Cuba: Randy Perdomo García y la filosofía del delegado
Por Arletis Arango Oña.
Desde hace algunos años el nombre de Randy Perdomo García se menciona para hablar de cambio y reanimación en los barrios, especialmente de la Circunscripción 78, de la que es delegado. Antes de convertirse en la persona que es actualmente, fue presidente de la Feu de la Universidad de La Habana (UH), mantuvo un intercambio íntimo con Fidel Castro y se graduó de licenciatura en Marxismo-Leninismo.
—¿Cómo llegas a la carrera de Marxismo y qué recuerdos tienes de esa época?
—Estudiar Marxismo era una de mis opciones, pero no la primera. Mi inclinación se encontraba hacia el periodismo, pasión que me acompañaba desde niño, a partir de mi participación en algunos programas como Tiempo musical, Órbita y En dos por tres de Radio 26. Cuando llego a 12º grado, una de mis amigas, la periodista Mariana Montenegro, me recomendó presentarme a las pruebas de aptitud de Relaciones Internacionales, que me daba herramientas para el examen de Periodismo, que era muy exigente.
Finalmente aprobé ambas; mas, ese año anunciaron que todos los estudiantes debíamos realizar la prueba de ingreso de Matemática, aunque en nuestras opciones solo se encontraran carreras de la rama de Humanidades. Desaprobé la primera convocatoria, por lo que se frenaron mis sueños de convertirme en profesional de la prensa o de representar a Cuba en el exterior.
La dinámica de la UH al principio asusta, pero luego le tomas cariño. En mi trayectoria como miembro de la FEU me incluí en el secretariado de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología, y ocupé la presidencia de la UH, desde cuarto año hasta inicios de quinto. La mayor enseñanza que me llevo de esa etapa es la posibilidad de dialogar y llegar a un consenso con personas que piensan diferente”.
—Una de las mayores experiencias universitarias fue compartir íntimamente con Fidel Castro, ¿cómo se produce el encuentro?
—Nunca imaginé conocer a Fidel. Lo percibía como una persona inalcanzable. Tenía otros ídolos: Alfredo Guevara, Roberto Fernández Retamar, Ricardo Alarcón, y sufría que ya no se encontraran en el plano terrenal Haydée Santamaría y Pastorita Núñez, con quienes me hubiera encantado conversar.
Cursaba los últimos años en mi Alma Mater cuando inician las celebraciones por el aniversario 70 de su ingreso a la universidad, y comenzó la búsqueda de algunas vías para hacerle llegar las actividades de la jornada.
En un intercambio que tuvimos con los cinco Héroes, el maestro Frank Fernández escucha nuestra intención y nos pone en contacto con Dalia, la esposa del Comandante. Enviamos una carta oficial y se me ocurre tomar una hoja de una de mis libretas y escribo con mi letra: ‘Fidel le envío esta nota y junto a ella un abrazo. Hasta la juventud siempre. Contamos con usted’. La noche siguiente recibo una llamada donde me explican que sería posible mi intercambio con él.
Luego me envía algunas de las fotografías. A propuesta suya escribí una crónica y decidí compartirla con Cubadebate y Juventud Rebelde.
Fue difícil redactarla, pero era necesario compartirla, sobre todo en el contexto en que sucedió, porque en esa época medios extranjeros se hacían eco de la noticia de que Fidel estaba muerto. En ningún momento me cegó la ambición de mostrar mi imagen, simplemente consideraba que Cuba necesitaba saber que él estaba vivo, lúcido y trabajando.
—Una vez que culminas los estudios, regresas a Matanzas. ¿Cómo vincular el pensamiento filosófico con la realidad de la provincia?
—En el intercambio con el líder histórico de la Revolución Cubana, él me pregunta por mis planes una vez culminada la carrera. Le confieso que deseaba convertirme en jefe de despacho, pero no de cualquier dirigente, sino de Lázaro Expósito Canto, primer secretario del Partido en Santiago en ese momento.
—¿Por qué de Lázaro?
—Porque confío en las personas que hacen, porque admiro a quien a través del respeto preserva la condición humana, porque, cuando existe una voz de pueblo que dice que ese hombre es quien funciona y que los representa, es digno de admirar, teniendo en cuenta que nuestro pueblo es justo y leal (que lo ha demostrado por más de 60 años).
Sin embargo, una vez graduado decido regresar a mi ciudad, específicamente a la Universidad de Matanzas, donde impartí clases a estudiantes de Periodismo, Cultura Física, Agronomía, Estudios Socioculturales. Este tiempo fue de enriquecimiento personal a partir del intercambio con los jóvenes. Considero que aporté algo más en su formación como seres humanos y formé lazos de amistad con muchos de ellos.
Actualmente, trabajo en Servicios Comunales y me llena de orgullo conocer a personas que hacen labores cotidianas que tanto aportan a nuestra sociedad. Ellos tienen mi respeto.
—¿Cómo llegas al Poder Popular y cuánto te ha cambiado el papel de delegado de la Circunscripción 78?
—Una vez que regresé a mi barrio, me convertí en presidente del CDR y luego en delegado.
El mayor reto es asumir esta responsabilidad en el momento que vivimos, de un bloqueo recrudecido, de una crisis sanitaria de grandes dimensiones, de escasez. Sin embargo, esto queda minimizado cuando compruebo cuánto ha cambiado el barrio. No existe mejor sentimiento que caminar por las zonas rescatadas y observar el bienestar que le proporciona a la gente cada transformación. Es lo que pretendo llevarme de esta experiencia, más que reconocimiento público.
—¿Quién es Randy lejos de su cargo como delegado y de su trabajo diario?
—Una persona muy familiar; que se entrega a sus amigos; que se disgusta con la mediocridad, con la poca capacidad de soñar y de transformar, con la deslealtad y con la escasa vocación cívica de servir al otro sin esperar nada a cambio. Soy un soñador, que ama con pasión y sin fronteras, que se inclina hacia la inclusión social del credo religioso y de la diversidad sexual.
“Me gusta amanecer con una taza de café, me encanta dormir la siesta del mediodía y prefiero mirar a los ojos antes de decir una palabra. Ese es Randy”.
Escuche aquí la entrevista completa
Tomado de Periódico Girón.