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La doble moral del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas

Por Marisol Ramírez Palacios* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Un hecho interesante del libro en preparación “Pinceladas para la historia de la Política Exterior de la Revolución Cubana”, fue revelado por Abelardo Moreno Fernández, asesor del Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, en el Panel Por la soberanía de Cuba y contra el terrorismo, realizado con el auspicio de la Asociación Cubana de las Naciones Unidas, la Asociación de Juristas de Cuba y la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana.

El experto pormenorizó acerca de lo ocurrido el 31 de enero de 1998, un día después de que Cuba dejara de ser miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, al que perteneció entre 1990 y 1991.

Ese día, contó Abelardo, fue convocada por ese órgano, y por primera vez en su historia, una reunión de Jefes de Estado y de Gobiernos miembros, con el fin de consolidar su paulatina conversión en una suerte de directorio, que manejara a su antojo los destinos de países y regiones, y para el cual los principios sólo se esgrimieran a conveniencia de la que se auto proclamara, la potencia vencedora en la Guerra Fría.

Sociedad Civil denuncia impacto del terrorismo en la nación cubana.

Esa reunión, explicó Abelardo, encomendó al entonces Secretario General de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, la elaboración de un documento, injerencista y coactivo, denominado Un programa de paz, en el que se incluirían, con lujo de detalles, los mecanismos a disposición del Consejo de Seguridad para garantizar ese control.

“A nosotros siempre nos llamó mucho la atención que esa reunión del Consejo de Seguridad se convocara inmediatamente después de que nuestro país dejara de ser miembro. La única explicación posible es que con ello se persiguió impedir que nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, estuviera presente es la reunión, y que con su presencia y denuncia, le arruinara el show montado por los Estados Unidos y sus viejos y nuevos aliados”...

Abelardo Moreno llamó la atención acerca de que, uno de los tópicos que se incluirían en el trabajo del Consejo de Seguridad, y al que se le daba particular importancia, era el terrorismo, tema prioritario para Cuba -dijo- y sobre el que más de una vez se había hecho caso omiso a nuestras denuncias.

“Ante ese hecho se decidió presentar nuevamente una denuncia en el Consejo de Seguridad, y se hacía cada vez más necesario hacerlo por circunstancias tales como el “perdón” que había otorgado el presidente estadounidense, George H. Bush, a Orlando Bosch, uno de los terroristas más peligrosos del planeta.”

Recordó que “ya se había producido el destape del escándalo Irán-Contras, y las fechorías de Luís Posada Carriles, que luego de su “fuga” del penal San Juan de los Morros, en Guárico, Venezuela, se había unido en Honduras al Coronel Oliver North y al oficial de la CIA Félix Rodríguez Mendigutía, y, además de todo eso, a las acciones histéricas de la mafia anticubana en el sur de la Florida, para declarar héroe a Orlando Bosch, y para movilizar la ejecución de nuevos actos terroristas contra nuestro país”.

El 28 de abril de 1992, continúo relatando Moreno, el canciller Ricardo Alarcón le dirigió una carta al presidente del Consejo de Seguridad, solicitando una reunión de dicho órgano para examinar los actos terroristas contra Cuba, promovidos, alentados y otorgados por las autoridades estadounidenses.

Recordó que “el Consejo nunca se había pronunciado sobre el crimen de Barbados, que le costó la vida a 73 personas, nunca, a pesar de la insistencia cubana”.

Se refirió a la importancia de esa carta no solo para el momento en que se envió, sino para la historia del terrorismo contra Cuba, y el enfrentamiento permanente de la diplomacia de la Mayor de las Antillas a ese flagelo.

En la misiva, escribió Alarcón de Quesada: “Exigimos que el Consejo condene el sabotaje contra el avión de Cubana de Aviación. Dejar de hacerlo sería una inmoralidad que deshonraría al Consejo y socavaría su prestigio y credibilidad.”

Comentó Abelardo, que, un órgano que se había mostrado tan veloz y eficiente a la hora de abordar otros asuntos como la primera Crisis del Golfo , incluso las sanciones contra Libia luego de los dos aviones derribados, perdió esa velocidad, y empezó a hacerle el juego a la posición de los Estados Unidos, cuyo principal argumento, “fíjense ustedes qué cinismo, se centraba en que ya habían ocurrido demasiados años de que se produjera el acto terrorista contra el vuelo de Cubana en Barbados.”

Advirtió que, sin embargo, “no habían transcurrido demasiados años para que el presidente de los Estados Unidos hubiera indultado, y declarado inocente de todo cargo, a Orlando Bosch, de muy largo historial delictivo, iniciado en Cuba poco después del triunfo revolucionario, y continuado durante décadas en prácticamente todo el continente, incluso, con numerosos actos terroristas dentro del propio territorio de los Estados Unidos.”

Más detalles de estos hechos se explican en un capítulo del libro, en preparación, “Pinceladas para la historia de la Política Exterior de la Revolución Cubana”.

(*) Periodista y realizadora de la televisión cubana.

Fotos: PL.

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