La guerra de la OTAN contra Rusia
Por Hedelberto López Blanch* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
Con la utilización de Ucrania como punta de lanza, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), bajo la dirección y control de Estados Unidos, ha lanzado una guerra híbrida contra la Federación de Rusia para tratar de destruirla.
Ha sido una obsesión de Occidente la intención de eliminar de la arena pública a Rusia a la que observa como un primer escollo para detener el mundo multipolar que cada vez toma más fuerza y amenaza la hegemonía imperial que ha mantenido en las últimas décadas Estados Unidos. Tras alcanzar hipotéticamente ese objetivo, la República Popular China sería el otro objetivo a eliminar.
Además de una enorme campaña desinformadora en los medios de comunicación contra Moscú y aplicarle 14.022 “sanciones”, Estados Unidos junto con la OTAN han utilizado a Ucrania, enviándole todo tipo de armamentos para intentar desestabilizar al gobierno ruso.
De acuerdo con estimaciones del Instituto Kiel para la Economía Mundial, Ucrania ha recibido más de 100.000 millones de dólares en ayuda humanitaria y apoyo militar de 40 países. De esa cantidad de dinero, Washington ha aportado alrededor de 51.246 millones de dólares, más de la mitad en asistencia militar, de seguridad, financiera y humanitaria.
La contraofensiva militar ucraniana que no ha dado los resultados esperados para Occidente pese al derroche de financiamiento y equipos militares que se les han asignado, está creando malestar e insatisfacción en varias capitales de la Unión Europea y hasta dentro del Pentágono.
Pero la ofuscación del presidente Joe Biden por intentar destruir a Rusia continúa y aumenta las presiones al Congreso para que otorgue más financiamiento y equipos militares al régimen de Volodimir Zelenski. Muchos opinan que lo que Biden quiere es tratar de ocultar los sucios negocios en los que están envueltos él y su hijo que van desde actos de corrupción con diversas compañías hasta la creación de laboratorios biológicos con fines militares y terroristas.
Según el portal Infodefensa, ya se le han entregado a Ucrania, provenientes de varios países, 45 aviones (Mig-29 y Su-25) procedentes de Polonia, Eslovaquia, Bulgaria y Macedonia.
De Estados Unidos, Polonia, Macedonia y Croacia fueron enviados 85 helicópteros, Mi-17, Mi-24 y Mi-8 y una docena de Ka-32ª11BC suministrados por Portugal.
Asimismo, le han llegado a Kiev 800 tanques, 4.300 blindados, 1.600 piezas de artillería, 3.200 vehículos blindados, además de lanzamisiles antitanque Javeliny, antiaéreos Stinger, provistos por Estados Unidos, los NLAW, fabricados por Reino Unido y Suecia, y los Panzerfaust 3, de Alemania.
Zelenski confirmó la llegada de misiles SCALP-EG de largo alcance, una versión francesa de los Storm Shadow, que el Reino Unido ya ha entregado.
También ha utilizado dos avanzados sistemas de artillería de parte de Estados Unidos, entre estos los obuses M777 y dos docenas de sistemas de lanzamiento múltiple de misiles HIMARS.
Para rematar esa obsesión diabólica, Estados Unidos ha entregado bombas de racimos a Kiev (prohibidas en más de 100 países y su uso condenado por las Naciones Unidas debido al alto grado de peligrosidad hacia la sociedad civil) las que ya ha utilizado contra indefensas poblaciones en el Dombass.
Alemania envío tanques Leopard 1 y Leopard 2, y Estados Unidos y el Reino Unido hicieron lo mismo con sus Abrams y Challenger 2, respectivamente.
España, Países Bajos, Italia, Rumania, Grecia y otras naciones occidentales han mandado numerosas armas, avituallamiento y equipos de todo tipo hacia Kiev.
Ni las extorsiones financiero-económicas, ni el enorme apoyo militar de la OTAN a Ucrania han podido debilitar al gobierno ruso.
En conclusiones, la guerra no es entre Rusia y Ucrania, sino de la OTAN contra Rusia.
(*) Periodista cubano. Escribe para el diario Juventud Rebelde y el semanario Opciones. Es el autor de “La Emigración cubana en Estados Unidos”, “Historias Secretas de Médicos Cubanos en África” y “Miami, dinero sucio”, entre otros.
Ilustración de portada: Adán Iglesias Toledo.