Cuba

Mercenarios caníbales, una historia de la derrotada Brigada 2506 (III)

Por José Luis Méndez Méndez */ Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

 

En total, diez mercenarios cubanos participantes en la derrotada invasión que concluyó el 19 de abril de 1961, murieron de inanición, enfermedades u otras causas tras una travesía increíble, que los llevó, en quince días, desde la costa sur de Cuba, hasta cerca de cien millas de las costas de Nueva Orleans, Estados Unidos. En realidad pensaban, que se dirigían al sur en busca de la península de Yucatán, México, sin embargo bordearon el litoral sur de Cuba, salieron a su extremo occidental, bordearon el Cabo de San Antonio, para internarse, sin saberlo, en el Golfo de México y enrumbarse al norte en busca de lo desconocido hasta ser avistados por un barco, que ya había socorrido antes a dos miembros de la Brigada 2506, hallados a la deriva, quienes finalmente murieron. He aquí la parte final de esta versión modificada de la realidad, en la cual se omitió de manera deliberada la espantosa práctica de canibalismo, que fue destapada en un fundamentado documental, que reveló sus más macabros detalles.

Sobrevivieron 12 conjurados, quienes concibieron un voto de silencio, similar al clásico conocido: “Lo que se hace en Las Vegas, ahí se queda”. No era una deprecación cualquiera, lo ocultado involucraba a todos bien por acción, que por omisión: Habían participado en actos de canibalismo, tal proceder los ha acompañado y lo seguirá persiguiendo para toda sus vidas.

Algunos participantes en tan deplorable hecho anticristiano, han preferido tomar caminos diferentes para no encontrarse, otros han confesado ante la ley de Dios, ese pecado, implorando el perdón divino.

Regresemos a los días finales de la andanza.El barco llevaba varios días a la deriva, impulsado solo por las corrientes marinas. No sabíandóndeestaban, ni cuántos días llevaban navegando. Acordaron mantener un rumbo fijo al norte, con el empleo del timón y la brújula, que ya no les inspiraba confianza. Se turnaron la vigilia, el primero fue Joaquín Rodríguez, el segundo Enrique Dausa. Comenzaban a las cinco de la tarde.

Un día cualquiera, apenas había pasado media hora del inicio de la observación nocturna, cuando uno de los mercenarios que estaba acostado en la proa, comenzó a gritar: ¡Un barco, un barco! ¡Y se nos viene encima! No le creyeron, pensaron que era una de las acostumbradas alucinaciones, antes se habían visto luces, señales, hasta submarinos, también escuchados voces de náufragos que pedían auxilio. Pero Joaquín, quien iba al mando del timón, comenzó a gritar para advertirnos dela cercanía del barco. Los tendidos en el piso del bote, se incorporaron y se asomaron a la borda. Era cierto, de pronto una enorme mole de acero en movimiento en forma de nave, se les encimaba, en ruta de colisión inevitable hacia el frágil “Celia”, la embestida parecía el fin, todavía algunos incrédulos pensaban en un sueño colectivo alucinado, producto del hambre y la sed. Sin esperar mucho, los más lúcidos se lanzaron al mar para salvarse y también para intentar alcanzarlo. La nave comenzó a soltar humo por su chimenea. Se quedó detenida, como si hubiese frenado instantaneamente en el medio de aquel inmenso mar.

Desde la borda leslanzaron salvavidas a quienes estaban en el agua, Bajaron un bote auxiliar con varios hombres, que comenzaron a remar hacia el maltrecho bote. Los evacuaron y remolcaron hasta el barco.

La nave tenía en una de sus bordas la identificación de Atlanta Seaman, de gran porte. Algunos de los rescatados, por su debilidad,fueron subidos al barcopor sus tripulantes, otros pudieron hacerlo sin ayuda.

