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Elecciones en Ecuador y Guatemala: De la violencia a la incertidumbre política

Por Alejandra García y Bill Hackwell / Resumen Latinoamericano-Estados Unidos.

Este domingo se celebraron dos importantes elecciones en América Latina: las generales en Ecuador y la segunda vuelta presidencial en Guatemala. Dos países sin frontera común, pero con problemas compartidos y habitantes que anhelan soluciones. Hoy definen su futuro político después de un torbellino de corrupción, acusaciones y una violencia enquistada.

La importancia de estas elecciones radica en que reflejan el período contemporáneo de lucha entre el viejo orden neoliberal de los oligarcas y el imperialismo y los países que avanzan en la dirección de la integración regional y la autodeterminación.

Ecuador cerró este domingo una tensa jornada electoral para designar presidente y legisladores en medio de un despliegue militar debido al reciente asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio hace 10 días y a la violencia de las bandas de narcotraficantes.

Al cierre de esta edición, la candidata Luisa González, respaldada por el partido del ex presidente progresista Rafael Correa (2007-2017), seguía siendo la más votada, con el 32,22 por ciento de las papeletas a su favor. Sin embargo, se espera una segunda vuelta electoral el próximo octubre entre González y el candidato derechista Daniel Noboa, de Acción Democrática Nacional, que ha obtenido hasta ahora el 24,74% de los votos. González habría necesitado el 40% de los votos para evitar la segunda vuelta, pero ese escenario parece poco probable a estas alturas del recuento de votos.

La autoridad electoral tiene hasta este miércoles para dar los resultados definitivos. Pero se espera que los resultados no varíen. El candidato elegido en la segunda vuelta de octubre gobernará durante los próximos 18 meses, sólo hasta el final del mandato del presidente saliente, Guillermo Lasso, que convocó estas elecciones anticipadas tras verse inmerso en escándalos de corrupción y enfrentarse a un proceso de destitución.

Estas elecciones en Ecuador fueron atípicas. Aunque las autoridades insisten en que el proceso electoral se desarrolló sin contratiempos, el país vivió un esquema de seguridad sin precedentes para los candidatos, que votaron con chalecos antibalas y cascos en medio de un estado de excepción. El sustituto del fallecido Fernando Villavicencio, Christian Zurita, llegó a las urnas rodeado de militares y escudos como si llegara a un frente de guerra, con casco y chaleco antibalas. “Para los ecuatorianos, la normalidad ha quedado atrás”, informaba el diario ecuatoriano El Universo.

Los mensajes que llegaron a través de las redes y la televisión advertían a los 13,4 millones de ciudadanos convocados a votar que no llevaran mochilas ni bolsos al centro de votación. También aconsejaban ir a votar solos, según El Universo. Esto es un reflejo de la inestabilidad que existe en este momento en Ecuador

Para el candidato ganador, un año y medio es muy poco para los retos que tiene por delante Ecuador y que se han hecho evidentes en esta campaña. La inseguridad es ya la principal preocupación de todos los ciudadanos. Contenerla no será tarea fácil.

Guatemala y la oportunidad de un cambio mejor

Este domingo, Guatemala celebró la segunda vuelta de sus elecciones presidenciales, en las que el activista anticorrupción Bernardo Arévalo De León derrotó a la ex primera dama Sandra Torres Casanova, alineada con el establishment político conservador. Los resultados preliminares dan al inesperado candidato de centro-izquierda, que encabeza una cruzada contra la corrupción como nuevo líder de la nación más poblada de Centroamérica, una fuerte ventaja en un cargo que ocupará durante los próximos cinco años.

La votación se produce tras una tumultuosa primera vuelta en junio, en la que las autoridades judiciales suspendieron a varios candidatos progresistas e indígenas percibidos como amenazas para las élites gobernantes del país.

La exprimera dama perdió los comicios de 2015 y 2019 y, según los expertos, su pasado vinculado a casos de corrupción generó un fuerte voto en contra en las zonas urbanas del país; a pesar de que en la primera vuelta, el 25 de junio, se alzó con el primer puesto con casi 900.000 votos, lo que representaba el 15% del electorado.

Por su parte, Arévalo De León, de 64 años, impulsado por una propuesta anticorrupción y por la imagen de su padre, el ex presidente Juan José Arévalo Bermejo (1945-1951), sorprendió el 25 de junio al obtener el segundo lugar con más de 600.000 votos, a pesar de que las encuestas lo situaban en octavo lugar.

El ganador de las elecciones sustituirá a la administración encabezada por Alejandro Giammattei, un político conservador vinculado a decenas de casos de soborno y corrupción durante su gobierno y que está en el bolsillo de Estados Unidos. En la actualidad, la frágil democracia guatemalteca, constantemente plagada de gobiernos salpicados de escándalos, ha pasado de aplicar estrategias innovadoras contra la corrupción a acabar con tales esfuerzos y obligar a jueces y fiscales honestos a huir del país para salvar sus vidas, según los expertos.

“Arévalo es percibido en el entorno político conservador de Guatemala como el candidato más progresista que ha llegado tan lejos desde la restauración de la democracia en 1985, tras más de tres décadas de gobierno militar. Y eso no es decir mucho debido a sus vínculos con Estados Unidos, con quien seguiría estando en deuda. Ha obtenido gran parte de su apoyo de las ciudades, y su partido está compuesto en gran parte por profesionales urbanos, como profesores universitarios e ingenieros. Ha hecho de la lucha contra la corrupción y la impunidad el eje central de su campaña”, afirma el diario Prensa Libre.

Entre sus promesas de campaña, Arévalo se ha posicionado como un populista que afirma que aliviará la pobreza en Guatemala, uno de los países más desiguales de América Latina, mediante un programa masivo de creación de empleo para mejorar las carreteras y otras infraestructuras. También prometió aumentar la producción agrícola concediendo préstamos a bajo interés a los agricultores. Aunque ofrece cierta esperanza tras décadas de presidentes vinculados a la pequeña oligarquía, queda por ver lo que será capaz de hacer para cumplir sus ambiciosas promesas electorales.

Foto de portada: Ecuavisa.

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