Cuba

¿Por qué la base de EEUU en Guantánamo representa un peligro latente para Cuba?

Por Danay Galletti Hernández.

Estados Unidos mantiene desde hace 120 años una base naval en la oriental provincia cubana de Guantánamo, establecida el 23 de febrero de 1903, a partir de la firma del Tratado de Arriendo de Bases Navales y Carboneras entre ambos países. Sputnik conversó con expertos sobre la ocupación de este territorio, calificada como “ilegal” por la isla.

Testimonios de siglos anteriores a esa fecha avalan que, incluso, desde el propio surgimiento de EEUU como nación, los padres fundadores miraron con ambición hacia ese territorio, situado a 1.000 kilómetros de La Habana, por la posición estratégica y geopolítica de su bahía que permite el dominio del tráfico marítimo por el sur del Caribe.

Desde el comienzo de sus operaciones, en diciembre de 1903, la Base Naval de Guantánamo, con un área de 117,6 kilómetros cuadrados, sirvió como escenario de entrenamiento y preparación de la flota estadounidense y punta de lanza para las invasiones a países vecinos, entre ellos México, Haití, República Dominicana, Guatemala, Panamá y Nicaragua.

Fue, por tanto, “un foco de tensión continental, un trampolín militar de ensayo y un contexto de deformación social, pues los marines y las tropas acantonadas allí requerían, de acuerdo a sus propias leyes inescrupulosas, lugares de recreación, de ahí que Guantánamo, Caimanera y Boquerón se convirtieron en zonas de tolerancia, como no había ninguna en el mundo”.

Así lo explicó a Sputnik, René González Barrios, director del Centro Fidel Castro Ruz y expresidente del Instituto de Historia de Cuba, quien evocó, además, el protagonismo de la base durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), considerada como el segundo puerto más importante para la marina estadounidense en el orbe, después del de Nueva York.

Una base ¿ilegal?

La Base Naval de Guantánamo es una instalación militar estadounidense en territorio cubano. Cuba disputa la soberanía territorial del enclave, mientras que EEUU dice que está bajo su jurisdicción, amparándose en el Tratado cubano-estadounidense de 1903, en el cual el Gobierno de la isla le arrendó de manera perpetua el territorio de la Bahía de Guantánamo para actividades de la Armada estadounidense.

En el interior de la base funciona el centro de detención de Guantánamo, desde el 11 de enero de 2002, instalada durante la Administración de George W. Bush (2001-2009). Por allí pasaron 780 prisioneros musulmanes sospechosos de terrorismo, detenidos en su mayoría durante la invasión estadounidense de Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Se ha criticado la falta de garantías para los privados de libertad y las torturas a las que fueron sometidos.

El historiador y académico Elier Ramírez, subdirector del Centro Fidel Castro Ruz, subrayó a Sputnik que desde el punto de vista ético, histórico, jurídico y político, la Base Naval de Guantánamo es totalmente ilegal y violatoria de todas las constituciones, incluida la Carta Magna de 1901 en la cual Estados Unidos introdujo la Enmienda Platt, considerada como un anexo de carácter injerencista.

La Enmienda Platt, agregada a la Constitución cubana de 1901, indicaba que Cuba podía arrendar a EEUU su territorio para instalar bases navales o carboneras. Fue propuesta y aprobada por el Congreso estadounidense durante la ocupación militar de la isla (1898-1902) tras la intervención del país norteamericano a favor de la guerra independentista de Cuba contra España (1895-1898).

Ese apéndice fue incorporado a la Carta Magna bajo la amenaza de una posible continuidad de la ocupación militar norteamericana. “No contó con una anuencia real y espontánea de la sociedad cubana para su aprobación”, y los constituyentistas “no poseían la autoridad para una negociación, sumado a la coacción y presión ejercida por Estados Unidos”, aclaró Ramírez.

La literatura y la prensa de la época recogen cómo miles de personas marcharon por varias calles de La Habana en 1903 contra el artículo VII de la Enmienda Platt, que establecía que para velar por la independencia cubana, su Gobierno “venderá o arrendará a EEUU las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados”.

“Es posiblemente la única base militar estadounidense en el mundo que aún prevalece por la fuerza, contra la voluntad de un pueblo y en un país con el cual, hasta hace unos años, no tenían relaciones diplomáticas. Tema este, junto al bloqueo, siempre presente en las demandas del país caribeño a Washington”, explicó el historiador.

Según Ramírez, resulta contradictorio y forma parte del doble discurso de Washington el argumento esgrimido para la imposición de la base, sobre la supuesta protección y garantía de seguridad a la isla ante posibles agresiones externas, que fue modificado en el Tratado de Relaciones de 1934 por “el fortalecimiento de los lazos de amistad” como excusa.

