Los orígenes turbios del Inter de Miami (IV)
Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
Dos años atrás, el 26 de abril de 1997, ya se había denunciado por la bancada sandinista en el parlamento nicaragüense, que Mas Canosa, había depositado a manera de préstamo 100 millones de dólares a un increíble interés anual del 18%. Se exigía una investigación y se afirmaba en la misma que un depósito similar en bancos floridanos, solo habría recibido un interés de un 5%. Alemán, entonces, se apresuró a negar haber recibido dinero para su campaña electoral.
En junio del propio año, el entonces Alcalde capital Roberto Cedeño, había anunciado durante su visita a Miami, que el empresario Jorge Mas Canosa, gestionaba millonarias inversiones en plantas eléctricas y telecomunicaciones en Nicaragua. Las gestiones se habían iniciado durante la visita del prestamista en febrero de 1997, a Managua, para un encuentro privado con el probable futuro presidente. En marzo comenzó el rumor del préstamo a Alemán y la probable venta de ENITEL a Mas Tec.
En las denuncias, se argumentó que Mas Canosa, le había organizado a Alemán, durante su campaña electoral, una cena en un hotel de Miami, que le proporcionó aproximadamente 50 mil dólares, dinero que fue utilizado en publicidad y para su protección, durante los recorridos de campaña.
Cedeño ofreció esos detalles durante una conferencia de prensa en el Sheraton Biscayne Bay en el centro de Miami.
En agosto de 1997, el viaje del presidente Alemán a Miami dejó al desnudo su despilfarro internacional. La visita fue para promocionar la candidatura de Wilfredo Navarro a la Alcaldía de la capital. Se realizaron fastuosos almuerzos en sitios tan caros como el Hyatt Regency. Era indudable que cualquier apoyo financiero estaría condicionado a cumplir favores futuros de salir electo. La prensa se preguntó, por cuánto estarían dispuestos a vender a Managua a los inversionistas extranjeros y por qué, se había seleccionado a Miami, como sitio de recaudación. Había sido una forma aparentemente limpia para canalizar los fondos de inversión de la FNCA, en el candidato a la presidencia de Nicaragua. Mas apostó por su caballo y este llegó de primero a la meta.
Ambicioso desde su pubertad, a finales de 1956, Mas Canosa y otro joven masón tenían un programa los fines de semana por Radio Santiago, cuando más horrenda era la dictadura de Batista, marchó a estudiar al Presbyterian Junior College, en Maxton, Carolina del Norte. Allí estuvo dos años, hasta que el 8 de enero de 1959 volvió a Cuba para matricularse en la Escuela de Derecho de la Universidad de Oriente. Desde el mismo momento de su llegada comenzó a realizar actividades contrarrevolucionarias, hasta que el 15 de julio de 1960, se dirige a Miami, donde se enrola en la brigada mercenaria derrotada en Playa Girón, no participa. Realiza, como parte de ella, un bojeo a la Isla, intentan desembarcar en Guantánamo, se asustan y regresa sin disparar un tiro a Miami.
En 1963 se enrola en las llamadas Unidades Cubanas del Ejército norteamericano en Fort Benning, que aspiraban a una nueva invasión revanchista, terminó con el grado de segundo teniente del ejército estadounidense y fue condiscípulo de Luís Posada Carriles. Se integró a la organización terrorista Representación Cubana en el Exilio (RECE), que planificaba incursiones e infiltraciones a Cuba, financiadas por José Pepín M. Bosch, uno de los propietarios de las empresas Bacardí.
Se dedicó intensamente a recaudar dinero, obtener embarcaciones y armas y a planear estrategias subversivas. Desviaba parte de lo recolectado a su peculio personal era una especie de diezmo que se otorgaba por el esfuerzo realizado, una inocua comisión por servicios prestados. Voló a Guatemala y a República Dominicana en busca de bases para las acciones del grupo. Consiguió que un viejo B-26 fuera acondicionado para atacar refinerías cubanas. A través de un amigo, logró que un general estadounidense los asesorara en el lanzamiento de mísiles desde pequeñas embarcaciones.
El fracaso de la incursión marítima del terrorista Antonio Cuesta Valle, Tony a nombre del RECE, hizo que Mas Canosa desistiera de esas actividades y se dedicara a los negocios fraudulentos para obtener fondos personales, que rara vez invirtió en sus propósitos políticos. Siempre formaba comités recaudadores al estilo estadounidense y buscaba donantes entre los emigrados cubanos a quienes prometía tajadas del pastel tras la quimérica derrota del gobierno cubano.
A este proceso contribuyó que en 1968 se radicara en Miami la empresa puertorriqueña Iglesias y Torres. A los tres años, con un préstamo del banco Republic National Bank, Mas Canosa compró el negocio y la rebautizó como Church & Tower of Florida. La compañía era el equivalente en inglés del apellido del socio de Mas Canosa, Héctor Torres, y del ex socio de Torres en Puerto Rico, Iglesias. Y Church & Tower progresó al sumergirse en los negocios fraudulentos de la contrarrevolución cubana. Sería la cara pública de un sórdido emporio de fraudes.
Al año, por medio del tráfico de influencias y acceso a la política local donde los norteamericanos de origen cubano se abrían paso en distintos puestos locales de la ciudad y del condado Dade, la empresa de Mas Canosa, obtuvo con la licitación más baja, un contrato del consorcio Southern Bell para cavar zanjas e instalar líneas de comunicaciones en el vecino y en desarrollo Condado de Broward. Dos años después, la compañía telefónica le concedió un importante contrato en el Condado de Dade. Cavando zanjas, poniendo cables, construyendo alcantarillas y erigiendo postes de teléfono, además de operaciones bursátiles dudosas, multiplicó el dinero como “panes y peces” y alcanzó en breve tiempo ingresos por un monto superior al millón de dólares, lo cual para la época era una cifra considerable.
La boyante Church & Tower se convirtió en una compañía de acciones públicas en 1994, con la adquisición de Burnup & Sims, empresa de construcción de telecomunicaciones representada en NASDAQ, índice de acciones tecnológicas de la bolsa de valores.
En un intercambio de acciones, el clan Mas adquirió 10.3 millones de estas, el 63.8 por ciento, de Burnup & Sims. El nombre de la compañía cambió inmediatamente a MasTec Inc., y las oficinas se trasladaron de Plantation, Georgia a Miami. Jorge Mas, Jr., ocupó la presidencia; Mas Canosa tomó la presidencia de la junta directiva, se convirtió en el Chairman, como sería conocido en lo adelante, era un alago personal para su personalidad torcida y ambiciosa. Era el director de directores, equivalente a ser el capo de los capos en términos mafiosos.
El crecimiento de Mas Tec, Inc. a base de los fraudes cometidos en España, Nicaragua, México y Argentina fue expansivo. De un negocio familiar con ventas de $30 millones, que hizo en cinco años, se elevó a uno con $500 millones en entradas. El valor de las acciones pertenecientes a la familia ascendió en 1997, cuando financió los actos terroristas en la Isla, a unos $780 millones de dólares. En ese medio codicioso todo era posible.
Además de los negocios truchos, Mas Canosa se dedicó a patrocinar y dirigir intentos magnicidas, actos terroristas, proteger a criminales prófugos, darles cobija, refugio, atemorizar a la comunidad cubana en función de sus intereses, proliferó la intolerancia verbal y física, desplazó a radiodifusores con posiciones alternativas a las suyas, se núcleo de cuanto batistiano llegara a Miami. Dijo que había pasado la época de tratar de derrocar a la Revolución con incursiones armadas a la Isla y discursos en Miami, ahora había que asesinar como solución al caso cubano, en particular al Presidente de Cuba.
La FNCA, tenía a finales de la década de los ochenta, al menos dos vías visibles para derrocar al gobierno cubano, la real y fundamental, era la terrorista y en ella invirtió cuantiosos recursos, logró la entrada de Orlando Bosch Ávila a Florida en 1989, procedente de Venezuela y su posterior indulto y admisión en el país como un ciudadano honorable.
Mantuvo económicamente a su compañero de fechorías desde 1965, Luís Posada Carriles, cuando este se asentó con el apoyo de la CIA en El Salvador, después de un tercer intento de evasión de una cárcel en Venezuela, con financiamiento de la FNCA. Creó además por su iniciativa una llamada Comisión de Seguridad dentro de la Fundación encargada de las misiones secretas en distintos países. Los peores y mejores entrenados de los terroristas anticubanos fueron a la nómina de la FNCA, quien se había hecho cargo de las familias de estos en Miami, cuando estuvieron presos en otros países por haber cometido actos de terror, un estilo mafioso de comprar el silencio de sus servidores y familiares. Cuando Orlando Bosch estuvo preso en Venezuela, sindicado de ser autor intelectual del derribo en pleno vuelo de un avión civil cubano, el Dr. Alberto Hernández, alto directivo de la Fundación, tenía empleada a su esposa, la chilena Adriana Delgado Sepúlveda, en una de sus clínicas, también la esposa del terrorista Gaspar Jiménez Escobedo recibió una mesada mensual. Otro canal fue el del cabildeo, dirigido a alcanzar logros políticos hacia una llamada democratización y tránsito pacífico en Cuba.
En Estados Unidos, apoyó con contribuciones a senadores y representantes interesados en estrangular a más de once millones de cubanos, por medio del atroz bloqueo. En el ámbito internacional logró que gobernantes, desde el ruso Boris Yeltsin, al argentino Carlos Saúl Menem, exigieran pública y privadamente cambios en Cuba. El carácter oportunista de la FNCA le aconsejaba apoyar tanto a políticos del partido demócrata como del republicano. Aumentar su poder económico fue un propósito acompañante inseparable.
El origen turbio del caudal de los ahora amantes del deporte de los balones y patrones de la “pulga” divina, preexiste y es incuestionable.
Continuará…
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.
Foto de portada: Mundo Deportivo.
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