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¡Qué pena, Europa!

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Económicamente, Europa retrocede en vez de avanzar, el desempleo crece en vez de reducirse, la inflación sube y las protestas también.

Incluso, las llamadas «locomotoras» europeas, Alemania en primer lugar, y luego Francia, se están sintiendo, de manera ascendente, el resultado de haberse plegado a una política importada desde Washington, que los convierte en reos de intereses foráneos.

No puede ser comprensible, de ninguna forma, que la Unión Europea, nacida supuestamente para fortalecer unidos su desarrollo económico, político y social, permita el fracaso de su proyecto inicial, actuando como ente al servicio de EE. UU.

Qué pena, Europa, que con tantos acuciantes problemas, preste más atención a referirse a otros que a la solución de su crisis sistémica.

Quizá no haya comprendido la Unión Europea que sus países son parte de este mundo, con sus aciertos y desaciertos, con sus aspiraciones y sus frustraciones.

¿Cómo entender –por poner un ejemplo– que solo por el hecho de cumplir con lo que ordenan las administraciones estadounidenses, los gobiernos de esa región –o la mayoría de ellos– hayan optado por participar en el reality show de las sanciones a Rusia, por sus enfrentamientos con Ucrania, al punto de cerrar las compras de gas y petróleo provenientes de Moscú, cancelar negocios, inversiones, importaciones de granos y de otros artículos básicos para los hogares europeos?

Mientras esto sucede, y los pueblos del Viejo Continente son afectados, tanto por la carencia del gas ruso como por los altos precios del obtenido en otros lares, el Gobierno estadounidense bate palmas y se anota nuevos puntos como único beneficiario de una Europa más desestabilizada y caótica, que adquiere armamento proveniente del complejo militar industrial de Estados Unidos, para ser entregado a Ucrania, de manera que la guerra continúe y no aparezca solución alguna a través del diálogo.

Estamos en 2023, y es posible que quienes apoyan a los que quieren seguir viviendo del negocio de las guerras, las sanciones y las amenazas, olviden gestionar fuentes de trabajo para los más de 13 millones de personas desempleadas en esa región.

Respecto a Cuba, sería mucho mejor y plausible que quienes dentro de la propia UE y la Eurocámara promueven rupturas, crean noticias falsas y se inmiscuyen en los asuntos internos de la Isla, fomentaran la amistad y no el odio, la colaboración y no la exclusión, así como el diálogo permanente como fuerza motriz para alcanzar estadios superiores en unas relaciones con cimientos en la cultura, la historia y los intercambios económicos, comerciales y políticos, acorde con los tiempos que corren.

Tomado de Granma/ Foto de portada: AFP

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