Sencillamente Korda
Por Roberto Chile
Lo conocía y ya lo admiraba cuando una noche se apareció en mi casa con uno de sus hijos, y aquella humildad suya, a pedirme un favor. ¡Qué suerte la mía! Desde esa noche fui su amigo. En poco más de un año me dedicó varias fotografías suyas. En una de ellas que posa en la sala de mi casa, escribió: “Para Roberto Chile con la admiración de un amigo que gusta su trabajo” ¡Vaya honor! Yo lo venero como uno de los grandes de nuestro tiempo. Por el gran ser humano que fue, por su extraordinario talento y por su ojo avizor.
Korda fue fotógrafo acompañante de Fidel durante algunos años, los suficientes para dejar una huella de valor inestimable en la historia de la Revolución. Junto a Fidel viajó a Venezuela, a Estados Unidos, a la ex Unión Soviética y recorrió Cuba de una punta a la otra. Su relación con el Comandante, a quien no dejó de admirar, fue diáfana, sincera y atrevida. Lo tuteaba a la vez que lo respetaba. Hubo otros, también talentosos, que retrataron al líder y a la Revolución por aquellos tiempos, pero muy pocos con el ángel de Korda.
Su relación con el Che fue más difícil. Al argentino le “dolían” las fotografías. No fue fácil para Korda retratarlo ni en el partido de golf, ni en la zafra cañera. Suerte tuvo en la multitudinaria concentración de 23 y 12, el 5 de marzo de 1960, en la que dibujó con su pincel de luz, el más grande icono de la era moderna. ¿Qué sería de Korda sin el Che? ¿Cuánto le debe la figura del Che a Korda?
Korda no sólo fue un excelente fotógrafo, fue también un hombre de su tiempo. Su mayor aporte es el tesoro visual que nos legó, su contribución a la historia y al arte contemporáneo cubano, su impronta visionaria. Su foto del Che convertida en bandera, no es su único legado, pero esa sola imagen bastaría para situarlo entre los profetas de su tiempo. El vio lo que nadie: el rostro del futuro, la rebeldía de los pueblos, la irremediable lucha de los revolucionarios de todo el mundo por conquistar el porvenir.
El documental Sencillamente KORDA es una mirada apasionada al fotógrafo cubano Alberto Díaz Gutiérrez, mundialmente conocido como Alberto Korda. Está basado en una entrevista que filmamos en su casa junto a un equipo de cineastas daneses, unos meses antes de su repentina muerte en París el 25 de mayo de 2001.
A continuación, el guion literario: Sencillamente KORDA. Un documental de Roberto Chile
A Paulita, la niña de la muñeca de palo
El 4 de marzo de 1960 estalla en el puerto habanero el vapor francés “La Coubre”, que traía a Cuba un cargamento de armas y municiones adquiridas por la naciente Revolución Cubana.
El 5 de marzo de 1960 en las honras fúnebres de las víctimas del sabotaje a “La Coubre” el Comandante en Jefe Fidel Castro pronunció por vez primera la consigna de Patria o Muerte.
Voz de Fidel: Libertad quiere decir Patria, y la disyuntiva nuestra sería: ¡Patria o Muerte!
En medio de la vibrante concentración se hallaba el fotógrafo cubano Alberto Korda. Su foto al Che recorrería el mundo años después y quedaría fijada como uno de los iconos de la época contemporánea.
Korda: “Es increíble que esa imagen que yo la hice espontáneamente se haya convertido en la imagen más reproducida en la historia de la fotografía, y fue tomada casualmente”.
“Mi oficio de fotógrafo lo he dedicado a lo que amo. No me produce ningún prejuicio decirlo, que uno de mis primeros intereses y amores en la vida era la belleza de la mujer.
“El negocio que yo tenía era tomar fotos publicitarias y fui creador de la fotografía de modas en Cuba, porque como hasta el día de hoy, me encanta la figura femenina.
