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No soy la única rescatista

Por Yaimi Ravelo / Resumen Latinoamericano Corresponsalía Cuba.

Poco antes del mediodía del viernes 6 de mayo no queríamos creer que fueran ciertas las imágenes que circulaban en las redes sociales. Una gruesa nube de polvo cubría el Hotel Saratoga en La Habana. Una explosión.

Infartó la cotidianidad. No pude pensar en las causas que provocaron lo inimaginable, fue un fatídico accidente. Miras alrededor y muchas manos van a la cabeza, se detuvo mi aliento ante la certeza de que aquel estruendo le arrancaba vida a seres queridos, a familias, a compañeros, al Saratoga, a La Habana, a Cuba.

Poco antes del mediodía del viernes 6 de mayo Lauren Balar Sierra se preparaba para almorzar. Su hija de 18 años se encontraba en la universidad -estudia medicina-, el más chico es un bebé, tiene dos años, están bien. Era un viernes cualquiera hasta que suena la alarma.

“Se paralizó todo para mí. Llegué en cuanto surgió este desastre lamentable. Comenzamos las labores de rescate con la evacuación de las personas aledañas al lugar, trabajamos junto al SIUM, paramédicos, bomberos y el propio pueblo que estaba aquí cuando ocurrió el hecho”, cuenta Lauren ante una entrevista que no quisiera jamás brindar.

Yo, simple fotorreportera me encontré ante aquel desastre mucho después que la rescatista, sobresalía entre ellos, señalaba lugares, caminaba ágil. No pude evitar admirar a una mujer que en su espalda lleva la Cruz Roja, que sostiene un casco que infiere estar en peligro. No pude evitar admirar a una cubana que en su cintura lleva amarrados instrumentos de trabajo duro. Eran varias señales de un ser que salva vidas.

“Encontrar a personas con vidas es lo que a los rescatistas nos enorgullece, poder sacar a las personas vivas de estos eventos tan tristes y lamentables. Pude tener esa satisfacción, sacar bajo los escombros a esos hombres con vida, todos eran hombres”.

-¿Cuántos hombres eran? –le pregunté.

“Unos cuantos, eran unos cuantos y todos estaban vivos” -se puso la mano en el pecho.

Todavía queda bastante labor, mucho trabajo por hacer.”

“El tiempo en la búsqueda de las víctimas – cuenta Lauren- depende de la estructura del edificio que podría colapsar por la magnitud del evento”.

“Es cierto que la mayoría de los rescatistas son hombres, pero me gusta ayudar a las personas, me gratifica mucho poder ayudar a las personas, salvar a una persona, verla viva.”

“Como yo hay varias mujeres que somos atrevidas, no soy la única rescatista –afirma con sus admirables 35 años-  y puedo decir que también valientes, porque éstas situaciones son muy tristes y amerita mucha concentración y dejar a un lado las emociones para poder ser disciplinados en estas labores de rescate de tanto peligro.”

“Es un orgullo para mi poder ayudar a las personas, soy del grupo especializado de operación y socorro de la Cruz Roja Provincial y a la vez secretaria general de Cruz Roja de la Habana Vieja.”

Lauren y sus colegas de la Cruz Roja de Cuba son voluntarios, para pertenecer al movimiento tienen como principal requisito la completa disposición para salvar a hombres, mujeres y niños ante desastres de cualquier magnitud.

Las personas que rescató esta mujer estaban allí en sus ojos, donde solo había vida, voluntad, ganas de hacer y tan lejos de la maldita vanidad, arrogancia, y orgullo. La cámara se hizo enana, y yo también.

Fotos: Yaimi Ravelo / Resumen Latinoamericano Corresponsalía Cuba.

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