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¿Por qué un monumento a Fidel Castro en Moscú, por qué ahora?

Por Iroel Sánchez.

Sobre el líder de la Revolución Cubana, Vladimir Putin, afirma que “dedicó toda su vida a la lucha por el triunfo de las ideas de la paz, la justicia, por la libertad de los pueblos oprimidos, por una vida digna para la gente de a pie, por la igualdad social. Uno de los líderes más brillantes del siglo XX, una personalidad legendaria”.

En Moscú acaba de inaugurarse un monumento al Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, en una plaza también llamada Fidel Castro en la capital de la Federación de Rusia. La iniciativa de un grupo de ciudadanos rusos fue calorizada por el presidente Vladimir Putin, al extremo de que él mismo pronunció las palabras de inauguración e invitó para la ocasión a su homólogo cubano Miguel Díaz-Canel. En su intervención Putin realizó un argumentado elogio de Fidel, con un análisis de su personalidad y su impacto en la historia.

“Dedicó toda su vida a la lucha por el triunfo de las ideas de la paz, la justicia, por la libertad de los pueblos oprimidos, por una vida digna para la gente de a pie, por la igualdad social. Uno de los líderes más brillantes del siglo XX, una personalidad legendaria”, dijo el Presidente ruso al iniciar sus palabras sobre Fidel y agregó que el Comandante y sus compañeros “abnegadamente defendieron la soberanía de su país natal, no dejaron que lo destruyeran por invasiones de mercenarios, sanciones, por embargos económico-financieros ni intentos de aislamiento desde afuera. Lograron defender el derecho de Cuba a su propio modelo de desarrollo según sus valores nacionales, no impuestos externamente. Consiguieron que en el mundo se tomara en cuenta y se respetara la opinión cubana.” 

En esas palabras, transmitidas por los principales medios de comunicación rusos, Putin se dirigía la delegación cubana presente en el lugar, pero también al pueblo de la Federación Rusa y al mundo. Obviamente, el ejemplo de Cuba y Fidel, siempre victorioso, es un símbolo de que frente a las agresiones estadounidenses de todo tipo el único camino de triunfo es la unidad nacional, y la firmeza política. 

En la memoria de muchos rusos Fidel y la Revolución cubana simbolizan una época en que el poderío soviético desafió exitosamente a Estados Unidos. La llegada al poder de Fidel y sus compañeros en 1959 significó una renovación del ideal emancipador socialista que había sido duramente golpeado en la URSS por la etapa de Stalin y dio a los soviéticos, a diferencia de la relación que tenían con sus aliados de Europa del Este, la posibilidad de conocer un país pequeño que trataba de igual a igual a las principales potencias del momento, incluyendo a la misma URSS, y tenía en la más alta estima su soberanía nacional. 

Para los rusos, el Fidel Castro de bronce, con su ropa militar de campaña, y de más de tres metros de alto, que desde ahora se erige altivo en una plaza de Moscú, tiene mucho que decirles a ellos y también al mundo de hoy: Estados Unidos, sus bloqueos, y sus pretensiones hegemónicas pueden ser desafiadas y derrotadas. Si lo hizo Fidel desde una pequeña isla del Caribe sin grandes recursos naturales, cercada y sancionada por Estados Unidos, cómo no va a poder hacerlo una Rusia que es el país más extenso del mundo y prácticamente autosuficiente en todo tipo de recursos y producciones. Ese es uno de los mensajes subyacentes en el nuevo coloso de bronce. 

Cuando el bicentenario del inicio las luchas de independencias de América, el para nada fidelista diario español El País pidió a una impresionante lista de intelectuales latinoamericanos -desde Gabriel García Márquez a Mario Vargas Llosa- que seleccionaran al hombre más influyente en la historia de la región: El primero de la lista fue Simón Bolívar, el segundo Fidel Castro. Le seguían en la relación dos nombres muy vinculados a la Revolución cubana y que el propio Fidel se encargó de dar a conocer por el mundo: José Martí y el Che Guevara. 

“¡Qué lejos hemos llegado los esclavos!”, expresó Fidel al recibir a Nelson Mandela, en visita de agradecimiento a Cuba por su contribución a la liberación de su pueblo del yugo del apartheid. Y justo cuando se reclama en muchos lugares derribar monumentos a colonizadores y esclavistas, es noticia en la prensa mundial una estatua gigante a Fidel Castro. El hombre que pidió a los cubanos no le hicieran ninguna ni nombraran calles y plazas con su nombre no pudo impedir que, muy lejos de Cuba, en lugares como Moscú o Sudáfrica, se perpetúe en el bronce su legado. Porque como Bolívar, Fidel es un libertador, no sólo de los cubanos o los latinoamericanos sino de los oprimidos del mundo, incluyendo a los pueblos africanos. 

En su discurso inaugural del monumento, Putin se refirió a sus conversaciones con Fidel en las dos ocasiones que visitó Cuba y subrayó la última en julio de 2014, donde el líder cubano le habló de la formación de un mundo multipolar. La asociación con lo que estamos viendo hoy, cuando la tradicional hegemonía estadounidense es contestada desde diversos lugares del planeta tampoco es fortuita. De México a Argelia, de Rusia a Turquía, de China a Colombia, ya no puede Washington imponer agendas ni obligar a excluir al gobierno de La Habana. En todos esos lugares, por encima del abundante dinero estadounidense empleado en demonizarla, la figura de Fidel Castro es conocida, respetada y admirada por gobiernos y pueblos. Y lo es porque precisamente, su ejemplo de dignidad basado en el conocimiento profundo de las sociedades, una sólida ética y una rebeldía innata contra las injusticias sigue teniendo mucho que decir.

