Culturales

Alexis Triana: “Tenemos que regresar a un cine que dialogue con la suerte de su país”

Por Flor de Paz * / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Los 65 años del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) han llegado acompañados de una nueva presidencia que lo encabeza y también del propósito de impulsar una refundación de las políticas culturales que caracterizaron las etapas iniciales del quehacer de un cine propio en la isla.
Alexis Triana, quien desde hace unos cuatro meses preside el ICAIC, explica para Resumen Latinoamericano-Cuba una buena parte de las voluntades hechas realidad en jornadas recientes, otras encaminadas a su materialización y aquellas que son todavía metas por alcanzar.


Avances y objetivos se mezclan así en la animación de los encargos que tiene el ICAIC en la sociedad cubana, con el gremio de los cineastas, e incluso en el ámbito internacional.


—El ICAIC tiene bajo su subordinación cinco importantes empresas: Estudios Cubanacán, Laboratorio Digital ICAIC, Audiovisuales ICAIC, Animados ICAIC y la Distribuidora Nacional de Cine ¿Cuál es la estrategia de esas instituciones como aportadoras de financiamiento al cine cubano?
—Lo primero que nos pasa es que no tenemos empresas; estas son entidades presupuestadas que como máximo tienen un esquema de financiamiento mixto para captar ingresos; es un esquema envejecido, porque sigue dependiendo mayoritariamente del presupuesto estatal.
“Los fundadores del ICAIC, sin embargo, lo concibieron con la idea de que incluyera el proceso industrial, por eso le pusieron Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos; estaban claros de que tenía que haber una industria de cine y eso fue en ellos una obsesión.
“El otro día vi a Titón en un material de la década de los ochenta donde explica cómo una isla del tercer mundo, un país subdesarrollado, no podía darse el lujo de producir una o dos películas de cine de autor, sino que tenía que producir veinte o veinticinco filmes para poder elegir uno o dos buenos, en el sentido de la categoría de arte. Me estremeció profundamente ver a Tomás Gutiérrez Alea diciendo esto, porque en los últimos diez, quince años ha habido una tendencia al cine de autor, a un cine estrictamente de arte.
“Por ejemplo, ya aquí no existe ni siquiera un departamento de documentales; no hay nada que sostenga el desarrollo de la documentalística cubana; ya no tenemos proyectos como La Bella de la Alhambra o Una novia para David; no tenemos aquello que conecta con los grandes públicos y que suple también necesidades sociales; no hay un filme policiaco, por ejemplo.
“Creo que eso tiene que ver con la manera en que se fue cerrando el panorama de desarrollo de la industria cinematográfica, al punto de que hoy los Estudios Cubanacán están paralizados, y se ha naturalizado que estén paralizados, que los estudios no tengan trabajo, o que los que saben hacer ese tipo de trabajo estén en sus casas interruptos.
“Lo mismo pudiera decir de la situación que tenemos en otras áreas. Un país al que le quedan ciento noventa cines abiertos —de quinientos que tenía— tiene que luchar por seguir recuperando salas cinematográficas y, sobre todo, por estimular una nueva legislación que permita que otros actores económicos —y no sólo el Estado— entren a la recuperación de esas salas, aun cuando el Estado reserve su papel rector en la distribución cinematográfica.
“Nosotros tenemos que replantearnos esos esquemas de trabajo, lograr que este Instituto haga política —y buena política— en defensa del cine cubano, que logre un sistema más armónico de relaciones internacionales para que las más recientes producciones cinematográficas vuelvan a verse en otros países del mundo.
“Tiene que volver a uno de sus objetivos fundacionales, que es la creación de un público para el cine, para la apreciación cinematográfica. Eso determinó en aquel entonces que los críticos de cine fueran a la pantalla de televisión —nosotros nos formamos en ese espíritu—; eso determinó los cines móviles, y prácticamente una buena historia de interacción entre la sociedad y el ICAIC, que hoy prácticamente ha desaparecido.

