Cuba

Cristián Calónico: “Sin integración regional, nuestras películas seguirán viéndose poco”

Por: Thalía Fuentes Puebla

Entre el cine cubano y los Estudios Churubusco existe una relación que va más allá de la colaboración institucional; han compartido una misma vocación: entender el cine como una herramienta cultural, formativa y profundamente latinoamericana.

Para Cristián Calónico Lucio, director general de los Estudios Churubusco, el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano –evento en el que participó en la pasada edición– ha sido un espacio imprescindible para visibilizar temas, autores y países que suelen quedar al margen de los grandes monopolios cinematográficos.

Desde su perspectiva, el evento ha abierto históricamente una puerta a una cinematografía latinoamericana que rara vez encuentra lugar en los grandes consorcios, dominados por producciones estadounidenses. Por eso –subrayó–se trata de un espacio necesario y profundamente significativo para la región.

Calónico reconoció en entrevista a Cubadebate que el festival no ha sido lineal en su trayectoria. Hubo un período en el que experimentó cierto declive. No perdió su importancia, aclaró, pero sí dejó de tener la centralidad que alcanzó en las décadas de los años 80 y 90, cuando La Habana era el punto de reunión natural de cineastas de toda América Latina. En aquellos años el festival funcionaba como un verdadero espacio de encuentro continental.

Cuando esa condición comenzó a diluirse, el centro de reunión se trasladó a otros escenarios. Por eso le resulta contradictorio que hoy muchos realizadores se congreguen en festivales europeos como Cannes o Berlín, mientras el evento latinoamericano perdió, durante un tiempo, ese rol articulador. Sin embargo, consideró que en la actualidad el festival está recuperando ese espíritu original. A su juicio, vuelve a convocar a realizadores y productores latinoamericanos y, además, abre sus puertas a otras geografías.

Esa diversidad, señaló, se percibió claramente en el marco del MECLA-Isla Abierta 2025, iniciativa diseñada para convertirse en espacio de encuentro y trabajo para profesionales del sector audiovisual, donde confluyeron participantes de África, Asia, Cuba y distintos países de América Latina.

En su primera edición, México estuvo representado por los Estudios Churubusco, lo cual Calónico consideró especialmente significativo.

En su análisis, el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano no solo da cuenta de las problemáticas y luchas de la región, sino también de sus logros. Calónico insistió en que el cine latinoamericano ha dejado de ser exclusivamente un cine de denuncia. Hoy, afirmó, también se ocupa de los avances, de las conquistas y de la vida cotidiana. “Las películas ya no miran únicamente a la sociedad como un todo abstracto, sino que se centran en las historias personales; desde ahí se construye un reflejo más profundo de la realidad social”.

Uno de los momentos más significativos del festival fue la entrega del Coral de Honor a los Estudios Churubusco durante la ceremonia inaugural. Para Calónico, este reconocimiento representó un gran honor y una enorme alegría. El premio coincidió, además, con el 80 aniversario del emblemático estudio mexicano.

El director general consideró que el reconocimiento está respaldado por una trayectoria sólida. En Churubusco se han filmado o postproducido más de tres mil películas, no solo mexicanas, sino también latinoamericanas. Muchas de ellas pertenecen a la llamada época de oro del cine mexicano, cuyas narrativas marcaron profundamente la cultura y la sensibilidad de toda América Latina. No existe –afirmó– un país de la región que no haya visto esas películas o que no se haya formado, en parte, a través de ellas.

Desde su perspectiva, gran parte de la manera de pensar de los latinoamericanos, incluidos los mexicanos, está influida por esas historias. A ello se suman los múltiples puntos de contacto entre el cine mexicano y el cine cubano.

Calónico reconoció que Cuba ha aportado muchísimo al desarrollo del cine latinoamericano, especialmente a través de este festival y de una cinematografía que tuvo un impacto notable en los primeros años de la Revolución, con obras como Lucía, que sorprendieron y marcaron a varias generaciones.

Mencionó también la importancia de los Noticiero ICAIC Latinoamericano y el papel que jugaron en la proyección internacional del país. “Uno de los aportes más decisivos fue la creación de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Antes de su surgimiento apenas existían tres o cuatro cinematografías consolidadas en América Latina. Después, prácticamente todos los países desarrollaron una producción propia, lo que supuso un cambio radical en el panorama regional”.