Pretextos para una intervención

González Barrios rememoró que durante las luchas contra el dictador Fulgencio Batista (1952-1958) en la Sierra Maestra, Fidel Castro orientó a las tropas del Segundo Frente Oriental Frank País para evitar cualquier pugna con los marines estadounidenses que les diera un pretexto de intervención en una guerra ya prácticamente ganada por el Ejército Rebelde.

Tras el triunfo de la Revolución cubana, el 1 de enero de 1959, existió “un cambio jurídico de peso” que reforzó el carácter ilícito de esa presencia, que sigue siendo una amenaza permanente a la seguridad nacional y un atentado a la soberanía territorial con hechos como disparos a los integrantes de la Brigada de la Frontera, constituida en 1961.

“Elevaron de manera paulatina el nivel de las agresiones, con disparos desde el territorio ilegalmente ocupado hacia las posiciones cubanas y el asesinato de soldados de la isla. Y, cada vez que esto ocurría, lanzaban campañas de desinformación en las cuales culpabilizaban a las tropas de la nación caribeña”, puntualizó.

Durante la invasión de exiliados cubanos financiados por Washington a las costas de playa Girón, en Matanzas, en abril de 1961, EEUU concentró en la base naval un refuerzo militar considerable en efectivos y equipamiento, mientras que en la bahía oriental dispuso una fragata que resguardaba a 100 contrarrevolucionarios para el apoyo a esa incursión.

Tras el estrepitoso fracaso de ese operativo, el presidente John F. Kennedy (1961-1963) ideó la Operación Mangosta, el plan de guerra encubierta que incluía la creación de pretextos de intervención. Tales fueron el derribo de un avión con estudiantes estadounidenses que sobrevolaría sobre el emplazamiento de Guantánamo y responsabilizar del hecho a las autoridades cubanas y el hundimiento de un buque y culpabilizar a Cuba, un plan de autoagresión con morteros que protagonizarían marines y agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), desde el país caribeño.

“Fidel decía que la oportunidad más cercana que había tenido la Revolución de recuperar el territorio ocupado fue, precisamente, luego de la denominada Crisis de los Misiles, si Cuba hubiese sido invitada a las conversaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética sobre la retirada de los cohetes”, argumentó González Barrios.

Hoy, aseguró el director del Centro Fidel Castro Ruz, las relaciones son diferentes: “Existe respeto entre las autoridades de ambas naciones, pero, mientras permanezca el imperialismo y ese territorio ocupado, la posibilidad de justificar una agresión o una intervención militar contra Cuba está latente”.

Para el Elier Ramírez, “no podemos hablar de una normalización de los vínculos bilaterales, mientras permanezca esa base ilegal impuesta por la fuerza”.

“La Constitución de EEUU le da amplias facultades al Poder Ejecutivo para tomar la decisión de devolver ese territorio a Cuba, aunque enfrentaría a los sectores de extrema derecha que no aceptan, bajo ningún concepto, la más mínima flexibilización de la política hacia Cuba y nuestra existencia como un Estado soberano”, añadió.

¿Cambios en la política estadounidense?

Luis René Fernández Tabío, profesor titular e investigador del Centro de Investigaciones de la Economía Internacional de la Universidad de La Habana, afirmó a Sputnik que, en el momento actual de confrontación entre potencias, emergencia de una nueva política de guerra fría y turbulento cambio del orden internacional, EEUU “no evidencia pasos positivos respecto este tema”.

“Ese país no entrega de manera fácil alguna de sus bases en el exterior. En este caso, Guantánamo no tiene una importancia real desde el punto de vista militar, pero le ha servido, por ejemplo, para el establecimiento de una cárcel y el traslado de inmigrantes. También contribuye a la consolidación de su postura hostil contra Cuba”, aseguró el doctor en Ciencias Económicas.

En un posible escenario de negociación y acercamiento, como ya existió durante el último período de mandato de Barack Obama (2013-2017) aunque de manera “inconclusa e insuficiente”, ese territorio permitiría el impulso de proyectos de cooperación bilateral o la creación de una Zona Económica Especial, similar a la de Mariel, en la provincia de Artemisa.

“Ello podría ocurrir solamente en un contexto de diálogo y respeto a la independencia de la isla, cuando la Casa Blanca cambie su actitud de enfrentamiento e intervención, y ponga fin al bloqueo económico, comercial y financiero, impuesto desde hace más de seis décadas y recrudecido durante el mandato de Donald Trump (2017-2021)”, apuntó.

Sin embargo, durante el mandato de Obama solo se habló de la posibilidad del cierre de la prisión, sobre la cual pesan numerosas denuncias sobre violaciones a los derechos humanos y donde, de acuerdo con el Pentágono, aún permanecen 34 detenidos, de los cuales una veintena pueden acceder al traslado a un tercer país seguro si este los acepta.

Tomado de Sputnik / Foto de portada: AP / Alex Brandon.

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