Internacionales

Verdades reveladas, lo que no se ve ni se oye (I)

Por José Luis Méndez Méndez / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

 

Un aspecto falseado fue la real y efectiva audiencia en Cuba de las transmisiones y para edulcorar la realidad apelaron a un diagnóstico realizado por medio de encuestas dudosas realizadas entre 2003 y 2008, que aseguraban un elevado impacto y alcance nacional de las transmisiones, lo cual les permitió continuar el engaño que aprobara renovados fondos gubernamentales.

Han pasado más de una docena de años y los resultados son los mismos, fracaso total.

Los directivos de las emisoras Martí sustentaron entonces  que el 2 por ciento de la población adulta cubana seguía atento los programas y así lo registró la GAO en su informe. Pero una encuesta del 2008 mostró una notable disminución en el alcance de todas las emisoras extranjeras entre las audiencias de Cuba, en comparación con años anteriores, lo cual causó preocupaciones sobre la validez de los resultados de esa encuesta.

Tanto la BBG, como la GAO, se resisten a admitir la no preferencia de la mayoría de los cubanos en la Isla a las intoxicadas emisiones de las emisoras Martí, optan por continuar por caminos trillados y  desde el 2008, BBG no ha llevado a cabo encuestas telefónicas a cubanos para estimar el tamaño de la audiencia de Radio y TV Martí, señaló el informe de la GAO. Añadió, para consolarse, que “que es difícil, si no imposible, estimar el tamaño de las audiencias de las emisoras en Cuba” señala la prensa de Miami.

El informe de la GAO se lamenta que la BBG tampoco incluyó en su plan estratégico un estimado de la efectividad de los “diversos métodos de transmisión [de Radio/TV Martí] para aumentar el tamaño de la audiencia”. Esa pista es igualmente equivocada, ahí no está la respuesta. Los tiempos evolucionan y los cubanos prefieren invertir su tiempo en realidades más prácticas y no en endulzadas promesas presente en el éter y que contrastan con las cavernícolas y gastadas fórmulas de acosar a quienes viven en Cuba, como las que ahora promueven nuevamente Congresistas como Mario Díaz Balart Caballero o Marco Rubio, empeñados en retrotraer las medidas establecidas por la administración de Barack Obama,  que permiten el libre viaje de emigrados cubanos a su país o el envío de remesas sin límites a sus familiares o amigos. Facilidades eliminadas por el corrosivo Trump y aliviadas tímidamente por el demócrata de turno.

El senador Marco Rubio, con total desatino y limitada visión electoral promociona una ley, que impondría restricciones a los emigrados cubanos llegados a Estados Unidos recientemente para que puedan viajar a Cuba y establece una “moratoria de espera” de cinco años para hacerlo. Esta medida excluyente está en disonancia con las aspiraciones de unidad y concordia del pueblo cubano a ambos lados del Estrecho de la Florida.  

Esto no sería nada, comparado con el reclamo del bravucón de Francis Suarez, alcalde de Miami, que exigió el bombardeo de Cuba y su ocupación militar tras los hechos vandálicos del verano del 2021 en la Isla.

Los subversivos de las emisoras Martí ha estado enviando sus programas a Cuba en los últimos meses usando formato DVD y unidades de memoria flash, con la ilusión de que sus mensajes lleguen a su destino. Otro fracaso. Los cubanos de hoy prefieren disfrutar de las series brasileñas, norteamericanas, españolas, mexicanas, colombianas y cubanas que con gran aceptación circulan por las redes y se traspasan de mano en mano entre adultos y adolescentes, o se compran en cientos de locales o en ventas callejeras por precios accesibles, que además entretienen más y emponzoñan menos.

El manejo turbio es claro en el informe de GAO, que señala que BBG había brindado a los investigadores parte de la información solicitada por el Congreso, pero que esta no había sido incluida en el plan estratégico del año 2011. De haberse hecho. tal vez la administración hubiese tomado la sensata decisión de cerrar definitivamente estas obsoletas vías de subvertir y erosionar con falsas noticias a la trabajadora población cubana, inmersa en la solución de los múltiples problemas cotidianos, creados por los efectos acumulativos de más sesenta años de criminal bloqueo, incrementado por los liberales demócratas, que esperan en vano que colapse la Revolución cubana y puedan apoderarse de la Isla irredenta.