El lugar se encuentra en el cruce de las calles 2-ya Peschánaya y Novopeschánaya, en el distrito de Sókol. En las proximidades se encuentran las calles dedicadas a Salvador Allende y al que fuera mandatario de Venezuela, Hugo Chávez.

La decisión de erigir una escultura al líder de la Revolución cubana obedece a una idea de la Fundación Fidel Castro. El pasado 16 de febrero, diputados de la Duma de la ciudad de Moscú apoyaron la iniciativa.

Elena Lozhkina, integrante de la directiva de la Sociedad Rusa de Amistad con Cuba, dijo entonces que el monumento al revolucionario cubano se convertiría en el centro de atracción de la zona y «nunca se desbordaría el camino del pueblo» hacia él.

Alexei Shaposhnikov, presidente del parlamento de la capital rusa, comentó a TASS que Castro es «un revolucionario carismático, un destacado estadista, un líder inflexible de la Isla de la Libertad, él mismo creó la historia».

Los fondos necesarios para el emplazamiento, por un monto de 20 millones de rublos, debían ser asignados por la Sociedad Histórica Militar Rusa.

Monumentos al líder de la Revolución cubana, fallecido el 25 de noviembre de 2016 en La Habana, aparecieron en otros países, en particular en Rusia, Viet Nam, Sudáfrica y República Dominicana.

Los presidentes de Cuba y Rusia, Miguel Díaz-Canel y Vladimir Putin, inauguraron un monumento al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en esta jornada, en un barrio de Moscú.

El suceso ocurre como parte de la visita oficial que realiza el mandatario cubano a esa nación.

La ofrenda de rosas rojas llevaba escrito: “Al líder histórico de la Revolución cubana, del pueblo de Cuba”, señalan en la cuenta de Twitter de Presidencia Cuba.

La ley aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular que impide usar el nombre de Fidel Castro para denominar espacios públicos y erigir monumentos con su imagen, sólo tiene validez en Cuba. Es grato encontrar el reconocimiento a su obra y figura, de maneras diversas, en otros confines de amigos de la Revolución.

(Resumen de agencias)

DISCURSO DEL PRESIDENTE VLADIMIR PUTIN EN LA INAUGURACIÓN DEL MONUMENTO A FIDEL EN MOSCÚ

Querido señor presidente Miguel Díaz-Canel
Queridos invitados cubanos, moscovitas, amigos:

Nos hemos reunido aquí, en la plaza que lleva el nombre de Fidel Castro, para inaugurar el monumento a este destacado estadista y político, fundador del Estado cubano moderno.
Fidel Castro dedicó toda su vida a la lucha por las ideas del bien, la paz y la justicia, por la libertad de los pueblos oprimidos, por una vida digna para el pueblo cubano y por la igualdad social.
Es uno de los líderes más brillantes y carismáticos del turbulento y dramático siglo XX, una figura
verdaderamente legendaria, un símbolo de una era de movimientos de liberación nacional, del colapso del sistema colonial y de la creación de nuevos estados independientes latinoamericanos y africanos.
Fidel y sus compañeros de armas siempre han defendido desinteresadamente la soberanía de su patria; no se han dejado aplastar por la intervención mercenaria, las sanciones, los embargos financieros y económicos, los intentos de aislamiento externo; han defendido el derecho de Cuba a tener su propio modelo de desarrollo según los valores nacionales y no los impuestos desde el exterior; han hecho que el mundo considere y respete los intereses de Cuba.
Para generaciones de nuestros compatriotas, la imagen del comandante siempre ha estado ligada a la gloria romántica, al valor y al triunfo. La letra de la famosa canción soviética “¡Cuba, mi amor!” reflejaba nuestros sentimientos sinceros y entusiastas, no sólo hacia la Isla de la Libertad y todo el pueblo cubano, sino también directamente hacia Fidel, cuyo poder, energía y voluntad inquebrantable nos atraían y siguen atrayendo como un imán.
He tenido la suerte, queridos amigos, de encontrarme con Fidel Castro en varias ocasiones, y mi recuerdo es el de las conversaciones de horas con él, especialmente nuestra última conversación en julio de 2014.
Habló de cosas notablemente en sintonía con los tiempos, el tiempo de la emergencia de un orden mundial multipolar: que la independencia y la dignidad no se negocian, que cada nación tiene derecho a desarrollarse libremente, a elegir su propio camino, y que en un mundo verdaderamente justo no hay lugar para los dictados, el saqueo y el neocolonialismo. Era un hombre de conocimientos enciclopédicos, un hombre con un profundo conocimiento de los acontecimientos, un hombre con una mente aguda, un hombre de precisión.
Fidel era un amigo incondicional de nuestro país, venía a nosotros a menudo, y en 1963 hizo una gira por prácticamente toda la Unión Soviética. Siempre fue un invitado bienvenido en Moscú y amaba nuestra capital, la amaba mucho. Como dijo el propio Fidel, estaba dispuesto a venir a Rusia en cualquier momento: verano e invierno, con o sin nieve.
Nuestro país ha apoyado indefectiblemente al pueblo cubano amante de la libertad y a los dirigentes de la república. Y sabemos que es mutuo. Cuba ha sido, es y estoy seguro de que siempre será nuestro socio estratégico constante, un aliado en los asuntos mundiales.
Queridos amigos
La amistad ruso-cubana que nos legó Fidel Castro es propiedad común de nuestros pueblos. Y usted, señor presidente, que representa a la nueva generación de dirigentes cubanos, hace una enorme contribución al desarrollo de las relaciones amistosas y de confianza entre nuestros países.
Juntos, seguiremos fortaleciendo nuestra unión y juntos defenderemos los grandes valores de la libertad, la igualdad y la justicia.
Gracias por su atención.

 

Tomado de Al Mayadeen

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