Sacha, un niño de Chernobyl
Olexandr Savchenko “Sacha” tenía un año cuando ocurrió la explosión de la Central Electronuclear Vladimir Ilich Lenin de Chernobyl, el 26 de abril de 1986. Vivía en un poblado del campo ucraniano cercano a la zona del accidente, Chernigov. Poco tiempo después enfermó. Los médicos no podían establecer un diagnóstico certero. El sistema de salud había colapsado. La entonces Unión Soviética se encontraba a punto de desaparecer. El niño empeoraba. Su madre, Lidia Savchenko, desesperaba entre médicos y hospitales sin encontrar mejoría para su pequeño. Un día, otras madres en similar situación, le dijeron que existía la posibilidad de tratamiento en una pequeña y lejana isla. Sacha es uno de los 26 mil niños y niñas de Rusia, Bielorrusia y Ucrania que tras el accidente nuclear de Chernobyl recibieron tratamiento médico gratuito en Cuba, durante 21 años.
Esa es la historia que cuenta el documental “Sacha, un niño de Chernobyl”, dirigido por los realizadores cubanos Roberto Chile y Maribel Acosta Damas y producido por el medio de prensa argentino Resumen Latinoamericano. En 39 minutos recoge los testimonios de médicos y trabajadores que laboraron en ese programa; el reencuentro de Sacha en Ucrania en 2019, con su pueblo y su gente, el testimonio de niños y niñas que lucharon por vivir y recibieron tratamiento en Cuba. La gratitud. Conmueven sus historias, la memoria de las madres y los hijos, la incursión en Pripyat y su rostro de tristeza desoladora. Pero también la esperanza, la luz de una isla que hablaba en otro idioma y atravesaba grandes problemas económicos, pero cuyo gesto extraordinario de solidaridad humana salvó las vidas y curó la enfermedad de miles de niños.
Nadie imaginó que a solo tres meses de concluir la etapa de filmación en Cuba y Ucrania, otra catástrofe sacudiría a la humanidad, colapsando los sistemas de salud, dejando millones de enfermos y muertes, y poniendo en crisis la economía del planeta. Nuevamente es la isla que inspiró esta historia humana, la que extiende las manos solidarias de sus médicos; ayer por Chernobyl, hoy frente a la pandemia de la Covid-19. Ayer en Cuba, hoy en disímiles latitudes. Una vez más, sin importar distancias o idiomas, para salvar almas y vidas, como la de Sacha.