Desde el defenestrado director de la llamada Radio Martí, Pedro V. Roig, había  tenido la “maña” de perdurar durante más de siete años en su cargo, más que sus predecesores, tal vez por lo hecho y conocido por él y los servicios prestados en sus años vinculado al terrorismo anticubano o por las habilidades adquiridas en el defraude de programas municipales, estaduales y federales en Estados Unidos, eso le había dado la flotabilidad necesaria para esquivar todo intento de ser remplazado, pero al parecer no fue suficiente para que fuera echado a un lado y ahora emergen los secretos.

Hay tantas dudas sobre la transparencia de las operaciones y manejos financieros de estas entidades norteamericanas, que ni en los tiempos en que Herminio San Román, fue nombrado por el presidente William Clinton, como director general de T.V y Radio Martí, que contó con el apoyo decidido de los entonces congresistas norteamericanos de origen cubano Ileana Ros Lethinen y Lincoln Díaz-Balart, quienes le entregaron, como símbolo e inspiración, una bandera norteamericana.

Esta bandera supuestamente flameó en el Capitolio Nacional norteamericano, gesto que recuerda otro muy parecido, cuando José Pérez San Román, jefe de la derrotada Brigada 2506 entregó en un acto al presidente John F. Kennedy una bandera cubana, que supuestamente había sido protegida por los mercenarios durante su permanencia en Cuba, tras ser capturados, juzgados y canjeados por alimentos y otros productos. Después se conoció que el apócrifo símbolo patrio había sido confeccionado para la ocasión. El mandatario afirmó que se los devolvería en la prometida “Cuba libre”, pero fue otro fraude, ya que llegó por correo postal a la sede de los derrotados en Playa Girón, varios años después.

Para poner el parche antes de que se agrandara el hueco, en julio de 2010, Pedro Roig redactó una queja por las conclusiones congresionales derivadas de una investigación que lideró el senador John Kerry. El amenazado director general escribió: “Estoy muy decepcionado por los errores en el informe de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, presidida por el senador John Kerry, sobre las operaciones de Radio y TV Martí”. A él no le gustaba que le dijeran las verdades sin ser amañadas

Lo primero que le preocupaba a Roig era que el informe había establecido lo ya expresado: “Solo el 2 por ciento de los cubanos escuchan Radio Martí, y TV Martí carece prácticamente de televidentes”.

Para adversar esas certeras conclusiones senatoriales Roig sustentó, que según opiniones recibidas de emigrados llegados de Cuba, opinaron que entre el 2007 al 2009, la audiencia de Radio Martí oscilaba entre el 30 y el 45 por ciento y que la TV Martí entre el 4 y el 21 por ciento. Es lógico, que los que esperan ser admitidos por el “sueño americano” así opinaran.

El testarudo Roig se preocupó respecto a las alegaciones de fraude y conducta impropia en la Oficina de Transmisiones de Cuba, que supervisa a Radio y TV Martí, y aseguró que en su administración sólo había habido un solo caso de fraude. Al menos conocido hasta entonces.

El Director alegó a su favor, que supuestamente la calidad de la programación había mejorado. Así como que la organización era ya eficiente. Para suerte de los radioyentes y televidentes estas no se ven, ni se oyen, ya que otro indicador del revelador informe señala, que según la opinión de las fidedignas fuentes, de los “recién llegados” menos de la mitad de estos opinaron en el 2007 que las transmisiones de Radio y TV Martí eran ”objetivas”.  Si los llegados al “paraíso norteamericano” opinaron de tal forma, la lógica indica que la mayoría descalificó la objetividad del producto que financian los contribuyentes estadounidenses.

Cuando se pensaba, que las ocultas maquinaciones y manejos enrevesados de Roig, serían parte de los secretos, que se irían conociendo con el tiempo el diario The Washington Post, acercó a la ignota realidad de su administración.

Lo primero es confirmar una práctica del terrorismo ejercido por los discípulos del extinto Jorge Más Canosa, quien estuvo por años al frente de la Junta de Directores de la batistiana, mafiosa, terrorista y anexionista Fundación Nacional Cubano Americana y también a cargo de la junta para las trasmisiones hacia Cuba. El diario afirmó entonces, algo que es obvio en el mundo de la contrarrevolución: “Pedro Roig podía proteger a empleados que consideraba sus partidarios y despedir a otros que lo habían criticado”.

Con la salida de Roig, comenzaron a incrementarse las demandas y querellas por casos de despotismo dentro de Radio Martí. Personal que fue despedido promovieron la revisión de sus casos, utilizaron entidades mediadoras sobre derecho laboral y apelaron al sindicato para intentar hacer justicia.

 

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, «La Operación Cóndor contra Cuba» y «Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba». Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

 

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