Culturales

El fuego sigue estando en la fragua

Palabras de elogio al 44 Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano, pronunciadas por el presidente del ICAIC, Alexis Triana Hernández.

Estimadas autoridades del Estado y del Partido Comunista de Cuba que asisten a este acto de inauguración, queridos Premios Nacionales de Cine, amables jurados; distinguidos productores, guionistas, realizadores, actores y actrices, críticos; amantes todos del Nuevo Cine Latinoamericano, que llegan desde 19 países a La Habana, Cuba, que sigue siendo territorio libre de América:
Este país resiliente, indomable y creativo bajo el acoso más sostenido de un imperio, decide hoy que inauguramos el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, por encima de cualquier circunstancia material, económica o energética.

Otros eventos han tenido que ser pospuestos: este festival reabre sus cortinas por 44 años en la capital cubana.
Volvemos a ser la pantalla más hermosa y plural del continente latinoamericano desde hace más de cuatro décadas.

El homenaje al cine latinoamericano tomará la calle 23 en la capital, con pantallas y cine gigante, y se extiende ahora mismo, a cines y salas de video en catorce provincias cubanas, incluyendo parques, instituciones, universidades, e incluso barrios que están solicitado filmes que son expresión de la mejor historia de nuestras citas.

Reabrimos totalmente reparado el cine en la comunidad marítima de Regla; retomamos con más fuerza la gran sala cinematográfica de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano; volvimos a la Universidad de las Artes y a la Facultad de Medios Audiovisuales; estamos a la sede de la joven vanguardia artística, el Pabellón Cuba de la Asociación Hermanos Saiz, con El Almacén de la Imagen; sumamos a la sala Caracol de la Unión de Escritores y Artistas; convocamos a venir a la TV Serrana para muestra y homenaje; y así, paso a paso, se extiende esta celebración en homenaje al espíritu y legado de nuestros fundadores por esta Isla rebelde.

Es un hecho que una mujer dirige por primera vez nuestro encuentro, como la mejor expresión de una Cuba, donde ellas significan más de la mitad de la fuerza profesional de este país. Y una vez más, para los cineastas, gestores y promotores culturales de Cuba se abre un gigantesco reto:
¿Qué hacer en pleno siglo XXI con la defensa de nuestras Utopías? ¿Cómo hacer en este mundo donde se nos imponen nuevos dioses y cánones digitales?

Es curioso que para la plataforma Wikipedia, Alfredo Guevara, fue “un funcionario cubano, experto en cine.” Ni siquiera la medalla en oro Federico Fellini, que le entregó la UNESCO como el primer cineasta en recibirla, ayuda a que le reconozca como el formidable gestor cultural que fue y será. Primero está la marca indeleble de “funcionario”, y a continuación, compañero de luchas de Fidel Castro. Y después que fue el fundador del ICAIC, y de este Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, y además su presidente por más de tres décadas y en dos periodos. Cierto que después describe parte de sus méritos, pero de poco le sirven las críticas de arte publicadas del 1953 al 57 en el periódico HOY, ni los guiones escritos bajo la asesoría de Cesare Zabattini, ni sus apasionantes libros, discursos, ensayos y compendios de cartas con Glauber Rocha, García Márquez y cineastas de todo el continente, y con el propio Fidel.

Y es que, por encima de tirios y troyanos, llegamos aquí gracias a aquel primer encuentro, heredero de Viña del Mar, Mérida y Caracas, que se inauguró un 3 de diciembre de 1979 con más de 600 cineastas latinoamericanos, que convocó aquel equipo de gestores y cineastas con Alfredo Guevara al frente, fundadores del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos.
Porque tan importante como él, eran los compañeros que tomaron parte a su lado, en una Revolución que, apenas a 90 días del triunfo, fundó la existencia del ICAIC con la firma de su indiscutible líder.