“Pero triunfa una Revolución dirigida por hombres, que es todavía más bella que la belleza de la mujer, y me dedico a ella.
“Yo nací aquí en esta ciudad, en La Habana, en un barrio de obreros, el Cerro. Mi padre era obrero ferroviario, era telegrafista. Mi madre no trabajaba, como todas las mujeres cubanas de esa época, se dedicaba a la casa y fui el único hijo.
“Yo estudié comercio que en esa época era una carrera. Estudiaba contabilidad, taquigrafía, mecanografía, y bueno, cuando me gradué fui por primera vez a trabajar en la oficina de un consorcio norteamericano, la Procter & Gamble, que en Cuba se llamaba Sabatex, fabricaba jabones, detergentes y eso. Y yo participaba en el grupo de estudiosos de publicidad de esa empresa.
“Fui vendedor de la Remington Rand, una compañía norteamericana de máquinas de escribir y de cajas contadoras de oficinas de contabilidad. Y recuerdo muy especialmente que a mi padre le habían regalado una camarita de 35 milímetros de fotografía y en mi maletín de vendedor yo andaba con esa cámara siempre arriba.
“De ahí, pues a veces andando por las calles de La Habana en mi oficio de vendedor, tomaba algunas fotos de cosas que me herían el corazón.
“Ya siendo fotógrafo, mi estudio estaba situado frente al casino del Hotel Capri. Muchas noches al yo salir de ahí del casino del Capri, a las doce de la noche había una mujer con dos niñitos cargados pidiendo limosnas, vendiendo billetes y ahí mismo ya yo me sentía mal, me iba para mi casa.
“Eran esas grandes contradicciones, aquellos automóviles enormes, unos Cadillacs, unos Mercedes Benz convertibles lindísimos y aquella mujer pidiendo una limosna con dos niñitos cargados. Entonces yo comprendía que aquel mundo no podía seguir así, hasta que vino Fidel Castro y dijo: ¡Llegó el Comandante y mandó a parar!
“Entonces estoy en una finca en Pinar del Río tomando unas fotos de campo para una publicidad y me encuentro con una niñita de tres o cuatro años que abrazaba un pedacito de madera. Y esa niña me coge mucho miedo cuando me ve, un extraño con un aparato fotográfico y se arrincona en una esquina y le decía al palito, le pasaba la mano y le decía: ¡no llores mi nene, no llores mi nene! Ese palito era su muñeca, porque esa niña nunca había tenido la oportunidad de tener en sus brazos una muñeca.
“Después de esa foto yo decidí que, aunque yo fuera fotógrafo, que no fuera un guerrillero que había luchado en la Sierra ni mucho menos, yo debía dedicar mi trabajo a la Revolución que nos prometía cambiar esas desigualdades. ¡Y así lo hice hasta el día de hoy!
“Yo trabajaba como voluntario en el periódico Revolución y en el año 59 Fidel decide visitar Venezuela y el director de ese periódico me nombra fotógrafo acompañante y voy con Fidel a Venezuela.
“Regresamos y en el mismo año Fidel es invitado por el American Press Club a visitar los Estados Unidos y el director del periódico me vuelve a nombrar fotógrafo acompañante.
“Fidel empezó a ver mis fotos en el periódico y parece que le parecieron bien y llegó un momento en que ya él hacía un recorrido por Cuba, visitaba granjas, esto, lo otro de más allá y me llamaba el jefe de la escolta y me decía que preparara la cámara y que lo acompañara. Y así de esa manera casi espontánea me convertí durante 10 años en su fotógrafo acompañante.
“Debo aclararte, fotógrafo acompañante. Nunca recibí un salario de Fidel. Nunca tuve un título que me dijera que yo era el fotógrafo oficial ni mucho menos. ¡Pero durante 10 años lo seguí!
“El periódico me manda a 600 kilómetros de La Habana para que encuentre al Che probando la primera máquina cortadora de caña que había sido una idea de él con un ingeniero francés.
