Internacionales

El Caribe: mito del Amo o proyecto Utópico

Por Josué Veloz Serrade

Amo a mi amo (fragmento)

(…) Oyendo hablar a los viejos guardieros, supe

Que mi amor

Da latigazos en las calderas del ingenio,

Como si fueran un infierno, el de aquel Señor Dios

De quien me hablaba sin cesar.

¿Qué me dirá?

¿Por qué vivo en la morada ideal para un murciélago?

¿Por qué le sirvo?

¿Adonde va en su espléndido coche

Tirado por caballos más felices que yo?

Mi amor es como la maleza que cubre la dotación,

Única posesión inexpugnable mía.

Nancy Morejón

El Caribe y la Nación¿Por qué pueblos tan diversos en lenguas, dialectos y ritmos son nombrados con el significante Caribe?Tomemos a Cuba como una muestra de esta dificultad en torno al significante Caribe. Tres pueblos aborígenes habitaron nuestras tierras: Guanahatabeyes, Siboneyes y Taínos. Pueblos derivados de migraciones de Norteamérica, del Golfo de México y de los arawak de Suramérica, y localizados en regiones muy específicas. Fueron asediados los Taínos por los pueblos Caribes: pueblos rebeldes y antropofágicos. Pero no somos nombrados como: Los Taínos, Los Siboneyes, Los Arawak, Los Guanahatabeyes.

¿Qué lugar en la lógica significante ocupó el nombre Caribe que sirvió para denominar a una región donde habitaban otros nombres, y que también fueron exterminados por el colonizador?

¿El significante Caribe es una marca de la lengua del colonizador en una de las tantas dimensiones que permiten pensar nuestra dilatada historia?

¿Cuánto define o determina a nuestros pueblos y naciones ese origen del significante que nos nombra, excluyendo todo lo que no entra en ese nombre?

¿Es posible la Nación Caribe, las Naciones del Caribe, los Caribes nacionales, lo Caribe sin naciones, las naciones sin el Caribe o sin los Caribes?

Además de saber qué es el Caribe o cómo ha llegado a Ser, es imprescindible saber qué no lo es. Qué no es el Caribe, qué es lo no-caribeño. Excedencia constitutiva de las agonías y problemas de nuestros pueblos.

El mito de la Nación europea

Ernest Renan, el historiador francés, escribió un texto titulado: «¿Qué es una nación?».[1] El argumento central es que la nación se constituye por medio de una operación de olvidos y recuerdos comunes. Lo nacional se condensa con la instalación de elementos visibles y aceptables en la memoria, mantos que cubren profundos olvidos y omisiones. Renan señala que hay grandes masacres tras los balbuceos románticos de la constitución de la República francesa, aunque no figuren en la enunciación de lo nacional. Lo nacional se forja con olvidos ausentes de la opinión corriente, mientras la República y la Nación se yerguen sobre una cierta mitología autorreferencial: sin quiebres ni conflictos, en la superficie de la conciencia histórica. El olvido, el error histórico y los recuerdos comunes que habitan la memoria consciente moldean lo nacional.

«La unidad siempre se hace brutalmente», afirma Renan. Los límites entre territorios, pueblos y naciones no son naturales, fueron producto de importantes confrontaciones y expresión de relaciones de poder. Ninguna nación puede ufanarse de pureza. Todas las naciones de Europa tuvieron en su fundación constitutiva un proceso de mestizaje de lenguas y de razas. No es posible establecer una relación fija entre los territorios constituidos como naciones y los registros etnográficos de su población. Sin embargo, el mito europeo y las distintas modalidades que las mitologías nacionales dominantes han adquirido después, siguen cierto patrón: el de instalar una metafísica autorreferencial unitaria, frente al Otro como bárbaro y mestizo.

Ese mestizaje raigal, que es el núcleo de toda identidad constituida, es subsumido en el mito de la pureza. Ese mestizaje es expulsado y ligado al Otro que viene de afuera. La impureza del origen es proyectada en el extranjero. Toda esa tradición que se rechaza y se somete al olvido, queda desplazada al Otro colonizado.

El Caribe como exterioridad constitutiva del mito fundacional de Europa

Joel James Figarola manifiesta en su texto «El Caribe entre el ser y el definir», que los pensamientos e ideas elaborados en el Caribe no son suficientes para indagar en sus orígenes y determinaciones.[2] Hay una cierta necesidad de recurrir a un pensamiento que proviene del afuera. Esto no quiere decir que las determinaciones del Caribe deban ser solo tratadas desde un afuera teórico.

Más bien, no existe un pensamiento capaz de entregarnos las categorías definitorias sobre la existencia y el devenir de nuestros pueblos. Para James, la cultura de esta región es una riqueza que se manifiesta en muy variadas formas. Dentro de ella defiende que existe «una armonía integradora».

Más adelante afirma:Resulta entonces más contrastante, y más incitante también en cuanto a la búsqueda de las razones que le pueden ser causales, la carencia de una idea al margen de toda especulación neoplatónica, de esa forma, ese olor, ese sonido, ese color y ese movimiento, y de un sistema que las articule a todas ellas, en tanto contingencias engendradoras, hasta poder proporcionarnos la dimensión de la totalidad caribeña que desde hace tiempo, a primera luz, contradictoriamente, lo reclama, y al reclamarlo lo preconstruye y condiciona.

Esa carencia por definir al ser del Caribe a partir de un sistema de ideas y de una teoría es la agonía de una totalidad que se escapa. Uno presiente que es una luz que atraviesa los dedos en movimiento. Cuando se cierra la mano queda la luz, pero en el afuera; al mismo tiempo la luz está ahí, entre-dedos. Es una operación de totalización que no puede ser concluida. La búsqueda de totalidad inaugura la potencia invisible que no va a cesar de reescribirse: como atrapable e inatrapable. James habla de «contingencias engendradoras».