Puedo ver ahora mismo una foto de Agnes Vardá, donde detrás de Alfredo, aparecen otros dos “funcionarios”. Nada menos que los queridos Saul Yelín, su armador de un sistema de relaciones internacionales; y Héctor García Mesa, director de nuestra Cinemateca. ¿Quién se atreve hoy a cuestionar cuánto aportaron a la promoción y defensa de una cinematografía continental?

Entre otros, su vicepresidente, Julio García Espinosa, un egresado del Centro Experimental de Cine en Roma, joven de unos 30 años ya “preocupado por la cultura nacional, la creación artística en sus más vastas interrelaciones y complejidades, y el cine en su doble condición de arte-industria.” Así lo describe Manuel Herrera en sus palabras al libro “Vivir bajo la lluvia”, esa apasionada compilación de Lola Calviño, la eterna esposa de Julio, para referirse a un formador de dos generaciones de cineastas en este Instituto.

Y así, a un piso de este edificio, que se llamaba Atlantic, lleno en aquel entonces de oficinas comerciales, bufetes de abogados, estudios de ingenieros y arquitectos, aquí llegó esa tropa de fundadores, con Titón, Santiago Álvarez y Juan Padrón y Humberto Solas y tantos otros a tomar este edificio como símbolo para entregarnos un cine raigal y cubano.

Muy fácil es venir a juzgar hoy la complejidad de nuestra historia: la verdad sigue siendo poliédrica, y contar desde el monólogo lo puede cualquiera con las nuevas tecnológicas. Lo difícil es acercar las manos a la fragua, hundirlas en la masa, reasumir como ellos la sentencia de José Martí que ¨Crear es pelear, crear es vencer.”

Nos toca como nunca antes que el cine y el audiovisual regresen a las calles y parques, a las comunidades como los tiempos de los Cines móviles, los cine-debates en fábricas y centros de estudio gracias a la intensidad del movimiento de los cineclubes. Hay que volver a tomar la calle, cámara en mano, a dejar testimonio de esta gesta, y de nuestros pueblos enfrentados a una nueva arremetida de la derecha fascista y neoliberal. Este es un festival desde las izquierdas.

Y es por lo que hay que renovar esta institución, y que acompañe con mayor capacidad y eficiencia a sus cineastas. Hay que recuperar la industria y desarrollar una plataforma de rodajes nacional e internacional. Hay que desatar nudos y amarras absurdas a la producción, la exhibición y la distribución cinematográficas. Hay que salir de las oficinas e irse donde estén los cineastas y los más diversos creadores de vanguardia con sus proyectos en los barrios. Hay que Dialogar-dialogar con todos aquellos que tienen propuestas y partan siempre del respeto mutuo, de los que -al decir de Jorge Fuentes en uno de nuestros encuentros en salón del Noveno piso- estamos por la solución y no por el escándalo. Estamos por la obra, #PorElCineCubano por el Cine Latinoamericano.

Nos urge el resurgimiento de este Festival de Cine Latinoamericano, porque para cada uno de nosotros tiene que seguir empujando cada país. Como el Gabo, y aquel señor de alas enormes que fue Fernando Birri, y Fidel, fundando una escuela de cine en San Antonio de los Baños, que no cerro ni en el peor momento de los noventa, y ahí está, viva y polémica.

“…El fuego está en la Fragua.” Es una frase de nuestra Graciela Pogolotti en el prólogo al libro de Alfredo que se nombra Tiempo de Fundación. “Por más de medio siglo, Alfredo y yo hemos compartido un mismo camino de exaltación y entrega sobre carbones ardientes. No hemos coincidido siempre en las valoraciones y en los puntos de vista. Pero en el fuego está la fragua.”

Y es, queridos invitados, que como en 1959 o en 1979, y a las puertas del 2024, el Fuego sigue estando en la fragua!

Hagamos votos porque renazca este nuevo cine latinoamericano, profundamente revolucionario en revolucionar, contra la Colonización cultural y la dominación imperialista, convencido de que otro mundo mejor es imprescindible.
Muchas gracias.

Cine Charles Chaplin,
8 de diciembre de 2023.

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