Internacionales

Otra vez la sopa del industricidio y destrucción de empleos

Por Alfredo Zaiat

Con la consigna repetida de la libertad, el gobierno de Javier Milei inaugurará otro período de desarticulación del tejido socioproductivo, evaluación que surge de sus propios principios económicos, iguales a los de Martínez de Hoz, Menem-Cavallo y Macri. Cada una de estas experiencias ha terminado con costos elevadísimos para la mayoría de la población.

El sendero económico en este año electoral fue de incertidumbre y se proyectaba en un grado mayor para el día después del balotaje, pero con más o menos intensidad según quién sea el ganador. Ahora este factor de inestabilidad adquiere la dimensión del peor escenario imaginado.

¿Quién tendrá el control de la gestión económica en el gobierno liberal libertario (la renovada definición de neoliberal)? El equipo de Macri que fracasó en el período 2015-2019, liderado por Federico Sturzenegger, o el variopinto grupo de economistas ultra ortodoxos conducido por Emilio Ocampo y Héctor Rubini. En caso de prevalecer estos últimos, Rubini tendrá un rol destacado.

Este economista de la ortodoxa Universidad del CEMA piensa que, en términos generales, la economía tiene que volver a un contexto similar al de la década del noventa de desregulación, flexibilización laboral y apertura comercial y financiera. Esto implica, por caso para el sector agropecuario, eliminar cupos de exportación, reducir impuestos y eliminar las retenciones.

Estas medidas implican un aumento inmediato de los precios de los alimentos y bebidas. El salto inflacionario será más importante con la liberación del mercado de cambio.

Existe la convicción en todos los economistas de la alianza libertaria-macrista de que la inflación aún más elevada que la actual será el fuego del infierno purificador de una sociedad acostumbrada a la protección del Estado. Cobertura que exige recursos públicos que significa emisión de dinero y, encerrados en el marco teórico del monetarismo extremo, genera una estado de inflación permanente y creciente.

No es un misterio en base a experiencias propias y ajenas que los países que aplican un fortísimo ajuste fiscal y monetario pueden bajar la inflación a un costo inmenso en términos de actividad económica y empleo. Recesión hasta niveles de depresión y un cuadro de desocupación elevada. De este modo serán lanzados al fuego purificador trabajadores formales e informales y empresas nacionales.

El presidente electo lo dijo, liberando un rictus facial similar al del Guasón, en la entrevista con Jaime Bayly: “La casta son los empresarios prebendarios que cuando yo voy a dar una conferencia hablan pestes de mí, los corruptos de la Cámara Argentina de la Construcción. El problema es que conmigo van a tener que competir. Es decir, van a tener que ganarse el pan con el sudor de la frente. O sea, van a tener que servir al prójimo con bienes de mejor calidad o mejor precio, o irán a la quiebra”.

Se vislumbra de esta forma el inicio de un cuarto ciclo de destrucción del tejido socioproductivo, con el saldo conocido: menos industrias y pérdida constante de empleos formales de calidad.

El contenido y desenlace del proceso que comenzará el próximo 10 de diciembre no es una especulación política o un pronóstico económico del estilo de los consultores de la city, sino que resulta del aprendizaje de la historia y de la propia definición que los economistas de distintas vertientes acompañan al Presidente electo. Con la consigna repetida de la libertad, a partir de las declaraciones de Javier Milei en estos meses de campaña electoral se pueden precisar los principales lineamientos del plan económico:

* La libertad de precios con la eliminación de los controles.

* La libertad de las transacciones cambiarias con la eliminación de los controles de cambio.

* La libertad del comercio exterior.

* La libertad de las exportaciones y la eliminación de las prohibiciones y de los impuestos a las exportaciones.

* La libertad de importar.

* La eliminación de las tarifas políticas de los servicios públicos.

* La eliminación de los subsidios y de las protecciones excesivas para ciertos sectores privilegiados de la economía que la distorsionan.

* La reducción del déficit del presupuesto nacional y su financiamiento no inflacionario.

* La reducción y racionalización del gasto público.

* El lanzamiento de un programa de privatización de las empresas estatales.

Este mismo plan, punto por punto, fue presentado por cadena nacional el 2 de abril de 1976 por el ministro de Economía de la dictadura militar José Alfredo Martínez de Hoz. Es el mismo programa aplicado en los noventa durante el menemismo y retomado en 2015-2019 por el macrismo.

El saldo fue y será el mismo: una inmensa crisis económica con elevados costos sociolaborales.

Tomado de Página12

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