Internacionales

De Gaza a Dajla: El turismo-ocupación

Por Miguel Urbán.

Hace unas semanas, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sorprendió a medio mundo en una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, al anunciar que su país tomaría el control de la Franja de Gaza, desplazando a sus aproximadamente dos millones de residentes palestinos a países vecinos y transformando la región en un gran centro turístico para atraer visitantes internacionales, similar a destinos de lujo en otras partes del mundo. 

 Esta misma semana, el propio Trump compartió desde sus redes sociales un video generado con inteligencia artificial en el que mostraba la Franja de Gaza convertida en un enorme complejo turístico: con rascacielos gigantes, turistas, mujeres bailando en la playa, estatuas de Trump y un avatar de Elon Musk lanzando billetes al aire. Una supuesta recreación obscena y macabra que pretende asemejar el futuro de Gaza al de otras ciudades de la región como Dubái o Doha. Una limpieza étnica mientras Trump y Netanyahu se toman una cerveza en sendas tumbonas de playa.

Aunque la propuesta de Gaza como resort de lujo pueda parecer estrambótica o descabellada, la turismo-ocupación no es nueva ni la ha inventado Trump. De hecho, ya se practica en territorios ocupados mucho más cercanos a nuestra casa que Gaza. Me refiero al Sáhara Occidental, ocupado ilegalmente por Marruecos desde 1975 gracias a la complicidad de los diferentes gobiernos españoles, así como de una Unión Europea que, con el expolio de los recursos naturales saharauis a través de sus multinacionales, se ha convertido en el gran financiador y sostén de la ocupación, como puso de manifiesto la propia sentencia del Tribunal Europeo de Justicia.

En este sentido, a pesar de que la legalidad internacional establece que la explotación de los recursos del Sáhara Occidental por parte de Marruecos es ilegal e incluso puede suponer un crimen de guerra, este continúa realizando un expolio ilegal de sus recursos, siendo el elemento fundamental de la financiación de la ocupación. De hecho, el turismo se ha convertido en una pieza clave en la estrategia de saqueo de los recursos saharauis, a la par que una forma de legitimar y normalizar la ocupación.

El turismo ha ido cobrando cada vez más importancia económica y política para Marruecos. En 2024, el país ha conseguido convertirse en la primera potencia turística de África con 17,4 millones de visitantes, una actividad económica que ya representa un 7,2 % del PIB marroquí. En este sentido, la costa de Dajla, situada en los territorios ocupados del Sáhara Occidental, se ha convertido en una de las prioridades estratégicas de Marruecos en el sector turístico. Intentan presentarla como un destino “eco-friendly”, referente mundial en deportes acuáticos y turismo “sostenible”, cuando en realidad se trata de un territorio bajo ocupación, donde se vulneran sistemáticamente derechos fundamentales.

En los últimos meses, Marruecos ha intensificado una estrategia de promoción turística de Dajla mediante la invitación de influencers españoles de viajes y la inauguración de una nueva ruta aérea directa entre Madrid y Dajla, operada por Ryanair, para facilitar el acceso de turistas europeos a la región. Todo ello con el objetivo de posicionar Dajla como un destino clave en la oferta turística marroquí. Mientras tanto, en los últimos dos meses, el régimen marroquí ha expulsado del territorio ocupado del Sáhara Occidental a cinco periodistas, entre ellos al reportero de Público, José Carmona, y a una delegación de europarlamentarios de izquierda. Una mordaza mediática, titulada por Reporteros sin Fronteras, como “un desierto para el periodismo”, que contrasta con la promoción y el financiamiento de influencers especializados en viajes para presentar Dajla como un paraíso turístico emergente.

En este mismo sentido, aunque no se ha hecho pública la cantidad exacta que Marruecos ha pagado a Ryanair para establecer la ruta aérea hacia Dajla, lo que está fuera de toda duda es que la llegada de Ryanair a la ciudad ha sido un cambio clave en la estrategia de Marruecos para convertirla en un destino turístico internacional. Un claro ejemplo de la connivencia de las multinacionales europeas con la ocupación y el expolio de los recursos del Sáhara Occidental. No podemos olvidar que, según la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, “cualquier actividad económica en el Sáhara Occidental sin el consentimiento del pueblo saharaui es ilegal”. De hecho, el Frente Polisario ya logró suspender vuelos similares en el pasado, como ocurrió con la conexión París-Dajla de la aerolínea Transavia.

El mismo Trump que quiere convertir Gaza en un resort de lujo para la práctica de la turismo-ocupación fue quien, al final de su primer mandato, reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Una decisión política que ha supuesto un impulso fundamental para la normalización de la ocupación del Sáhara Occidental a cambio del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel. Dos países unidos por la ocupación del Sáhara y de Palestina; dos países ligados por la utilización del turismo no solo como un sostén económico, sino sobre todo como legitimador de la ocupación.

Cuando te salgan anuncios en redes sociales sobre playas paradisíacas y vuelos baratos a Dajla, recuerda que tu decisión sobre dónde pasar las vacaciones te puede hacer partícipe de legitimar y sostener la ocupación de un pueblo hermano como el saharaui. Si nunca podrías ir a un resort construido sobre las ruinas y los cadáveres del pueblo gazatí, no vayas a unas playas manchadas con la sangre y la represión del pueblo saharaui. No lo olvides.

Tomado de El Publico / Foto de portada: Carlos Luján / Europa Press.

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