“Entonces lo busco por todos los campos y no lo encuentro. Me voy a la casa donde él debía descansar esa noche y efectivamente como a las 8 ó 9 de la noche él llega todo embarrado de tierra y el carajo, y yo muy contento me le enfrento y le digo: -Comandante al fin lo encontré, me mandó el periódico de La Habana para hacer un trabajo sobre la máquina de cortar caña. Entonces, él me conocía ya, y me dice: ¡Oye Korda! ¿dónde tú naciste? Digo yo: en La Habana.
Dice: ¿en la ciudad o en el campo?
Digo: No, no, en la ciudad
Dice: ¿Y tú has cortado caña alguna vez?
Digo: Comandante, honestamente no, no conozco ese trabajo.
“¡Ah! Entonces llama a un escolta y le dice: consíguele un machete al fotógrafo que va a colaborar con la zafra del pueblo. Vete a cortar caña mañana y nos vemos la semana que viene. Entonces me tuvo una semana cortando caña antes de poder tomarle una foto con la máquina cortadora de caña. Seguí cogiéndole miedo porque era tremendo.
“Fidel Castro me introduce en la fotografía submarina por una cámara submarina que le regalan a él. ¡Y yo a seguirlo a todos lados, abajo del mar también, a Fidel Castro!
“Me impresionó tanto la belleza del fondo del mar, de los mares tropicales nuestros, que cuando el periódico cambió y perdió esa onda de gráfica tan hermosa que tuvo durante 8 ó 9 años, dije: ¡Abandono el periodismo! Y fundé un laboratorio de fotografía científica submarina para la Academia de Ciencias de Cuba. ¡Y estuve 12 años tomando fotos bajo el agua!
“Me importa haber pasado en esta vida tan frágil y rápida por el mundo, y dejar una imagen, que como te dije anteriormente, está considerada en un libro francés, la imagen más reproducida de la historia de la fotografía. Comprenderás que, para un humilde fotógrafo cubano, de una islita de 11 millones de habitantes, haber hecho una imagen que supera la reproducción de todas las imágenes de la historia de la fotografía… para mí, para mis nietos y los tataranietos, dirán ¡coño! Mi abuelo, mi tatarabuelo fue un tipo de mérito. Y tuve la suerte de hacer esa foto y dejar algo a la Humanidad. No dejo grandes palacios, yates, dineros en los bancos, nada de eso, dejo una muestra de mi trabajo en mi paso por este mundo.
“Iba a decir que en algunas conferencias que he dado, inclusive en universidades norteamericanas con estudiantes de fotografía, esos jóvenes han empezado a preguntarme de cámaras, lentes, sistemas de revelado, películas; yo los dejo hablar, cuando terminan de hacer preguntas de ese tipo yo les digo: ¿Ustedes piensan ser fotógrafos así? ¡Están equivocados! Eso se aprende en dos meses. La cámara, los lentes, las películas, el revelado, todo eso se aprende en dos meses, ¡eso no hace un fotógrafo!
“Y cito una frase de un libro de un francés que se llamó Antoine de San – Exupéry. Escribió un libro bellísimo que se llama “El Principito”. En ese libro hay un personaje que le dice a otro: “Sólo se ve con el corazón, lo esencial es invisible para los ojos”.
“¡Eso es un fotógrafo!”
Korda murió en Paris, el 25 de mayo de 2001. Junto al mito del icono Che y su relevante obra fotográfica pervive su memoria para todos los tiempos…
*Guion y dirección Roberto Chile; producción Roberto Chile y Diana Díaz; música original Alexis Bosch; edición Salvador Combarro; dirección de fotografía Roberto Chile; sonido Ole Jakobsen; periodista Jorgen Chemnitz; animación Reynier Aquino; post producción Robin Pedraja; asesor Rey Almira. Alas con Puntas, 2010.
Galería de Fotografías de Alberto Korda
Tomado de Cubaperiodistas/ Portada: Erick Olivera