Internacionales

Estados Unidos, fue promotor del fascismo en Argentina (I)

Por José Luis Méndez Méndez */ Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano

Hechos, imágenes, elecciones, declaraciones y actitudes recientes en Argentina, alertan sobre la vitalización de tendencias y corrientes fascistas subyacentes en sectores extremistas de su sociedad, que añoran los “procesos de reorganización nacional” vividos décadas atrás.

Se recuerda cuando Héctor Cámpora renunció a su cargo, para permitir elecciones libres. Ganó, entonces, Juan Domingo Perón con el 62% de los votos, pero murió antes de cumplir un año en el poder. El gobierno peronista, en manos entonces de la Vicepresidenta María Estela Martínez de Perón, fue derrocado por el golpe militar del 24 de marzo de 1976, denominado Proceso de Reorganización Nacional, el cual impuso una férrea junta castrense integrada por tres militares, uno por cada fuerza golpista, que a su vez elegía dentro de sí, uno con el título de “presidente”, con omnipotentes funciones ejecutivas y legislativas.

Hasta el 10 de diciembre de 1983, cuando se “recuperó” la democracia, tras elecciones, se sucedieron militares en las Juntas, que dejó cientos de asesinados, más de 30, 000 desaparecidos, miles de refugiados dispersos en decenas de países, así como causó huellas indelebles en la familia argentina que aún perduran.

El Presidente Richard M. Nixon, desde el 20 de enero de 1969 y hasta el 9 de agosto de 1974, después de haber patrocinado el golpe fascista en Chile, consumado el 11 de septiembre de 1973.y respaldado otras dictaduras militares en esa región, dejó en gestación una internacional del crimen en el engendro de la oprobiosa Operación Cóndor.

Documentos secretos estadounidenses desclasificados, demuestran como desde el 15 de diciembre de 1970, Nixon ordenó a la CIA, una intervención directa y soterrada, para evitar que la Unidad Popular, triunfara en Chile o, de no ser posible, derrocarlo, según notas manuscritas tomadas apresuradamente por el entonces director de esa Agencia, Richard Helms, urgido a “eliminar esa amenaza comunista”, en una reunión con el Presidente estadounidense, que duró veinte minutos y tuvo ese solo punto a tratar.

Entonces en Estados Unidos, estaba en desarrollo varios escándalos, uno de ellos, el Watergate, el caso más grande de corrupción y espionaje político de entonces, que obligó a la dimisión presidencial, quien en dos casi dos mandatos, había cambiado hacia la derecha el panorama latinoamericano.

El mandatario republicano, mantuvo incólume y apoyó el señorío de Alfredo Stroessner, en Paraguay, vigente desde el 11 de julio de 1954, que duró hasta 1989; en Bolivia, en agosto de 1971 fue derrocado el gobierno del general Juan José Torres y asume el poder el general Hugo Bánzer. Torres es asesinado en Argentina el 10 de junio de 1976, en el contexto de la Operación Cóndor; en tanto en Uruguay, en febrero de 1973 el presidente Juan María Bordaberry cede su poder a las Fuerzas Armadas; en Brasil, en 1974 el general Ernesto Geisel toma el poder; mientras en Perú el 9 de agosto de 1975, el general Francisco Morales Bermúdez asume el poder y en Argentina, llega la ronda golpista con el citado zarpazo castrense el 24 de marzo de 1976, ya en gestación desde antes de la dimisión del titular estadounidense..

Su sucesor, no votado en elecciones ni elegido, Gerald Ford, asumió y desarrolló el reacomodo de la penetración e influencia de ese país en el Sur de América Latina, presente con raíces históricas. En juicios, sobre esa página terrible de la humanidad, se han mostrado cientos de textos elaborados por entidades estadounidenses, desde antes de la gestora conferencia de Inteligencia en Chile, en la que se instituyó formalmente la coordinación de las fuerzas represivas bajo el nombre de Cóndor.

Empieza en 1972, algo, que es su clave de lectura sobre ese proceso. Hasta ese momento, lo conocido establecía una historia constituida, que comenzaba en apariencias en octubre de 1975, pero el análisis crítico de la narrativa oral plasmada en documentos lo niega, sus orígenes formativos lo preceden Final del formulario, SiSi se establecen metodologías y los nombres que comienzan a intervenir en un primer período, se verá que todo es parte de un solo proceso previo, sostenido en convenios y acciones bilaterales.

La progresión muestra encuentros, que comienzan a hacerse más frecuentes y periódicos a medida que los tiempos se hacían más álgidos. También cómo y quiénes estaban bajo la lupa represora. Pero lo más recurrente es el omnipresente protagonismo de Estados Unidos.

Un texto del 12 de septiembre de 1972, un año antes del golpe fascista en Chile, revela y describe un acuerdo secreto bilateral de Inteligencia entre las fuerzas armadas de Paraguay y el Ejército argentino. Todavía en esa fecha el país argentino estaba consternado por el llamado Mendozazo, ocurrido el 4 de abril, durante el mandato castrense de Alejandro Agustín Lanusse, quien inmerso en otros eventos de explosión social como el Cordobazo y el Rosariazo, y otros ocurridos entre 1969 y 1972, periodo de explosiones sociales argentinas, conocido como “ciclo de los azos”.