“Lo estamos intentando ahora con la IV Muestra Internacional de Cine Educativo, la MICE. Y hemos logrado de manera simultánea, en 190 cines, que las escuelas llenen esas salas.
“Trabajamos en propuestas para ver cómo van a funcionar los Estudios Cubanacán de manera empresarial, como una MiPyme cinematográfica; o cómo dinamizar Audiovisuales ICAIC, porque hay que actualizar las formas de producción del cine cubano.
“El ICAIC tiene ante sí —como parte de lo que impulsó con el Decreto Ley 373— a más de cincuenta productoras audiovisuales independientes. Fíjate, no dije productores, dije productoras; a ello súmale los productores y creadores inscritos en el Registro del Creador, que son más de tres mil quinientos en toda Cuba.
“Entonces no podemos tener fórmulas de producción arcaicas, ni seguir con el dilema en que nos pone el Ministerio de Trabajo de Cuba, en que el caballo es más importante que el actor, porque ya ese cine independiente arrancó a producir, a realizar, a circular en festivales internacionales, sin necesidad del Estado y ese, por tanto, es nuestro gran reto: hay que lograr modernizar la infraestructura estatal de producir cine, hay que rearticular la industria para acompañar a ese movimiento cinematográfico”.


—En ese sentido, ¿qué acciones pueden hacerse en este momento?
—Por ejemplo, estamos desarrollando la campaña por los 65 años del ICAIC en el ámbito internacional, y enviando lo último que estamos haciendo, como el filme Una noche con los Rolling Stones, para Ottawa y Namibia. Hemos propuesto una muestra de cine cubano en República Dominicana. Con países como Panamá, Costa Rica y Colombia también estamos articulando muestras de cine cubano. Son maneras de salir de este círculo en que parece estar la producción cinematográfica estatal y asumiendo que la independiente, aunque sea independiente, participa con nosotros desde la Oficina de la Producción, desde el Fondo de Fomento, desde el propio Registro del Creador y que, por tanto, es tan nuestra como la otra; siempre que respetemos el criterio de sus realizadores los invitamos a acompañarnos.
“Nos planteamos los Estudios Cubanacán como un posible polígono fílmico donde también intervengan distintos actores económicos; estamos sometiendo a debate temas como las film commission, o sea, las comisiones fílmicas, que en el mundo están dinamizando la producción cinematográfica.
“Estamos logrando que las productoras audiovisuales independientes se puedan convertir en MiPymes cinematográficas y que el Estado les reconozca un derecho legal para que sean pequeñas empresas con las cuales el Instituto pueda dialogar de igual a igual, siempre que reconozcan al ICAIC como la máxima expresión estatal de este país en su relación con el séptimo arte.
“Creemos firmemente en la necesidad de volver a las coproducciones y a los servicios como una manera de atraer capital extranjero al país, y que eso apoye y reactive una buena parte de la industria. Tenemos planes precisos con Rusia, con República Dominicana y con México, que ya han empezado a funcionar y que nos enseñan las múltiples posibilidades que tenemos. Lo demostró la Muestra de Cine Ruso en Cuba. Cerramos compromisos para el año 2025.
“Desde diciembre reactivamos el Festival de Nuevo Cine Latinoamericano, que se desarrolló con mucho éxito, con muestras de cine latinoamericano que llevamos a toda Cuba, a las universidades, a los centros de trabajo, a los principales centros de estudio. O sea, volvimos a salir a la calle con el cine, y esa fuerza no se ha detenido desde entonces.
“Subrayo la Muestra de Cine Dominicano, el Festival de Cine Europeo, que acaba de concluir, la propia Muestra de Cine Ruso. Solo en un mes, tuvimos dieciséis mil espectadores en los cines de La Habana, y todos esos son indicativos de cuánto podemos recuperar, porque son los mismos cines en el mismo estado; únicamente los hemos pintado, los hemos recuperado con nuevas técnicas; pero 16 mil espectadores indican que estas tácticas empiezan a funcionar”.


