Cuba

Abrir caminos a la fotografía afrofeminista

Por Lisandra Fariñas

En un espacio donde ellas tienen escasa presencia, tanto en calidad de artistas como en condición de sujetos del arte, donde predominan visiones estereotipadas sobre su representación e incluso sobre el feminismo, continuar apoyando a quienes intentan romper esos moldes resulta vital, coincidieron especialistas y participantes en el panel “Encrucijadas: desafíos de la fotografía afrofeminista en Cuba”.

El arte, como cualquier nicho, tiene brechas de género, reflexionó la gestora cultural Ada Azor, quien habló de la experiencia del Premio de Fotografía Feminista, con dos ediciones promovidas por el proyecto Circuito Líquido, que ella lidera.

“Pensamos en el premio para contribuir a crear cambios sistémicos a partir de la gestión del arte”, apuntó Azor en el panel que formó parte del II Coloquio sobre Mujeres Afrodescendientes el sábado 22 de julio.

La gestora cultural comentó que, cuando idearon el premio, se preguntaron si existía una fotografía feminista en Cuba, cuáles eran sus temas, desde qué aristas se reflejaban (los cuidados, la violencia…), y cómo se representaba a las mujeres, específicamente a las negras y mestizas.

Su realización, sin embargo, evidenció una subrepresentación de ellas, como autoras y como sujetos de la obra. Además, hubo mucha reproducción de estereotipos sexistas, clasistas y racistas en las muestras presentadas.

Algo similar experimentó la investigadora del Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ), Yaniset Núñez Manzanares, quien buscó artistas negras para una exposición fotográfica colectiva y encontró muy pocas. “Incluso llegamos a la Academia de San Alejandro, pero realmente son muy pocas las que están estudiando”, subrayó.

Es una cuestión de oportunidades y también de modelos a imitar, valoró Azor. “Las mujeres negras tienen escasos referentes en el arte. Pasa igual que en las ciencias, si no tienes referentes, no te identificas ahí, no ves mujeres negras en las exposiciones, no ves artistas negras posicionando su discurso, y esa exclusión tiene un impacto”, dijo.

“Creo que hay artistas negras y mestizas trabajando la fotografía, pero están en las comunidades, en guetos”, añadió.

La solución, no obstante, no pasa por completar cifras en las academias, insistió Núñez Manzanares, pues la calidad de la obra tiene un papel fundamental. “Debemos acompañar a las artistas que tienen talento, pero que no cuentan con recursos. Las carencias afectan mucho más a las poblaciones negras y, por tanto, la cuestión no va de cuotas para incluirlas, sino de defender la obra de valor”, apuntó.

Otro aspecto relevante, en su opinión, es que no todas las artistas en este ámbito tienen una percepción afrocentrada o afrofeminista, y muchas veces manejan conceptos erróneos sobre el feminismo.

“Es una situación que requiere de un trabajo cultural profundo, con sensibilidad, para encontrar el equilibro justo entre el feminismo y el arte. El propósito es cambiar esa manera de ver las cosas que tiende a reproducir estereotipos sobre las mujeres negras”, consideró.

De acuerdo con Azor, existe un desconocimiento del arte feminista, algo que salió a relucir en los espacios de sensibilización creados como parte del Premio de Fotografía auspiciado por Circuito Líquido.

“Las mujeres fotógrafas le daban una connotación negativa a situarse como feministas, y más aún como fotógrafas feministas, porque sus referentes, fundamentalmente fotógrafas con una dilatada carrera, no se ubicaban tampoco dentro del feminismo”, precisó.

El arte feminista todo el tiempo está cuestionando. Desde el discurso visual, el proceso mismo de la obra y las dinámicas relacionales que se dan después en la circulación de esa obra; cuestiona todos los procesos de exclusión, discriminación, invisibilización, y propone alternativas sociales, no queda en la denuncia, definió la gestora cultural.

“Es un arte incómodo y ello provoca que muchas personas no se van a posicionar de esa manera”, enfatizó Azor, quien prefiere hablar de fotos que pueden leerse con una visión de género o una visión crítica feminista.

Fue esa la línea que abrazó la fotógrafa Mavel Valdés Campos, quien ha centrado su obra en dignificar la negritud desde las instantáneas.

“Comencé mi trabajo en el 2016, sobre todo con mujeres y la mayoría afrodescendientes, pues me dedicaba a reflejar eventos dentro del rap”, relató la artista.

Esta labor le permitió conocer una comunidad dentro de la cual también hay mucha discriminación hacia la mujer, pero que a su vez sufre otros estereotipos presentes en la sociedad como considerar la cultura del hip-hop marginal y violenta.

Luego, cuando inició sus trabajos dentro de la publicidad, encontró una imagen de la mujer muy trabajada, muy producida, con mucho maquillaje y muy sexualizada, particularmente en el caso de las negras y mestizas.

Las poblaciones negras, en general, son representadas en ambientes pobres, de marginalidad, o visualmente sexualizadas. También se utilizan elementos folclóricos sin atender a sus significados, con una visión esteticista que despoja de sentido toda la raíz cultural”, comentó.

Frente a ello, Valdés Campos ha optado por desterrar estereotipos desde su obra, tanto los raciales como los de género, apelando al blanco y negro para que el color no robe el protagonismo a las personas y los sentimientos que muestra.

Tomado de Red-Semlac

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