Pronósticos sobre el referéndum Constitucional en Chile ¿Propaganda o realidad?
Por Gustavo A. Maranges / Resumen Latinoamericano Estados Unidos.
El primero de septiembre es el cierre de las campañas políticas alrededor del referéndum constitucional que se realizará el próximo domingo en Chile. En esta votación, se decidirá si se aprueba o no la nueva Constitución del país, lo cual significaría el fin de más de una década de luchas sociales, cuya etapa final comenzó con las masivas protestas populares de 2019.
El primer paso de este proceso constitucional fue el referéndum de entrada, en el cual el 78,28% de lo votantes decidieron que era necesario sustituir la Constitución de Pinochet, aprobada en 1980. En solo 72 horas este ciclo estará cerrado, pero las tensiones aumentan con el paso del tiempo, debido al complejo panorama en que se decidirá el resultado final.
Muchas encuestas de opinión señalan que la Constitución no será aprobada, algo que has sido repetido hasta la saciedad y que nunca ha dejado de causarme dudas. En realidad, esta tesis confirmada por los medios nunca resistió un análisis serio del contexto político chileno y hoy, muestra su naturaleza propagandística ante la incontestable evidencia aportada por varios análisis científicos basados en el uso de Big Data.
La propaganda política hace su papel
Hasta el 20 de agosto, fecha en que queda prohibida la divulgación de resultados de encuestas, los medios apuntaban a que el “rechazo” ganaría por un margen de entre el 4% y el 15%. Una búsqueda rápida en Google, muestra la coordinación en el discurso pues no se encuentra un solo titular que difiera al respecto. A lo sumo, se muestran análisis que afirman que hay mucha indecisión sin dejar de marcar la superioridad del la opción “rechazo”.
La maquinaria propagandística de la derecha apostó a la confusión para conseguir sus objetivos. Tanto los medios tradicionales como las encuestadoras de opinión jugaron un rol fundamental en esta estrategia, la cual incluyó desde fake news, manipulaciones hasta mentiras.
Por ejemplo, la campaña “Yo rechazo” se construyó sobre la falsa imagen de movimientos ciudadanos opositores y no de partidos políticos. El objetivo fue desvincularse de la pésima gestión de la derecha chilena y así evitar una derrota como la del plebiscito de 2019. Tanto es así que, el portavoz de la campaña afirmó que al acto de cierre no asistirán políticos. Incluso llegó a decir que la coalición de oposición estaba conformada por organizaciones de la sociedad civil que se han mantenido desconectadas de los partidos políticos.
Esto no solo es una burda manipulación sino una gran mentira, pues el segmento de publicidad de “Yo Rechazo” en la TV pública fue respaldado por varias ONGs en alianza con la coalición “Chile Vamos” y otros partidos de derecha.
Ante este escenario es necesario preguntarse dónde está el 80% del electorado que votó por una nueva constitución, que luego eligió una Asamblea Constituyente y un presidente progresista, en lugar de votar a los candidatos de derecha. ¿Acaso nadie se cuestiona tan repentino cambio?
No se puede tapar el sol con un dedo
A pesar de los esfuerzos por instaurar una matriz de opinión favorable a la victoria de “Yo rechazo”, los números no mienten. Recientemente, dos equipos de investigación, Espacio Político y Daoura, publicaron sendos artículos donde ofrecen sus predicciones de los resultados del referéndum, basados en el comportamiento de los usuarios en Twitter. Ambas publicaciones coinciden en que “Yo Apruebo” debe ganar con alrededor del 55% o 56% de los votos.
Ambos equipos de investigación tienen un buen récord en este tipo de ejercicios y han monitoreado de cerca el desarrollo de las campañas en cuestión. Por ejemplo, Espacio Político predijo que el primer referéndum sería aprobado con 77,8% frente a un resultado final del 78.28%. En el caso de las presidenciales de marzo, su pronóstico fue una victoria de Gabriel Boric con el 57% de los votos, frente al 55,64% del conteo real. En tanto, la brasileña Daoura predijo que el primer referéndum sería apoyado por el 75% de la población.
En el plano político es evidente que Chile es un país en revolución. En el 2019 votaron más de 7.5 millones de personas en el referéndum de entrada, cifra que fue superada en la segunda vuelta de las presidenciales, donde más de 8.36 millones de personas asistieron a las urnas.
Las últimas predicciones apuntan a que debido a las mejoras en el sistema electoral y a la obligatoriedad del voto, más de 11.6 millones de chilenos deben salir a votar el 4 de septiembre, lo cual representaría un récord de participación (77% del padrón electoral).
Estas estadísticas muestran que hay una mayor movilización política en el país y que en los últimos dos procesos electorales se ha revertido en triunfos para los sectores progresistas. Por otro lado, hay que tener en cuenta que se trata de una sociedad profundamente afectada por el neoliberalismo y que el actual proceso constitucional es el resultado de un gran descontento social por la gestión de los gobiernos de derecha.
Todo esto nos lleva a pensar que es poco probable que el “Rechazo” pueda tener el nivel de apoyo que refieren las encuestas.
Una vez más la alianza los grandes medios vuelven a desempeñar un papel clave en las estrategias electorales de la derecha. Sin embargo, la realidad se impone a cualquier intento de manipulación. La derecha chilena se enfrasca en preservar sus privilegios heredados de la una dictadura mediante la actual Constitución. En esta oportunidad se camuflaron de una supuesta sociedad civil opositora que se opone al cambio. Sin embargo, para quienes conocen la realidad del país andino, es evidente que quienes realmente están detrás de la opción “Rechazo” es el establishment chileno.
Según demuestran los estudios, la mayoría de los chilenos son partidarios del cambio y son conscientes de los beneficios de la nueva Constitución. Para ellos aprobarla sería el inicio de la construcción de un nuevo estado. Uno que reconozca todas las complejidades de la sociedad de un país plurinacional de hecho, que garantice la igualdad de género, los derechos de los pueblos indígenas y el fortalecimiento del rol de estado.
Foto de portada: Reuters.