—Un variado capital simbólico (la cartelística del cine cubano, la revista Cine Cubano, el catálogo de Ediciones ICAIC y el propio cine, entre otros) es atesorado por el Instituto. ¿Cómo ve que pueden ser importantes para la sociedad cubana contemporánea en la labor cultural y de formación de valores?
—Tenemos que levantar la revista Cine Cubano que fue legendaria, pero que está muy debilitada en el escenario digital. Por otra parte, hemos logrado el reconocimiento de la Unesco de la colección del cartel cubano de cine, y hemos dedicado un lugar físico a la existencia de un futuro Museo del Cartel Cubano de Cine, como mismo nos planteamos la creación de un museo del cine cubano, aunque sea por etapas de desarrollo.
“Creemos que ese capital simbólico pasa por la idea de restaurar el patrimonio cinematográfico todo cuanto esté en nuestras manos. De hecho, hemos tenido la confirmación de que Colombia va a restaurar los dos primeros animados de Elpidio Valdés; lo estamos financiando, y de la misma forma va a restaurar los documentales referidos a los Juegos Centroamericanos de Cali, Colombia.
“Estamos en negociaciones muy intensas con el INA (Institut national de l’audiovisuel), de Francia, para que nos acepte la restauración de los dos largometrajes de animados sobre Elpidio Valdés, por poner un ejemplo.
“A su vez, tenemos en curso múltiples relaciones con cinematecas del mundo, queremos restaurar Los días del agua, en Chile, y lograr de nuevo que importantes centros cinematográficos en Estados Unidos apoyen la restauración del cine cubano.
“O sea, hay un camino posible. Y tiene que ver con la manera de ejercer el valor de ese patrimonio, en vez de considerarlo envejecido. Lo hicimos durante la Fiesta del Cine Cubano, que aún no ha terminado. Veinte hitos de la cinematografía nacional se proyectaron a toda pantalla y fueron motivo de diálogo entre todas las artes.
“Ahí estuvo el Conjunto Folklórico Nacional, el Ballet Español de Cuba, el Ballet Nacional de Cuba. Logramos que compañías artísticas nuestras dialogaran con el cine. El Teatro Lírico de Holguín cantó con Ernesto Lecuona en una película original, de 1939, restaurada. Es la primera vez que yo veo a Ernesto Lecuona al piano. Es decir, este capital simbólico tiene que ser ejercido y merece una nueva puesta en valor”.


—La Oficina de Atención a la Producción y el Fondo de Fomento han sido dos áreas del ICAIC que han contribuido en los últimos años al financiamiento del cine cubano ¿Cuáles son las perspectivas que tienen previstas para la realización de cine?
—Vamos a lanzar ahora la sexta convocatoria del Fondo de Fomento, y mantenemos con jóvenes directores de cine cubano toda una secuencia de producciones que estoy seguro que van a impresionar.
“Hablo de Rudy Mora con Calle 232; de Arturo Santana con Una comedia exquisita; está en rodaje con Chijona la película La fiesta; nos planteamos con Jorge Luis Sánchez el filme Performance en Toronto; estamos al habla con Alejandro Gil para hacer la película sobre Teófilo Stevenson. De esa manera, estamos arrancando la industria y tenemos mucha fe en que este será un proceso posible”.


—Usted hablaba ahorita del 65 aniversario del ICAIC. Este ha sido un pretexto para el estreno de películas y la realización de otras actividades ¿Estarán el resto del año?
—Todo el año. Tendremos muestra de cine español, japonés, colombiano, estadounidense. Vamos a lograr que cada mes sea un nuevo acontecimiento, y estamos preparando muchas sorpresas. Hasta el 24 de marzo del año que viene vamos a estar hablando de esta etapa, que más que un número cuantitativo expresa lo que significa cumplir 65 años de existencia.


— Uno de los grandes desafíos que tiene el sistema de la cultura, y el ICAIC en particular, es la conservación del patrimonio fílmico cubano. Usted mencionaba antes algunos proyectos ¿Puede detallar más cómo la institución asumirá el tratamiento de este problema ante las urgencias que implica?
—Tenemos una difícil situación, agravada por nuestro calor tropical y por el hecho de que durante mucho tiempo no se han producido inversiones significativas en infraestructuras que protejan ese legado. Hemos logrado estabilizar las nueve bóvedas existentes y empezar a tener convenios internacionales para ayudar a proteger ese patrimonio fílmico.
“Estamos adquiriendo un escáner por un valor de más de 170 mil dólares, que es un donativo de manos amigas muy importante para nosotros, para que podamos empezar a digitalizar cine cubano y rescatar y salvar ese patrimonio a tiempo, aun cuando todavía quede pendiente la fase de la restauración que es muy costosa.
“Tener un equipo propio o lograr virtualizar el que tenemos de 2K y llevarlo a 4K, son proyectos nuestros. También, fundar una escuela en el Caribe dirigida a la restauración de películas. Estamos en un momento de vuelta de tuerca, de recomienzo, de refundación de la institución, vista en estos nuevos conceptos”.