Más allá del cine, Calónico subrayó las profundas afinidades culturales entre México y Cuba. Señaló similitudes en la música, las artes plásticas y la danza. Recordó que la escuela mexicana de ballet clásico está fuertemente influida por la escuela cubana, a la que considera una de las mejores de América Latina. Estas coincidencias se traducen también en maneras de pensar y sensibilidades artísticas cercanas.

En cuanto al futuro del festival como referente regional, Calónico recordó que el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano nació en un momento en el que prácticamente no existían eventos de este tipo en la región. Esa ausencia convirtió al encuentro habanero en un espacio imprescindible. En cuanto surgió, explicó, toda América Latina volvió la mirada hacia Cuba; incluso cineastas españoles comenzaron a participar, interesados en producir junto al talento latinoamericano y cubano.

Hoy, después de 46 años, el festival está recuperando su capacidad de convocatoria. Destacó el esfuerzo que ello implica en el contexto actual de Cuba, marcado por limitaciones materiales y dificultades energéticas. Aun así, existe una clara voluntad del pueblo cubano y de sus instituciones de seguir apostando por la cinematografía latinoamericana y de reposicionar al festival como un referente regional.

En ese marco se firmaron convenios significativos. Uno de ellos, suscrito con el ICAIC, contempla el apoyo de los Estudios Churubusco en servicios de postproducción de imagen y sonido para proyectos ganadores de tres festivales cubanos: el Santiago Álvarez, el de Gibara y el de La Habana. Para Calónico, se trata de un compromiso concreto con la producción cinematográfica del país.

Asimismo, se avanza en un acuerdo con la Escuela de San Antonio de los Baños, que cuenta con más de seis mil películas realizadas por sus estudiantes desde su fundación. El convenio prevé la digitalización de 52 obras al año durante un período de cinco años, priorizando aquellas más antiguas y en riesgo de desaparición. Estas películas serán devueltas a la escuela en formato digital y, a cambio, podrán exhibirse en la televisión pública mexicana como una serie dedicada a San Antonio de los Baños.

Calónico consideró que este intercambio beneficia a ambas partes: se preserva un patrimonio invaluable y, al mismo tiempo, se garantiza el acceso a una programación de alta calidad que difícilmente circula por otros canales.

Al reflexionar sobre la salud actual del cine latinoamericano, desde el punto de vista creativo, cree que atraviesa un gran momento. Gracias a espacios formativos como San Antonio de los Baños, existe hoy una producción sólida, con narrativas renovadas que reflejan las problemáticas sociales de cada país.

Destacan cinematografías con una fuerte tradición, como Brasil, Argentina, Chile y México, cuyas películas obtienen premios en festivales internacionales como Sundance, Berlín, Cannes o San Sebastián. El principal problema, aclaró, no es la calidad, sino la falta de espacios de exhibición. En muchos países las cadenas comerciales no programan cine latinoamericano ni nacional.

Por ello, Calónico insistió en la necesidad de avanzar hacia una política de integración regional que permita crear un mercado común, donde las películas circulen entre los países de América Latina y contribuyan a la formación de públicos. También fundamental comenzar ese proceso desde la educación básica.

En su opinión, si ese trabajo se sostiene durante 15 o 20 años, podría recuperarse un público similar al de la época de oro del cine mexicano, algo que aún ocurre en Cuba, donde el cine nacional y latinoamericano sigue encontrando espectadores, pese a las dificultades.

A 46 años de su fundación, el Festival de La Habana vuelve a colocarse –en palabras y hechos– como un espacio necesario para el cine latinoamericano.

Para Cristián Calónico, la clave está en la integración, en la formación de públicos y en la preservación de una memoria audiovisual compartida que no puede quedar relegada a los márgenes. En ese camino, los puentes entre instituciones, países y generaciones no solo sostienen el pasado, sino que abren la posibilidad de un futuro donde las historias de América Latina vuelvan a encontrarse con su público natural.

Tomado de Cubadebate

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *