Niñez y adolescencia: Cuestión en ( y de) presente
Por Yeilén Delgado Calvo
Un tejido de instrumentos legales y de acciones prácticas sostienen en Cuba la protección de los derechos infantiles, un camino en el que siempre habrá más que hacer…
El poeta venezolano Andrés Eloy Blanco tiene un hermoso poema titulado Los hijos infinitos, donde explora la idea de que tener un hijo despierta el amor por todos los otros niños, la preocupación por su bienestar, por su seguridad.
“Cuando se tiene un hijo, / se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera (…) Cuando se tiene un hijo, se tienen tantos niños / que la calle se llena / y la plaza y el puente /y el mercado y la iglesia /y es nuestro cualquier niño cuando cruza la calle…”, se lee en el poema.
Es cierto que la maternidad o la paternidad despiertan una sensibilidad aguda por aquellos seres que apenas comienzan a vivir; pero también es cierto que toda persona de buena voluntad siente cercanía e interés por el bienestar de niños y adolescentes.
Siguiendo esa línea, un Estado que se precie de estar apegado al derecho y a la justicia social sitúa a la niñez y a la adolescencia en el centro de sus intereses y políticas.
No sorprende entonces que Cuba haya sido sede recientemente de Proinfancia 2023, la IV Conferencia Internacional de Protección a la Infancia, convocada por las Direcciones de Atención a Menores y Relaciones Internacionales del Ministerio del Interior, con el auspicio de la Oficina en Cuba del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia.
Casi un centenar y medio de investigadores y especialistas extranjeros, de unos 13 países, compartieron sus experiencias en este evento.
Uno de ellos, Anthony Butler, profesor universitario británico, elogió el sistema nacional cubano de investigación sobre el particular y sus instalaciones, en lo cual intervino como asesor.
Dijo además a la Agencia Cubana de Noticias, que siente admiración por ese modelo y su personal, y recordó que está aplicado en República Dominicana y Kuala Lumpur, capital de Malasia, y en proceso de gestión en Argentina, aunque con variantes en su concepción, pero basados en la experiencia de los colegas del Ministerio del Interior.
Ese interés en el trabajo de la Isla al respecto tiene su origen en una labor sostenida y sólida en función de esos grupos etarios; reconocidos, más que como el futuro de la nación, como parte de su presente.
Desde 1991, entró en vigor en el país la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. Además de ser signataria de este instrumento, Cuba lo es también del convenio de la Organización Internacional del Trabajo referente a la edad mínima laboral.
La Carta Magna es asimismo muy clara respecto a este tema. En su Artículo 86 establece: “El Estado, la sociedad y las familias brindan especial protección a las niñas, niños y adolescentes y garantizan su desarrollo armónico e integral para lo cual tienen en cuenta su interés superior en las decisiones y actos que les conciernan. Las niñas, niños y adolescentes son considerados plenos sujetos de derechos y gozan de aquellos reconocidos en esta Constitución, además de los propios de su especial condición de persona en desarrollo. Son protegidos contra todo tipo de violencia”.
El Artículo 87 agrega que el Estado, la sociedad y las familias reconocen a las personas jóvenes como activos participantes en la sociedad y crean las condiciones para el pleno ejercicio de sus derechos y su desarrollo integral.
El Código de Familias encauza esa enunciación de “sujetos de derecho”. Entre los temas que así lo confirman están la custodia compartida, el contacto con los abuelos, el reconocimiento de las madres y padres afines, y de los vínculos significativos; y la contención al matrimonio adolescente o precoz. También la autonomía progresiva, la crianza respetuosa, el derecho de acceso a la información, a crecer en un ambiente libre de violencia, y a la identidad y la comunicación familiar.
La profesora titular de la Facultad de Sicología de la Universidad de La Habana, Roxanne Castellanos Cabrera, ha dicho que en Cuba “los niños son muy queridos y protegidos, y hay que darse cuenta que están necesitados de cuidados y apoyo, pero que poco a poco les podemos dar un gran regalo si les permitimos que sean más participativos de sus procesos de desarrollo”. Su valoración ilustra perfectamente la necesidad de que existan herramientas legales como este Código, y que sean un primer paso para cambiar concepciones.
Son logros inobjetables el esquema de vacunación, que inmuniza contra más de una decena de enfermedades; la tasa de mortalidad infantil; la detección temprana de dolencias congénitas; la eliminación de la transmisión de madre a hijo del VIH/SIDA y la sífilis; la educación universal, gratuita y obligatoria hasta el nivel secundario; y el sistema de círculos infantiles.
No obstante, quedan brechas que es prioritario atender, porque la niñez y la adolescencia deben seguirse en sus particularidades ante problemas como el embarazo precoz, el abuso en todas sus formas, la vulnerabilidad y/o marginalidad.
Programas como el de atención a madres con tres o más hijos, o el de transformación de barrios vulnerables, inciden en las vidas de los menores. Sin embargo, la Política para la atención integral de la niñez, la adolescencia y las juventudes en Cuba, defiende un enfoque de integralidad.
Durante la presentación de esta política, el vice primer ministro, Jorge Luis Perdomo Di-Lella, explicó que se orienta a articular todos los factores que intervienen en las condiciones en que viven estos grupos etarios, transversaliza sus derechos y concibe a las nuevas generaciones como actores estratégicos del desarrollo del país.
A la política la acompaña un plan de acción de largo término con acciones que se organizan desde el corto (2023-2025) y el mediano plazos (2026-2030).
“Este será un instrumento de trabajo para el Gobierno, abierto al enriquecimiento de propuestas y que requiere de un monitoreo constante”, explicó el dirigente.
En esa oportunidad, Aylín Álvarez García, miembro del Consejo de Estado y primera secretaria del Comité Nacional de la UJC, opinó que el plan de acción debe priorizar a aquellos niños, adolescentes y jóvenes que están en situación de discapacidad, desvinculados del estudio o el trabajo y que viven en las comunidades vulnerables.
El interés de Cuba por su infancia y adolescencia es una realidad y también un reto, sobre todo en un contexto de crisis económica y bloqueo.
Habrá que ser creativos e inflexibles ante cualquier retroceso para preservar esa vocación de sentir, ante cualquier niño, que se tiene “el mundo adentro y el corazón afuera”.
Tomado de Cubahora / Foto de portada: Fernando Medina