La concurrencia del azar y lo fortuito, que anima nacimientos, densidades no exploradas ni esperadas por el acontecer de lo múltiple.¿Y si el Ser del Caribe fuese esa reescritura de lo múltiple e inatrapable, reunión de contingencias que trabajan de manera silenciosa por nuevos, dolorosos y gozosos nacimientos?

James defiende un devenir, un fluir en las manifestaciones del Ser del Caribe, las cuales acontecen sin que el pensamiento abstracto cuente con el tiempo suficiente para dar una definición en forma de sistema coherente.

Para James, Occidente reclama «quietud» al definir los fenómenos. El Caribe reclama tormentas, explosión de engendramientos

Es necesario que le sea inherente a ese sistema de pensar el Ser del Caribe una relación engendradora entre lo universal y lo particular, con consecuencias para lo social, lo económico y lo político.

En el núcleo desplegado del Ser del Caribe hay una Revolución como continuo fluir, que debe ser captada y también engendrada por la otra Revolución: la de la Utopía transformadora con justicia social.

Recupera James, en clave hegeliana, las relaciones del Ser con su afuera, con su exterior fenoménico. El Caribe en esta lectura es resumen y síntesis de la Europa colonial. El devenir histórico opresor de Europa sería expresado por el Caribe, en su exterioridad oprimida. Al mismo tiempo el Caribe impactaría en el despliegue de la esencia del Mundo europeo y de Norteamérica. Europa y Norteamérica serían el exterior contenido en el despliegue de la esencia del Caribe oprimido.

Europa, para ser lo que es, debe expresarse fuera de ella. Lo mismo acontece con el Caribe, debe desplegarse en un exterior a él, que, en este caso, sería primero Europa y Norteamérica después.

Una pelea de mitos

En el planteo inicial de la idea de Renan, el mito autorreferencial europeo es la identidad de recuerdos comunes y de olvidos de lo horrible, de la brutalidad de los lazos territoriales establecidos. Un olvido sobre la condición mestiza. El Caribe en esta intersección de pensares permite la realización histórico-filosófica del mito histórico fundacional de la nación europea y deviene «entificación» de la lógica hegeliana del Ser y su exterioridad fenoménica. Es decir, que el Caribe se origina inicialmente como una exterioridad constitutiva del mito europeo. Es un ente cristalizado, atado y maniatado a las proyecciones del colonizador. Imago que le pertenece a este, y le permite proyectar su mestizaje negado, reprimido, así como su brutalidad originaria. Podríamos decir que el Caribe «bárbaro» y «mestizo» sostiene a ese mito autorreferencial, que entra en crisis siempre que encuentra obstáculos para proyectar su condición salvaje originaria.

Europa se despliega en el tiempo exterior-futuro de un Caribe moldeado por las coordenadas que impone su mito. El Caribe, en cambio, quedaría encerrado en su tiempo-pasado que es Europa. Mientras para Europa el Caribe es el futuro; para el Caribe, Europa es su tiempo pasado. Por eso, ciertas formas de la política y de las revoluciones de los oprimidos parecen estar atrapadas del tiempo pasado. El despliegue de lo nuevo-futuro se encuentra impedido.

 

¿Cuál podría ser el despliegue del futuro para el Caribe?:

1-. Puede desplegarse en el exterior por medio de un tiempo-pasado que reproduce los marcos históricos del opresor: quedar atrapado en la Imago mítica de Europa.

2-. Puede manifestarse en un futuro-opresor, constituyendo a su propio oprimido, lo cual es nuevamente una repetición del interior-exterior del Amo europeo y norteamericano. El sempiterno deseo de dominación de los dominados, el sentimiento de autosubestimación del colonizado, que se deja gobernar desde el afuera y que gobierna a los propios con saña y con sangre.

3-. Puede desplegarse en un afuera utópico, un futuro sin oprimidos. Puede desplegar un proyecto utópico que no sea reproducción del orden opresor anterior.

Tomemos estas posibilidades como figuras fenoménicas que no agotan otras posibilidades. Digamos que las Revoluciones pueden ser un tiempo-pasado como imitación extranjera del Mundo opresor, pueden ser un tiempo futuro-opresor. O pueden constituir un tiempo futuro utópico sin opresiones.

Puede que las Revoluciones lleven en su seno la constante pugna y la lucha desgarradora entre estas tres figuras fenoménicas: el tiempo pasado-oprimido, el tiempo-futuro opresor y el tiempo futuro utópico.

El Caribe, el mundo oprimido y las Revoluciones en su devenir son el despliegue de una tensión, el conflicto, la contradicción, los choques entre esas distintas temporalidades: a) el tiempo pasado reproductor del Amo; b) el tiempo futuro opresor y reproductor de la relación de esclavitud que ya ha padecido; c) el tiempo futuro utópico sin opresiones. Tres temporalidades dialécticas que luchan, conviven y se despliegan en el interior del proyecto revolucionario, se despliegan y cristalizan en la política práctica, concreta e histórica. Poiesis de los hechos sociales, sustancias no eternas del afuera-exterior que se realiza, se reprime, se oblitera en los poderes que se constituyen o que quedan como potencias no realizadas.

 

Notas:

[1] Renan, E. y A. de Blas Guerrero (1987). «¿ Qué es una nación?: cartas a Strauss», no. 1294, Anaya-Spain.

 

[2] Figarola, J. J. (2018). El Caribe entre el ser y el definir, Editorial Gedisa Mexicana, S. A.

 

 

Fuente: La Tizza

Portada: Obra: Esclavo rebelde, 2013 / Nilsa Justavino

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