La doctrina Wolfowitz y las nuevas guerras del Imperio
Por Raúl Antonio Capote* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
Con la caída de la URSS y la desaparición del campo socialista en Europa del Este, las grandes potencias capitalistas vieron ante sí la oportunidad de adueñarse, sin oposición, de los mercados y las riquezas del planeta.
Los tanques pensantes del imperio crearon nuevas estrategias de guerra para vencer a sus adversarios en todos los «oscuros rincones del mundo». Teorizaron y llevaron a la práctica dos maneras de hacerlo: mediante el uso del poder abrumador de la tecnología y la fuerza, causando «conmoción y pavor», o mediante las guerras asimétricas.
El Proyecto para un Nuevo Siglo Americano, documento insignia de los neoconservadores para extender el imperio estadounidense, basó sus principios en el uso de «la guerra preventiva con carácter global y permanente».
Para lograrlo, era necesario entrar en nuevos escenarios de guerra con una superioridad tecnológica abrumadora, frente a países débiles, pero sumamente valiosos desde el punto de vista estratégico para Estados Unidos.
De suma fue entonces y sigue siendo, la instrucción creada por el Subsecretario de Defensa para la Política Paul Wolfowitz y su adjunto Scooter Libby, la «Doctrina Wolfowitz», nombre extraoficial dado a la versión inicial de la Guía de Planificación de la Defensa de Estados Unidos para los años fiscales de 1994 a 1999, elaborada en febrero de 1992.
Este documento, que no estaba destinado a hacerse público, fue filtrado al New York Times en marzo de ese año, generando una gran controversia pública sobre la política exterior y de defensa estadounidense.
Debido a las críticas, el texto original fue rápidamente reescrito bajo la supervisión del Secretario de Defensa Dick Cheney y el Jefe del Estado Mayor Conjunto Colin Powell antes de su publicación oficial en abril del 92. A pesar de esto, muchos de los principios de la Doctrina Wolfowitz resurgieron posteriormente en la llamada Doctrina Bush.
La doctrina trazó, en buena medida, el rumbo de los acontecimientos actuales en el planeta.
La tesis del político yanqui planteaba, en esencia, que Washington debía mantener su estatus como la única superpotencia mundial, tras la desintegración de la Unión Soviética.
Cualquier oposición al logro de ese objetivo sería considerada una amenaza nacional. Recomendaba acercar a la OTAN a las fronteras de Rusia, extendiendo sus ejércitos al Este.
Entre los objetivos estratégicos principales en la guía original destacaban:
- Prevenir el surgimiento de cualquier potencia rival que pudiera desafiar la supremacía de Estados Unidos, manteniéndolo como la única superpotencia mundial.
- Promover un liderazgo global unipolar, con acciones preventivas para intervenir incluso antes de que una amenaza potencial se materialice.
- Impedir el resurgimiento de potencias regionales fuertes, especialmente en el territorio que había sido de la Unión Soviética.
- Asegurar el acceso exclusivo o predominante a recursos estratégicos y estratégicos puntos de influencia geopolítica.
- Mantener la capacidad de Estados Unidos para actuar unilateralmente sin depender de alianzas internacionales o consultas multilaterales.
- Adoptar una política exterior y de defensa basada en la disuasión activa más allá de la mera defensa, con un enfoque en la proyección de poder global.
Quizás la diferencia principal está en que La Doctrina Wolfowitz estuvo más centrada en prevenir la aparición de rivales globales para mantener la hegemonía absoluta, mientras que la Doctrina Bush amplió el enfoque hacia la guerra contra el terrorismo y formalizó la política de guerra preventiva, justificando intervenciones más amplias para proteger intereses estadounidenses en un mundo pos-11S.
En ambos casos, se reflejan políticas de poder y hegemonía, pero el contexto del terrorismo marca un cambio importante en la justificación y focalización de la Doctrina Bush.
Sin embargo, no contaron, en su arrogancia, con el resto de la humanidad. La República Popular China y la Federación de Rusia encabezan un grupo de países que plantea otra manera de construir la convivencia de las naciones, a través de la colaboración, el respeto, la solidaridad y la paz.
Por otro lado, la práctica ha demostrado que los ejércitos imperiales, concebidos para masacrar aldeanos, destruir ciudades y tomar por asalto pueblos inermes, son incapaces de vencer en los nuevos escenarios de guerra.
(*) Escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de “Juego de Iluminaciones”, “El caballero ilustrado”, “El adversario”, “Enemigo” y “La guerra que se nos hace”.


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