Internacionales

La Cumbre de las Américas: Lo que nadie quiere contar

Por Gustavo A. Maranges * .

La Cumbre de las Américas ha comenzado en Los Ángeles y la Torre de Babel que Biden ideó comienza a tambalearse. Desde el 6 de junio comenzaron a sesionar los foros de la sociedad civil y los choques entre quienes apoyan el papel hegemónico de Estados Unidos y quienes defienden la soberanía de los pueblos latinoamericanos no han cesado desde entonces.

En estos espacios ha predominado el discurso de odio hacia aquellos países que el gobierno de Estados Unidos arbitrariamente excluyó. Se trata de un escenario preparado hasta el más mínimo detalle, pues no solo se excluyó a los gobiernos de Nicaragua, Cuba y Venezuela, sino que se obstaculizó la participación de representantes de la sociedad civil de estos países.

En este punto, el caso más visible es el de 23 artistas, científicos y líderes sociales cubanos cuyas visas no fueron procesadas para impedir su asistencia a la Cumbre de los Pueblos. El objetivo es invisibilizar la realidad de Cuba y otros estados de la región para suplantarla por aquella que justifique las permanentes agresiones que estos pueblos sufren. Para ello han invitado a otros actores políticos, pues poco tienen de sociedad civil, cuyos discursos no solo están alineados con la política injerencista de Estados Unidos, sino que son diseñados en el Departamento de Estado  e incluso en las oficinas de algunos Senadores y Congresistas estadounidenses.

Luego de ver esta puesta en escena, es comprensible que lo que vivieron ayer tanto al Secretario de Estado Antony Blinken como al Secretario General de Organización de Estados Americanos (OEA) Luis Almagro, los tomara por sorpresa. Ninguno de los dos estaba preparado para escuchar la verdad tan cerca de sus caras.

En el primer caso, Blinken pretendía dar lecciones de democracia y libertad de prensa cuando chocó con dos piedras, dos periodistas que conocen muy bien el doble rasero de los políticos norteamericanos. Abby Martin (The Empire Files & Media Roots News) y Eugene Puryear (Break Through News) recordaron a Blinken que Estados Unidos no tiene moral para hablar de libertad de prensa cuando ha permitido que asesinatos como el de Sheerin Abu Akala y Yamal Jashogyi queden impunes. Ambos eran ciudadanos estadounidenses, pero como los supuestos responsables de sus muertes son aliados estratégicos de Washington, entonces la libertad de prensa puede esperar a que corran algunos millones de dólares y de barriles de petróleo.

Por su parte, Puryear cuestionó los parámetros de la administración Biden para medir la democracia. ¿Cómo es posible que se excluya a Cuba, Venezuela y Nicaragua por ser considerados “países antidemocráticos”, mientras se invita al Primer Ministro de Haití Ariel Henry, quien no fue elegido de forma democrática e incluso se sospecha está relacionado con el asesinato del Presidente Jovenel Moïse?

Algo similar le sucedió a Almagro quien fue incapaz de articular una respuesta coherente cuando un miembro del auditorio le recordó todos los atentados contra la democracia y la libertad de prensa de los cuales él ha formado parte. Entre los más recientes están las matanzas de Sacaba y Senkata donde 36 personas fueron asesinadas por el hecho de demandar pacíficamente el retorno a la democracia, luego del golpe de Estado en Bolivia, con el cual Almagro colaboró activamente.

En este mismo contexto, también fue asesinado a golpes en su apartamento el periodista Sebastián Moro. El hecho de exponer la verdad sobre las violaciones de los derechos humanos del gobierno golpista de Jeannine Añez y los poderes ocultos detrás del mismo le costó la vida.

Sin embargo, lo más curioso de estos hechos es que a pesar de tratarse de eventos con transmisión en vivo, ninguno de los grandes medios presentes reportó sobre estos sucesos, aun cuando fueron viral en las redes. Así de real es la libertad de prensa en Estados Unidos.

La IX Cumbre de las Américas es desde ya un rotundo fracaso para Biden y para todos los que creyeron que en un espacio marcado por las exclusiones se podían resolver las cuestiones importantes de la región.

Sin embargo, sería injusto no reconocer que la Cumbre también tiene un lado positivo y es que ha dado la excusa perfecta para que más de 250 organizaciones sociales se reúnan en la misma ciudad para celebrar la verdadera cumbre, la de los pueblos. Allí es donde se debatirán los problemas reales de América Latina, que no son otros que los que hacen sufrir y afectan a las mayorías pobres y marginadas de la región.

Quizás sea esta la oportunidad para que aquellos que aun dudan puedan elegir qué causas son más justas, si la de un puñado de políticos cuyo único objetivo es lucrar o la de los movimientos sociales que claman justicia y equidad.

 

(*) Licenciado en Ciencias Políticas.

Foto de portada: AFP.

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