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Se nos fue Rodolfo Livingston, “El arquitecto de las familias”

Por Mario Della Rocca (*)

Este 6 de enero nos dejó físicamente el renombrado y querido arquitecto y urbanista argentino Rodolfo Livingston. Un día de luto tanto para sus colegas profesionales y alumnos como para todo militante de las causas nacionales, populares y revolucionarias en Argentina y el mundo.

Su concepción de colocar el conocimiento y las herramientas de la arquitectura al servicio de la creación de espacios hogareños y urbanos amigables con los seres humanos en concreto y en su vida cotidiana, en especial en su mirada hacia las necesidades de los sectores populares, fue un logro reconocido profesionalmente y en su apasionado servicio a la construcción de una vida mejor.

Rodolfo fue un humanista, un innovador, un rebelde a las convenciones conservadoras de la arquitectura, y a la vez con una visión antitética a las concepciones del despilfarro capitalista y de la postmodernidad, que conciben al hombre como un objeto y niegan al sujeto vital que hay en cada uno de nosotros en la relación con nuestro entorno ambiental.

Por ello se lo llamaba cariñosamente “el arquitecto de las familias”, singular definición que lo emparentó con lo humano y que partía de su reconocido proyecto que llevó adelante con tremenda pasión militante: “Arquitectos de Familia”.

Siendo un profesional exitoso y reconocido en Argentina y en su querida Ciudad de Buenos Aires[1], habiendo sido galardonado en Europa por su labor profesional[2], brilló en su vida su relación de amor con la revolución cubana, la nación caribeña y su pueblo, entrañable desde el año 1961, cuando concurrió a un encuentro como profesional a la isla. Rodolfo sintetizó esas primeras vivencias y de intenso trabajo en un hermoso relato:

Conocí Cuba en 1961 en un Congreso Latinoamericano de Arquitectos. Fui como representante de la Facultad del Chaco. Me quedé en la isla dos años y construí un barrio en un pueblito de gente maravillosa: Baracoa. Durante ese tiempo ocurrieron la casi guerra de los cohetes, las cosechas, los conatos de invasión, en fin, dos años muy intensos porque la medida del tiempo son los hechos, los acontecimientos.

En 1987 regresé y vi a los 600 obreros que eran propietarios de las casas de, recibí 600 abrazos, vi mi barrio de Baracoa entre árboles muy altos, terminado, y fue la experiencia más intensa que tuve en mi vida”.

Posteriormente, viajando asiduamente a la Mayor de las Antillas, al comenzar los años ’90, durante el crítico Período Especial, tuvo la oportunidad que su proyecto fuera considerado por el gobierno cubano. El mismo fue implementado en el Programa denominado “El arquitecto de la comunidad. Experiencia de diseño participativo”, el cual supervisó en diversas provincias del país entre los años 1991 y 1994.

Durante su trabajo se entrevistó con el Comandante Fidel Castro, momento que recordaba con estas sentidas palabras:

En el encuentro estuve acompañado de mi hijo y fue un momento inolvidable. Estaba ante el Espartaco del modernismo. El hombre en cuyo espíritu se unieron la creatividad, la fuerza interior, la audacia y el humanismo. Todos estos atributos son casi imposibles de encontrarlos en otro dirigente en el mundo”.

Columnista del diario Juventud Rebelde durante los años 2002 y 2003, fue autor de diez libros, entre ellos Cirugía de casas[3], su más notable obra profesional. En su obra se destacan tres volúmenes dedicados a su pasión por la isla revolucionaria: Cuba existe. Es socialista y no está en coma[4], Cuba rebelde. El sueño continúa[5] y Anatomía del sapo. Textos sobre Cuba y otros asuntos[6].

Tuve el honor de tratarlo personalmente en variadas oportunidades, en especial en una entrevista para el libro de mi autoría sobre la gestión del ex presidente neoliberal Mauricio Macri al frente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires[7]. Allí desarrolló brillantemente, desde su concepción humanista del desarrollo urbano –en especial en una mega ciudad- las diversas maneras en que los negocios del capital arrasan con todo criterio adecuadas a las auténticas necesidades humanas, que según él debieran primar en el diseño urbano de una ciudad, un pueblo, un barrio y hasta simplemente en las viviendas que los arquitectos diseñan.

Además de haber sido un profesional de excelencia al servicio de las necesidades concretas y vitales de los seres humanos, en contacto directo con muchos de ellos en su agitada militancia social, su calidez en el trato personal, su creatividad constante, su inteligente desparpajo y su humor a toda prueba dejaron huella entre los porteños y entre quienes, en diversas partes del mundo, tuvieron el placer de acceder a su obra y conocer detalles de su vida.

Rodolfo, uno de esos imprescindibles de los versos de Bertolt Brecht, repetía siempre a quien quisiera escucharlo: “mi alma es cubana”. Adiós querido Rodolfo, hasta la victoria siempre.

(*) Mario Della Rocca es historiador, escritor y periodista argentino residente en La Habana.

[1] Recibió la distinción de “Personalidad destacada de la Cultura y la Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires” en el año 2017.
[2] Rodolfo Livingston recibió dos premios internacionales por su proyecto de diseño participativo “Arquitectos de Familia”: el “Best Practices” (Estambul, 1996) y el “World Habitat Awards” (Bruselas, 2002)
[3] Rodolfo Livingston. Cirugía de casas. Buenos Aires, CP 67 Editorial, 2004.
[4] Rodolfo Livingston. Cuba existe. Es socialista y no está en coma. Buenos Aires, Ediciones de la Urraca, 1996.
[5] Rodolfo Livingston. Cuba rebelde. El sueño continúa. Buenos Aires, Editorial Librería Técnica,
[6] Rodolfo Livingston. Anatomía del sapo. Textos sobre Cuba y otros asuntos. Buenos Aires, Astralib Cooperativa Editora, 2003.
[7] Mario Della Rocca. Macri y Durán Barba. Globos, negocios, círculo rojo y guerras sucias. Buenos Aires, Editorial Dunken, 2015, Págs. 263 a 271.

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