El texto citado llama a “aunar esfuerzos de las agencias de Inteligencia sobre grupos u organizaciones”. Y a “prestar colaboración mutua en la lucha contra la subversión mediante medidas oportunas, desalentando elementos presentes en uno u otro país”. Argentina presenta un informe sobre los grupos “insurreccionales paraguayos o extranjeros” que detectó. Señala que “la región del nordeste del país no puede sustraerse de la presión marxista”. Describe la presencia de tupamaros en esa región, ingreso de armamentos, movimientos en el ámbito estudiantil de alumnos paraguayos. Menciona que los “sacerdotes y laicos para el Tercer Mundo tienen vigencia y presencia en casi todas las provincias” bajo esa brigada. Hablan del ERP y Montoneros. Y de altos dirigentes de las organizaciones de Paraguay que “actúan en nuestro país” y “han desaparecido del ámbito” luego de haber “sufrido”, aparentemente, “un golpe con la internación de estos dirigentes y la estrecha vigilancia sobre ellos”. Hay un anexo de boletín del Servicio de Inteligencia de Uruguay sobre los tupas. Más adelante, se describe otro documento del agregado militar de la Embajada de Brasil.

Los datos, las referencias y el concierto de países citados en el documento permiten entender la gestación de alianzas represivas en la región. Estaba abocada la acción cohesionada de esas fuerzas y que sería el precedente inmediato anterior a una serie de reuniones que se venían dando de modo periódico.

Esta aproximación inicial, no muestra interacción aún entre los servicios especiales regionales, son reflexiones sobre el acontecer político y lo calificado como subversión en desarrollo. Intercambian lo conocido, pero no se mancomunan para actuar, es una fase de intercambio informativo, casi personal entre militares que se conocen, han coincidido en la Escuela de las Américas u en otras academias castrenses.

No se identifica algún patrón de ‘cooperación’ entre los dos países. Sino que lo que se observa es una práctica de intimidad entre los dos ejércitos. No hay ninguna mención a un marco legal, que regule o limite actividades y que esté operando. Esos pasos se sucederían de manera acelerada en meses siguientes, con el intercambio de informes y la entrega de prisioneros capturados en territorio de los países de la región.

Se suceden documentos previos al final del gobierno de Salvador Allende y el fantasma de la “invasión marxista” en la región es un año que tiene como consecuencia estrechar las relaciones entre estos organismos represivos. En 1975, este proceso se consolida, mientras en Argentina, se quiebra la frágil “democracia”, para dar paso al golpe de marzo de 1976, preparado con esmero y dedicación, cuando ocurre casi todo estaba pensado, largas listas de nombres de personas a detener, exterminar y desaparecer, estaban en manos de quienes debían hacerlo con prontitud y limpieza, para que todo se ordenara. Se instala la asesoría represiva chilena, con la presencia del FBI, en Argentina.

Un documento adelantado, como resumen de lo acontecido del 28 de noviembre de 1975, durante la clausura de la primera reunión de Inteligencia Nacional celebrada en Chile desde tres días antes. Lleva la firma de los responsables de Inteligencia de los cinco países fundacionales: Jorge Casas, capitán de navío, jefe de la delegación argentina, adscripto a la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE); Carlos Mena, mayor del ejército, jefe de la delegación Bolivia; Manuel Contreras Sepúlveda, jefe de la DINA chilena; José Fons, coronel del ejército, jefe de la delegación de Uruguay, así como Benito Guanes Serrano, coronel del ejército y jefe de la delegación paraguaya.

Este acuerdo formaliza lo que hasta entonces no aparecía con claridad: la “cooperación”. En las conclusiones señala que “se dan por iniciados a partir de esta fecha los contactos bilaterales o multilaterales a voluntad de los respectivos países aquí participantes para el intercambio de información subversiva, abriendo propios o nuevos carteles de antecedentes de los respectivos servicios”. Los presentes asumen como tarea formar “una oficina coordinadora destinada a proporcionar antecedentes de personas y/o organizaciones conectadas con la subversión”. Generar un directorio completo de nombres que trabajan en inteligencia “para solicitar directamente los antecedentes de personas y organizaciones conectadas directa o indirectamente con el marxismo”.

Hay recomendaciones. Entre ellas, contacto muy directo y rápido cuando se expulsa del país a un individuo o viaja un sospechoso para alertar a los servicios de Inteligencia. Colocar a disposición del equipo técnico los antecedentes que posee la Inteligencia. Habilitación en las embajadas para personal de Inteligencia nacional o similares como enlaces directos y personales plenamente acreditados ante los servicios.

Facilitar los medios para publicar información destinada a atacar “la subversión”. Agregan datos para una próxima reunión una semana antes de la reunión de comandantes del Ejército. Y finalmente disponen el nombre y formas de incorporación: “El presente organismo se denominará Cóndor aprobado por unanimidad conforme a la moción presentada por la delegación de Uruguay en homenaje al país sede. La inclusión de países del sistema Cóndor deberá contar con la aprobación de los países de la primera conferencia”.

Este documento formaliza las actividades, relaciones, prácticas, que ya estaban desarrolladas de modo bilateral por años. Lo que hizo este encuentro es darle una institucionalidad, un reconocimiento, y decir que de alguna manera había que incrementar esas prácticas. Continuará…

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Imagen de portada: Getty Images

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