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El sueño orwelliano del Imperio, la aniquilación simbólica de sus adversarios

Por Raúl Antonio Capote* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

La primera gran operación moderna de propaganda llevada a cabo por un gobierno, ocurrió bajo el mandato de Woodrow Wilson, vigésimo octavo presidente de los Estados Unidos de América (1913-1921).

Era de interés de los grandes consorcios que el país entrara en la Primera Guerra Mundial, pero la población no veía ninguna razón para involucrarse en una guerra europea, entonces, para cambiar ese estado de opinión, se creó una comisión de propaganda gubernamental, conocida con el nombre de Comisión Creel.

La nueva organización, en seis meses, logró convertir a una población pacífica en belicista. Se alcanzó un éxito sorprendente que conduciría a otro mayor. Una vez finalizada la guerra, se utilizaron las mismas técnicas para excitar lo que se conocía como Miedo Rojo.

La amenaza de una invasión bolchevique que pondría fin al “sueño americano”, se convirtió en instrumento eficaz para “tranquilizar” a las masas. Ello permitió perfeccionar la destrucción de sindicatos, el control de la libertad de prensa y del pensamiento crítico.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la histeria anticomunista llegó al paroxismo con el macartismo, que desencadenó una persecución sin precedentes contra todo lo que oliera a progreso.

El Miedo Rojo fue utilizado eficazmente mientras duró el llamado Campo Socialista, si el pueblo se agitaba, se tocaba a rebato por todos los medios de prensa ¡Que viene los rusos!

Los éxitos de la Comisión Creel, permitieron al negocio de las Relaciones Públicas una enorme expansión, obteniéndose grandes resultados a la hora de conseguir una subordinación total de la gente a las directrices procedentes del verdadero poder del capitalismo.

Las relaciones públicas constituyen una industria inmensa que mueve billones de dólares, que tiene como misión controlar a la opinión popular, considerada el mayor peligro al que se enfrentan los “dueños del mundo” o sea los propietarios de las mega corporaciones transnacionales.

Mediante el control absoluto de los medios de comunicación, del sistema educativo, de la industria del entretenimiento, con una intelectualidad adocenada, integrada al sistema, puede surtir efecto cualquier política.

Se ha alcanzado un éxito extraordinario en disuadir las amenazas al sistema con avalanchas de falsedades, construyendo consenso con el uso eficaz de la propaganda y los mecanismos de represión.

Hasta mediados de los años ochenta, cuando los estadounidenses andaban “confundidos” se les ponía el mismo disco: “que vienen los rusos”. Pero al perderlos como encamación del mal, hubo que fabricar otros.

Al igual que hizo el aparato de relaciones públicas reaganiano en su momento. George Bush, empezó a utilizar a los terroristas internacionales, a los narcotraficantes, a los talibanes, a Sadam Husein o a Osama Bin Laden.

Han tenido que hacerles aparecer a uno tras otro, “ejes del mal”, “amenaza china”, etc. asustando a la población, aterrorizándola, de forma que, muerta de miedo, termine apoyando cualquier iniciativa del poder.

Cuando se trata de destruir a un enemigo, siempre se produce una gran campaña de descrédito para aniquilarlo simbólicamente, una oleada de sanciones económicas para desarmarlo y una ofensiva diplomática para aislarlo. No se puede atacar si el adversario es capaz de defenderse, primero hay que derribar los cimientos que le sostienen.

Cuán real es lo que nosotros percibimos como “realidad” si el capitalismo ultra tecnológico tiene el poder para alterarla. Si tiene como y puede invadir la privacidad, si lo que hacemos, lo que decimos, lo que pensamos, es escrutado sin recato por las grandes corporaciones al servicio de los gobiernos.

El Capitalismo, dueño de la tierra del Gran Hermano, construye cada vez más casamatas, más trincheras y alambradas, que reducen los espacios de defensa de la verdad, con el objeto de perpetuarse y aumentar los privilegios de la casta del 1%, no queda de otra que comenzar a desalambrar.

(*) Escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de “Juego de Iluminaciones”, “El caballero ilustrado”, “El adversario”, “Enemigo” y “La guerra que se nos hace”.

Foto de portada: Timeoast.

 

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