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SOS, destruyen la Amazonía

Por Patricia María Guerra Soriano / Colaboración especial para Resumen Latinoamericano

La Cámara Baja del Congreso de Brasil aprobó esta semana un proyecto de ley que flexibiliza los requerimientos ambientales para otorgar licencias de obras de infraestructura, agricultura, energía y minas. Un texto que resultó denostado significativamente por ambientalistas y oenegés que prevén un desastre irreversible por la deforestación del Amazonas.

Su aprobación fue contundente: 300 votos a favor y 122 en contra, cifras que colocan al proyecto de ley en el camino a la revisión por parte del Senado para la discusión y votación final. Cuando eso suceda serán permitidas licencias para 13 tipos de emprendimientos, entre ellos los de obras de distribución de baja tensión y tratamiento de agua, a las actividades agropecuarias en propiedades ya registradas y un tipo de “licencia por autorización de compromiso” a través de la cual bastará una promesa escrita de cumplimiento con las normas ambientales para el inicio de las acciones de duplicación de carreteras o de líneas eléctricas.

De acuerdo con esta nueva lógica que, seguramente se hará ley, la Amazonía se estará convirtiendo en una gran ciudad, en la que talar árboles no será de trascendencia porque está avalado por una legislación aparentemente protectora de la naturaleza, pero que en realidad libra de cargos penales a quienes se enriquecen de las ganancias del agronegocio.

Alessandro Molon, líder de la oposición en la Cámara de Diputados, fue enfático al respecto: “se trata de un proyecto pésimo” que significará “eliminar el control que permite garantizar un medioambiente ecológicamente equilibrado”.

Para la organización ecologista Greenpeace, la aprobación del texto constituye “una afrenta a la sociedad brasileña” guiada por Jair Bolsonaro, presidente y protagonista de la perenne tragedia a la que se somete el pueblo desde su elección en 2018.

Los desacuerdos públicos afloraron en cuanto trascendió la noticia. Mauricio Guetta, consultor jurídico del Instituto Socioambiental del país, considera que el proyecto aprobado “es tan nefasto que pone de golpe en riesgo a la Amazonía y los demás biomas, así como los recursos hídricos y puede provocar una proliferación de tragedias”, las cuales son altamente posibles si se tienen en cuenta como antecedentes el derrumbe de diques mineros en Mariana, 2015 (19 muertos) y en Brumadinho, 2019 (270 muertos).

Desde su arribo al poder, Bolsonaro abrió las puertas de la Amazonía y a su deforestación. Jamás ha sido ni será portador de una medida de impacto real que beneficie al medioambiente.

Ya casi transcurre un mes y todavía continúa siendo irrisoria su presentación en la Cumbre del Clima, que reunió a cerca de 40 líderes mundiales por invitación de Estados Unidos y a la que Brasil llegó en medio de un crítico contexto por alertas de deforestación. Por ejemplo, según el sistema de monitoreo del Gobierno que emite alarmas de deforestación con base a imágenes satelitales, la tala de árboles en la región durante abril, fue la más alta registrada para ese mes en al menos cinco años.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil, la deforestación aumentó, el año pasado, 9, 5 por ciento hasta llegar a los 11 088 kilómetros de selva arrasada, una cifra sin precedentes desde hace 12 años.

En sus tres minutos de presentación durante el evento internacional del clima, Bolsonaro no pudo engañar al resto de los participantes cuando asumió como compromiso eliminar la deforestación ilegal hasta 2030, una posición metamorfoseada, cuya única y evidente explicación está en los 10 000 millones de dólares que el Gobierno de Joe Biden donará para ayudar a preservar la Amazonía, cuantía que supera significativamente el presupuesto destinado por el Ministerio de Medioambiente de la nación sudamericana en los últimos años.

De aprobarse, la ley permitirá la emisión automática de los permisos si el solicitante cumple con los requisitos de presentación fijados. Un aspecto que facilitará la concreción de proyectos como la repavimentación de carreteras en el Amazonas, construidas durante la dictadura militar.

Bolsonaro se comprometió a repavimentar una carretera que-de acuerdo con una investigación científica citada por la agencia Reuters-aumentará la deforestación en cinco veces hasta 2030, lo cual conducirá a la devastación de un área más grande que el Estado de Florida, en Estados Unidos.

Numerosas agrupaciones no gubernamentales firmaron este miércoles una carta a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, a la que Brasil espera unirse, demostrando su preocupación por las políticas ambientales que practica el Gobierno, incluido el reciente proyecto de ley.

“Si se aprueba-indicó la carta-esto resultará en degradación y contaminación de todo tipo, incluido el aumento de la deforestación en la Amazonía y la proliferación de nuevos desastres naturales”, realidad que golpea desde hace años rodeada por los intereses económicos y el oportunismo gubernamental.

Foto de portada: Greenpeace

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