Se ducharon y les dieron de comer. A nombre de los sobrevivientes Enrique Dausa, agradeció el rescate y fue recibido por el Capitán, quien  quedó asombrado, cuando le explicaron quiénes eran, de dónde venían y las penurias enfrentadas, todo menos revelarle el secreto.El marino les informó que dos mercenarios habían sido rescatados días atrás, pero no sobrevivieron y murieron el 4 de mayo de 1961. Entonces se enteraron, que habían estado perdidos en el mar durante quince días. Fueron encontrados al Sur de la desembocadura del río Mississippi, habían navegado por el Golfo de México y avanzado por el,  cientos de millas.

Pasaron los años y como entre el cielo y la tierra no hay nada oculto y todo es secreto hasta un día, ese momento llegó el 17 de abril de 1998, treinta y siete años después, Julio Pestonit, unos de los caníbales, reveló todo lo guardado con tanto  celo.

En vísperas de un aniversario de la derrota, declaró a la cadena estadounidense Fox News, que se había alimentado de carne humana de uno de sus acompañantes en el histórico caso del “barco de la muerte”. El escalofriante relato fue prolijo en detalles de la profanación del o los cadáveres. Alegó que se hizo para sobrevivir, no explicó por qué no siguieron pescando para alimentarse, Comenzaron con la idea de beber la sangre de los fenecidos a fin de mitigar la sed, después la carne, de cuerpos  de algunos de los diez fallecidos en la travesía.

Otros del grupo, negaron conocimiento, incluso aseguraron que desconocían lo sucedido, todo lo cual es imposible por la diminuta eslora del bote y el hacinamiento de 22 hombres en tan estrecho espacio, aun cuando murió el último, una hora antes de ser rescatados y por tanto el más fresco para ser digerido, quedaron doce sobrevivientes ocupando esa brevel área.

La desaparición de estos diez hombres, por las implicaciones jurídicas que tuvo, fue objeto de la apertura de causas judiciales individuales, se les asignaron sus distintivos números de expediente de investigaciones, no bastó con las declaraciones de los que sobrevivieron, debido a que se podían haber dado otras causas de muerte, como consecuencia de lógicas trifulcas, rencillas por motivos personales acumuladas y que se estimularon por la ansiedad del momento, habían quienes en la invasión tuvieron cargo de mando y abandonaron a sus subordinados, también actos de cobardía en las acciones combativas se habían sucedido, circunstancias que podían haber provocados riñas, que terminaron en homicidios y que fueron explicados a consecuencia de la desesperación. Aún no se puede afirmar que los diez, murieron por las causas señaladas, aunque los implicados disfrutan del beneficio de la duda.

El denunciante Pestonit, entonces cercano colaborador del terrorista José Basulto, principal de la organización provocadora titulada Hermanos al Rescate y agente de la CIA, sin pestañar reconoció: “Llegué a comerme las vísceras de un cadáver que me ofrecieron y bebí, junto a otros, la sangre de un compañero muerto”. Insinuó que fueron profanados más de uno. 

Pidió perdón a los familiares de los mancillados, dijo no tener remordimiento y estar dispuesto a volverlo a hacer para sobrevivir, acotó: “Cuando me dieron la carne, cerré los ojos y me la comí”.

Los doce, fueron expuestos a la prensa, el citado Dausa, dijo que lo expresado por Pestonit, no era exacto, lo cual pretendía alejar su responsabilidad en el caso de canibalismo, resultaba irrelevante un detalle más o uno menos, lo esencial era refutar o aceptar el hecho.

 

Otra incógnita del revelamiento era por qué tras 37 años, se corría el velo de un secreto que habían jurado llevarse a la tumba. Pestonit se justificó haberlo hecho en venganza por un documento secreto de la CIA desclasificado, en cuyo texto se exoneraba al asesinado presidente John F. Kennedy de su responsabilidad por el abandono de los fracasados mercenarios. Analistas no encontraron relación entre ese acto de salvajismo y la política.

Familiares de los desaparecidos respondieron con acritud por lo descubierto y exigieron  se investigara el real destino de sus cuerpos en este espantoso caso ejecutado por bestiales mercenarios. El destino de estos caníbales del siglo XX, es otra historia, que será contada, no se la pierda.

 

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, «La Operación Cóndor contra Cuba» y «Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba». Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

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