Internacionales

Cuando vengan los nuestros

Por Ana Hurtado.

Recuerdo que uno de los primeros artículos que publiqué en Cubadebate llevaba por título Maruja y hablaba de ella. De la fuerza y belleza que tiene dentro de sí y de toda su trayectoria de militancia y comunismo. Fue un 22 de septiembre de 2022.

Estaba el Hermanamiento Nou Barris El Cerro de brigada en Cuba, rodeados del amor de un pueblo que cada vez que vienen le abre los brazos y el corazón. Porque conocen su trayectoria. Son ya veintinueve años. Desde 1994 María Ruiz Martos, conocida cariñosamente como Maruja, viene a Cuba cada año con una brigada de personas dispuestas a amar el país. Los que nunca han venido quedan sorprendidos por la realidad cubana que no muestra la prensa occidental. Los que repiten, refuerzan su compromiso año tras año y década tras década.

¿Qué sería de nosotros sin todos aquellos republicanos españoles que no perdieron la esperanza en la victoria y que mantuvieron durante todos aquellos años de oscuridad? Quizás la victoria no era la que esperaban. Quizás no ha llegado todavía. Pero ¿sabéis algo? Hay muchas maneras de vencer.

Cuba lo sabe bien. El mundo cree por una falsa enseñanza que la victoria es obtener el poder – que es una forma de victoria-, pero no la única.

¿Quién más victorioso que el pueblo cubano? El heroísmo es victoria. Muchos no lo entienden porque no son héroes y no saben ni tan siquiera un ápice de lo que esa palabra puede significar.

Y este mes de septiembre que acaba de pasar la brigada de Maruja ha vuelto a la isla. Cada vez que vienen están alrededor de un mes. Y llegan a cada rincón. Este año a parte de en La Habana han llegado a Cienfuegos, Santa Clara y Matanzas. Visitando a las personas. Viendo sus esperanzas, sus dificultades y estando con ellos desde la calle hasta las instituciones.

Hogares maternos, de ancianos, proyectos comunitarios. Cualquier capa de la población en este país ya les conoce. Y les reconoce de las visitas de otros años.

Los llaman por su nombre: Dolores, Fina, Antonio, Juani, Maruja, José. Tantos más. Hay lazos de años y de cariño. Pero sobre todo de conciencia política.

Porque la solidaridad, por mucho que en tiempos modernos haya quién se empeñe en despolitizarla, es y debe ser política. Quizás en otros territorios no es tan necesaria la politización de nuestras asociaciones amigas como con Cuba. 

¿Pero por qué nació esta solidaridad? Para ayudar a un país que lleva más de sesenta años bloqueado extraterritorialmente. ¿No es la solidaridad entre los pueblos un acto y una virtud anticapitalista, anticolonialista y antiimperialista?

Eso no significa que haya personas de buena voluntad que ayuden a los pueblos del mundo y no tengan una intención política. Esa ayuda es necesaria e imprescindible. Porque se trata de humanismo. Se trata del amor al hombre por el hombre. Todas las ayudas altruistas a una causa son imprescindibles y bien recibidas. Muchas hacen más que otras tantas que dicen ser políticas. Es el caso de Puentes de Amor, integrado por personas de diferentes pensamientos, creencias e ideologías, pero unidas ante una injusticia y el amor a un pueblo.

Lo importante es no perder el centro del conflicto y del concepto. Saber que los que somos socialistas y luchamos por la lucha de clases lo hacemos teniendo nuestra conciencia política siempre presente. Es y debe ser nuestro motor. Pero recibiendo a los que se nos unen con amor para ayudar a poner fin a los males que el despotismo capitalista reparte en el mundo.

Decían los familiares de Maruja en plena guerra civil y posguerra española, que todo iría a mejor. Que todo marcharía bien cuando llegasen los nuestros. Que los aliados ganarían la II Guerra Mundial y los gobiernos victoriosos vendrían a salvar al pueblo español del yugo fascista.

No vinieron los nuestros al derrotar El Ejército Rojo a los nazis. No vinieron los gobiernos victoriosos a salvarnos. Pero el pueblo siempre estuvo. Recibimos ayuda de personas con nombres y apellidos. Solidaridad de camaradas que cruzaban los Pirineos; que escondían represaliados en sus casas. Vencimos llegando a otros países como exiliados a echar raíces y germinar flores.

Y aprendimos. Hablo por los que estaban antes porque somos los mismos.

Decía María Zambrano que “la palabra que llega a ser tiene que exiliarse de lo que es”. Para convertirse en palabra creadora. Tiene que pasar un proceso de soledad. Tiene que fortalecerse y crear para transmitir la verdad.

Por eso los nuestros también llegaron a Cuba a darle lo que a muchos de ellos mismos y a sus padres les faltó cuando España estaba hundida. Para dar un abrazo. Para dar una palabra que crea y construye y de nuevo en palabras de Zambrano, para que retroalimentándonos en solidaridad sepamos que “no se le puede dejar al corazón que descanse ni que duerma”.

Y el pasado 8 de octubre se abrió finalmente el contenedor de cuarenta pies que el Hermanamiento Nou Barris El Cerro había enviado en julio desde Barcelona.

Casi 8 toneladas de insumos materiales destinados a los CDR y al Poder Popular del Cerro. De manos de personas que como ellos mismos dicen, son trabajadoras, no ricas. Y que al igual que Cuba dan a los demás lo que tienen y no lo que les sobra. Con perfil bajo, sin hacer mucho ruido. Pero que este pueblo luchador les reconoce al ser tan luchadores como él. El valor se huele entre valientes. Y une.

Mientras tanto nosotros: trabajando, luchando en todos los frentes y venciendo, seguiremos teniendo la conciencia más despierta que la conciencia misma.

A los nuestros.

Tomado de Cubadebate/ Foto de portada: Gerardo y Maruja/ Cortesía de la autora.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *