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Rinden homenaje a Ghassan Kanafani, un revolucionario en la lucha por la liberación de Palestina

Hoy rendimos homenaje a Ghassan Kanafani, un revolucionario cuyo nombre está eternamente grabado en la lucha por la liberación de Palestina.

Ghassan no era sólo un escritor o un pensador. Líder del FPLP junto con George Habash, era un estratega militar, una encarnación de lo que el mártir Basil Al-Araj llamaba “el intelectual enfrentado”, a pesar de no haber disparado nunca un arma.

Es indiscutible que el nombre de Ghassan encarna todas las cualidades de un auténtico luchador de la resistencia en su vida y en su muerte: escritor, pensador, artista, político, padre, esposo, hijo, revolucionario, intelectual y luchador, todo a la vez. Comprendió el poder de las palabras y las utilizó para encender una revolución en los corazones de la gente que aún arde hoy en día y alimenta actos de resistencia.

Una cosa es escribir. Otra muy distinta es hacer de la escritura un arma. La pluma, el cañón de un fusil; las palabras, las balas disparadas al pecho del enemigo. Ghassan lo entendió.

Dejó huella en tantos que es difícil creer que fuera sólo una coincidencia: fue el primero en fijarse en los dibujos de Naji Al-Ali en una exposición en Beirut y publicó sus dibujos, trabajó junto a George Habash e influyó en los escritos de Mahmoud Darwish. Una de sus citas más famosas fue: “Cuídate de una muerte natural y no mueras si no es bajo una lluvia de balas”, inspiró a muchos combatientes de la resistencia que transformaron su ideología en acciones. Estas mismas palabras están escritas en la tumba del León de Nablus, Ibrahim Al-Nabulsi.

Lo cierto es que Ghassan era un combatiente que luchaba con sus palabras, encarnando “una forma cultural de resistencia nunca es menos valiosa que la propia resistencia armada”. Esta ética era fundamental en su forma de actuar. Sus palabras -que inspiraron a tantos a empuñar el fusil y a escribir su propio martirio mientras se enfrentaban desafiantes al enemigo- eran exactamente el motivo por el que ese mismo enemigo necesitaba silenciarlo.

Con todo lo que ofreció a la causa, Ghassan sólo podía ascender como mártir. Y así fue, en un soleado día de verano en Beirut, en un asesinato del Mossad dirigido contra él y su sobrina Lamees, de 17 años. Su cuerpo quedó esparcido por el suelo. Su mano izquierda fue encontrada en un árbol.

Curiosamente, su reloj no dejó de sonar. “Los cuerpos caen, pero no la idea”. Los pensamientos revolucionarios no se atienen a las reglas del tiempo.

Fuente: RNN.

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