— El ICAIC tradicionalmente ha establecido nexos de trabajo con instituciones culturales y de pensamiento, ¿cómo ve esa articulación durante el año en curso y en los siguientes?
—Tenemos mucho que hacer todavía en ese camino. La Casa de las Américas también acaba de cumplir sus 65 años y estamos organizando para diciembre un evento conjunto. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) entregó al ICAIC la réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez. Recibimos la condición La Utilidad de la Virtud, de la Sociedad Cultural José Martí.
“El gobierno de Holguín en las Romerías de Mayo, ese festival de los jóvenes artistas, nos entregó el Hacha de Holguín. Estos homenajes se están sucediendo a lo largo y ancho del país y los agradecemos mucho porque el ICAIC es la primera institución cultural fundada por la Revolución, a tres meses apenas de que comenzara nuestra gesta.
“Es todo un camino que tenemos por delante, resaltan algunos procesos como el emprendido con la Muestra Internacional de Cine Educativo (MICE) que nos está poniendo a dialogar con el Ministerio de Educación de Cuba, a regresar a la escuela como eslabón e institución cultural fundamental en la comunidad. Hicimos también un evento con la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), que todavía no fue lo que queremos, pero es un rumbo.
“Hay que recuperar la idea de que el ICAIC es un ente dialogante con su sociedad, y no sólo desde una perspectiva autocrítica o crítica, sino también desde la participación social, que es lo que yo creo que tiene que ser recuperado: participación desde sí. Mucho tenemos que hacer con las nuevas generaciones para volver a esa educación cinematográfica que caracterizó las décadas de los sesenta a los ochenta en Cuba.
“Está en la Ley fundacional de este Instituto el debate de lo que había que hacer por la producción cinematográfica, la relación que no tenemos aún y que debemos lograr con el sistema de medios cubanos, y el debate en primera instancia con la televisión para estimular la producción audiovisual conjunta”.


— Existe todo un sistema de eventos y festivales que el ICAIC organiza, y otros a los que acompaña ¿Qué relevancia da la institución a estas prácticas culturales?
—Logramos un exitoso Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, pero también tuvimos un exitoso Festival Internacional de Cine Documental Santiago Álvarez in Memoriam, en Santiago de Cuba. Lo que sucedió allí, se trasmitió en directo para la televisión cubana. Fue muy interesante la asistencia de productoras y realizadores norteamericanos para el diálogo, más allá de la capital del país.
“Igual pensamos darle otro vuelo al Taller Nacional de Crítica Cinematográfica, en Camagüey. De la misma forma, el Festival Por primera vez, en Holguín, fue muy significativo en cuanto a los pitching de producción y a todo lo que significó alrededor de la atmósfera de los nuevos realizadores. El Festival de Gibara, va a marcar otra vez un hito en su diálogo con el mundo.
“Le damos mucha importancia al sistema de eventos, a la idea de que vengan muestras de cine de todo el mundo, a poder lograr que esas muestras se hagan extensivas de nuevo a las provincias del país para que se pueda apreciar buen cine y tener otro referente que no sea solo el cine comercial norteamericano”.


—El sistema de la cultura le da mucha importancia al trabajo comunitario ¿Qué otras acciones se proyectan el ICAIC para apoyar este propósito?
—Con las llamadas MICE conseguimos tener a los pioneros de las escuelas yendo a los cines. Ha sido bellísimo ver imágenes de nuestros niños viendo a Elpidio Valdés en Guisa, Sierra Cubitas, Palma Soriano, Baracoa, Los Palacios. Proyectamos cómo hacer para que el cine se distribuya aún más por toda Cuba.
“Queremos recuperar los jueves como el día de estreno de la cinematografía, lograr tarifas especiales para la tercera edad, las mujeres, los niños, con tal de atraer al público a las salas de exhibición; queremos lograr que los cines sean verdaderos centros culturales, no solo por su multiuso sino porque el filme de ficción vaya acompañado otra vez del documental, del noticiero, del animado, e incluso del videoclip o del making of.
“Entre nuestros desafíos también está cómo hacer para que regresar al cine sea una fiesta, que allí esté lo que no pueda verse en el televisor de la casa, que tengan cafetería y bares dentro, que se modernicen”.


—¿Cuál es su valoración sobre el ejercicio de la crítica cinematográfica que se hace en el país y cuáles sus retos?
—Tenemos muy poca crítica y creo que la institución tiene una alta responsabilidad en ello. Hay que volver al ciclo de que cuando se estrena un filme haya crítica sobre ese estreno, porque llegar a ese momento le cuesta mucho a este país.
“Una ocasión extraordinaria será el Taller Nacional de la Crítica Cinematográfica en Camagüey, que debe celebrarse a partir del 16 de julio próximo.
“El ICAIC tiene que lograr, por sobre todas las cosas, que la Revista Cine Cubano, la web Cine Cubano, los medios cubanos, ejerzan la crítica cinematográfica. Me complace mucho ver a Juventud Rebelde y Bohemia entre los pocos que lo hacen.
“No puede sucedernos, por ejemplo, que perdamos a alguien tan querido como Rolando Pérez Betancourt y uno sienta que la crítica de cine que le sucede no tiene el mismo vuelo artístico o el mismo rigor técnico. Ya empezamos nuevamente a producir cine y tenemos que lograr que llegue a nuestros públicos diversos, en todas partes de Cuba o del mundo, con una crítica que le acompañe. y tiene que ser una crítica de alto vuelo como lo es nuestra producción audiovisual”.


—¿Cuáles son los temas que le están faltando al cine cubano? ¿Cuáles deben abordarse o deben volverse a tratar?
—Le falta toda la pluralidad de la sociedad cubana; tenemos que lograr que las cámaras vuelvan a los barrios, a las comunidades, a los sitios donde se decide la resiliencia del proyecto social cubano; que regresen a la pantalla las mujeres, los negros, la comunidad LGTB, lo que sucede en nuestro entorno con los adolescentes.
“No importa si es de manera descarnada como en La mujer salvaje, lo que importa es que esté en la pantalla, porque este fue un país que se habituó a un cine crítico y sobre todas las cosas lo reclama, y un cine crítico no tiene por qué que ser sólo un cine hipercrítico políticamente.
“Tenemos que regresar a un cine que dialogue con la suerte de su país y que lo haga no solamente desde una cultura machista o desde un concepto de apoliticismo, o desde un enfrentamiento político directo a nuestro orden social. Tenemos que tener en la pantalla la pluralidad de la sociedad cubana y la capacidad de devolverle a Cuba su rostro.
“Tenemos que contar lo que ha vivido y hace nuestra gente, sobre todo por seguir manteniendo este pensamiento independentista, este sentido de la soberanía nacional, este afán de salir adelante por encima de cualquier tipo de bloqueos”.


—A partir de toda esta refundación del ICAIC de la que usted ha hablado ¿Tienen prevista alguna estrategia de comunicación que le acompañe?
—Estamos reconstruyendo todo el espacio de comunicación. No logramos todavía una articulación de todo ese esfuerzo. Sólo llevamos cuatro meses y medio en el Instituto, y hemos tratado de lograr que al menos exista una cartelera televisiva, que ya está saliendo todas las semanas.
“Otro de nuestros empeños es que las nuevas tecnologías ocupen espacio en el Instituto y que este pueda hablar y transmitir en tiempo real. No podemos dar una imagen complaciente ni triunfalista de algo que sólo recién comienza, pero sí tenemos la obligación de que donde quiera que hagamos algo nuevo sea comunicado y conocido”.

Foto de portada: La Jiribilla.

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