pedidas por la querella. Entre ellas, este domingo fue allanada la casa en La Matanza de un hombre que aparecía en algunas conversaciones extrañas con Brenda Uliarte el 4 de septiembre, el mismo día que ella terminó detenida, cuando habían pasado tres del intento de magnicidio. Ella sabía que estaba en la mira judicial y que su nombre aparecía en los medios. En el celular de Uliarte él figuraba como “David”, su apellido es Robles y la Policía de Seguridad Aeroportuaria  (PSA) secuestró su celular. 

En el intercambio que llamó la atención de los abogados, David Robles le dice a Brenda: “Ya que vos me contaste algo y sos 7na (sic) persona para confiar, yo te confieso algo mío ultra secreto” . Junto con el texto va una foto que no se ve bien y él agrega “no se lo cuentes a nadie”. Brenda le dice: “Sos poli de la DEA?. Tranqui no le cuento a nadie”. David responde: “No digas nada. Ja. Paso informes e investigo narcos pesados, nada más. Hago espionajes y se los paso a la embajada de Estados Unidos”. Ella le comenta “ni idea que laburabas de eso”. Por ahora, según pudo saber Página/12, se trataría de una persona que se contactaba con ella en relación una de las páginas donde Brenda ofrecía contenido sexual. Pero nada de esto es claro. 

Los abogados de CFK –José Manuel Ubeira y Marcos Aldazabal– señalaron que “en otra situación, podría pensarse que los dichos de “David” serían en broma” pero “la mención de algo ‘ultra secreto’ es perturbadora en el contexto en que se da el intercambio; también lo son sus referencias a su trabajo para la Embajada de Estados Unidos. No podemos saber si todo esto es verdad, pero es necesario comprobarlo de manera urgente“, señalaron. 

Más medidas

Las prohibiciones de salida del país están relacionadas con una gran cantidad de dudas que rodean al grupo más cercano a Carrizo quien incluso estaba instalado y mantenía encuentros en al casa de uno de ellos Orozco, en Barracas. Los celulares de Orozco, Volpintesta y Acevedo están en pleno análisis. También el de Joana y el de Jonathan Posadas, un medio hermano de Carrizo. Lo que se supo a través del teléfono de este último es que después del atentado convocó a su grupo a ese lugar en al avenida Montes de Oca. Capuchetti pidió las cámaras de esa zona, de los días previos y posteriores al 1 de septiembre. Aún no está claro quiénes fueron y para qué. 

Las conversaciones que mantenía Carrizo por esas horas pos ataque a CFK son llamativas: a Brenda le pedía que fuera a ese lugar y se entusiasmaba con ella con posibilidad de insistir con el magnicidio mientras que a Jonathan le decía que tenía en la mira a Máximo Kirchner. A otros les decía que estaba “orgullos” de lo que había hecho Sabag Montiel y que él terminaría “el trabajo“. Con los “copitos” fueron a la televisión, a tratar de limpiar su imagen, también con Brenda, que dijo que a Sabag Montiel –con quien vivía– no lo veía desde hacía dos días y que no sabía que tuviera un arma. Quedó claro que mentían. La jueza hasta sostuvo que el arma utilizada la adquirió Uliarte. Carrizo le escribió en un mensaje a su hermanastra, Andrea –hermana de “Jony”– que él había aportado otra arma, una calibre 22, que no se utilizó.

De la misteriosa “Joa” se sabe poco hasta el momento, pero sus comentarios en el grupo que manejaba Carrizo son muy significativos. Además de recomendarles no borrar los mensajes –luego de que Carrizo los alentara a eso– les advirtió que si bien Sabag Montiel “está negado a declarar” los había mencionado a todos. “Por otra fuente sé que lo hizo por plata, por acomodo, así que el chabón en cuatro años ponele que sale y sale re acomodado mal eh… a ver, como les vuelvo a repetir, uno por plata se vende ¿si?”, dijo esta mujer. La cuestión de una posible motivación económica apareció también en mensajes de Sabag Montiel. 

Más peritajes y una audiencia 

Además de analizar todos los celulares, la PSA intenta recuperar información del teléfono de Sabag Montiel que, como es conocido, cuando fue recibido por esa fuerza estaba “reseteado de fábrica”, casi vacío, además de que llegó en un sobre abierto. Había estado más de 12 horas en el juzgado y bajo intentos de la Policía Federal de bajar la información. Ahora la Federal es investigada y la Gendarmería es la que debería determinar qué pasó, según dispuso el juzgado. Hay posibilidades de que sean recuperadas algunas comunicaciones, en especial de sistema de mensajería de Telegram. Estados Unidos también ofreció colaboración a través de una de sus fuerzas de seguridad.  

Este martes hay una audiencia en la Cámara Federal por un planteo de nulidad que hizo Gastón Marano, abogado de Carrizo, quien sostuvo que no es válido como prueba el contenido de su celular, ya que lo entregó cuando declaró como testigo. Tanto la jueza Capuchetti como el fiscal Carlos Rívolo señalaron que Carrizo se presentó como testigo por cuenta propia, que no se autoincriminó y entregó su celular y clave de manera voluntaria. Lo que su sucede es que luego resultó una prueba muy comprometedora. 

Todavía no se conocen los alcances de la organización, si hubo alguien que ejerció influencia sobre el grupo y si existió financiamiento.

 

Tomado de Página/12.

 
 
 
 
 
 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *