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Cuba en la más terrorista de las listas de Washington

Por Raúl Antonio Capote* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Un elevado costo ha tenido para el pueblo cubano la inclusión de la Isla en la lista de patrocinadores del terrorismo del Departamento de Estado de EEUU (SSOT).

Cuba fue incluida por primera vez en la lista durante la administración del presidente Ronald Reagan en 1982 por supuestos vínculos con el terrorismo internacional y el apoyo a grupos “violentos” en América Latina.

A esta acusación primaria se sumarían después otras como la presunta residencia en territorio nacional de miembros de organizaciones como Euskadi Ta Askatasuna (ETA), las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), etc.

En el año 2015, el gobierno del expresidente Barack Obama, en un acto de justicia y de verdad política, sacó a Cuba de la espuria lista, lo que significó un paso importante en el leve acercamiento entre los dos países.

Sin embargo, el 11 de enero del 2021, el Secretario de Estado, Michael R. Pompeo, emitió la siguiente declaración: “El Departamento de Estado ha designado a Cuba como Estado patrocinador del terrorismo por brindar reiteradamente apoyo a actos de terrorismo internacional al ofrecer refugio seguro a terroristas”

Como justificación Pompeo alegó la negativa de Cuba a extraditar a miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia, tras un atentado con bomba en enero de 2019 en una academia policial de Bogotá en el que murieron 22 personas.

Cuba no podía faltar a la palabra empeñada, debido a su papel como mediador en los diálogos de paz entre el ELN y el gobierno de Colombia y de ser garante de esas conversaciones.

Pompeo alegó también la alianza de Cuba con Venezuela y el apoyo de la isla al presidente Nicolás Maduro.

La reinclusión, convirtió a la Isla de inmediato en nación de mayor riesgo asociada al terrorismo internacional, lo que impide cualquier tipo de ayuda humanitaria, negocio, inversión y comercio que implique a Cuba y, por extensión, a los ciudadanos cubanos.

La mayoría de los bancos se niegan a procesar pagos cubanos y han congelado los fondos para actividades religiosas y humanitarias por temor a ser acusados de instigar el terror y ser penados con cuantiosas multas.

Además de las instituciones financieras, las empresas y los inversores se cohíben a la hora de relacionarse con Cuba.

Llega al colmo de que las personas que intentan hacer una transferencia de dinero por PayPal o Wise a familiares o amigos en Cuba pueden ver sus fondos congelados y sus cuentas bloqueadas.

La presencia de Cuba en la SSOT limita a los empresarios privados la apertura de cuentas bancarias en el extranjero, el uso de instrumentos para cobros y pagos internacionales, el acceso a empresas fintech y banca digital, y la contratación de servidores y servicios online, etc.

El objetivo es más que claro, privar al país de sus ingresos y disminuir su capacidad de compra, dificultar la adquisición de alimentos, de piezas de repuesto, de combustible para sus termoeléctricas, paralizar el transporte, impedir la llegada de insumos para fabricar medicamentos en Cuba, provocar el hambre y el descontento en el pueblo.

La SSOT se inscribe como un instrumento más en los propósitos de hacer fracasar el proyecto socialista cubano, acrecentando las difíciles condiciones de vida de las personas, ya de por sí, muy duras “gracias” a las consecuencias del Bloqueo que dura ya más de 60 años y a las más de 240 sanciones aplicadas por el gobierno de Donald Trump y continuadas por Joe Biden.

El gobierno y el pueblo de Cuba nunca han reconocido la autoridad moral del gobierno de Estados Unidos para elaborar listas arbitrarias, discriminatorias, en las cuales se evalúa y califica el comportamiento de otros Estados.

La Habana es signataria de los 19 convenios internacionales relacionados con el enfrentamiento al terrorismo, y condena este flagelo.

La lista SSOT lejos de ser una herramienta para contrarrestar el terrorismo global como plantea su escritura, su aplicación, más que cuestionable, en realidad ha servido como caballo de batalla en la arena política, para presionar a aquellas naciones que no cumplen a cabalidad los designios de Washington.

(*) Escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de “Juego de Iluminaciones”, “El caballero ilustrado”, “El adversario”, “Enemigo” y “La guerra que se nos hace”.

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