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“Que nadie más pase doce años buscando a su hijo”: La búsqueda inmediata de personas desplazadas

Cuando Oscar desapareció no hubo búsqueda inmediata. 

Era 2010 y no existía el Protocolo Homologado de Búsqueda (PBH), publicado en 2018 y que define la búsqueda inmediata como las primeras acciones que se deben realizar para encontrar a alguien “con quien se ha perdido la comunicación”, sin importar que exista o no un delito. Existían las cancillerías y consulados, tanto en México como en Honduras. Sin embargo, no hicieron nada. Nada les justifica porque Oscar no era el primer hondureño desaparecido en México. Ahora, gracias a nuestra lucha, existen leyes y protocolos, pero sigue pasando lo mismo, siguen sin buscarles, sin investigar, sin encontrarles.

Según el PHB, la búsqueda inmediata puede aplicarse a cualquier persona que no tenga más de un año de desaparecida y supone una coordinación eficiente entre familiares y todas las autoridades involucradas en la búsqueda. Cuando la persona desaparecida es un migrante del extranjero, la búsqueda inmediata se detona, coordina y ejecuta aún menos que en los casos de desaparición de personas nacionales. 

Un primer obstáculo es que esa “pérdida de comunicación”, señalada como clave para iniciar una búsqueda inmediata según la definición del PHB, es pensada como algo común para las personas migrantes. Debido al difícil camino que deben recorrer, las y los migrantes que transitan sin documentos se ven obligadas a pasar largos períodos de tiempo sin que se comuniquen. Sin embargo, las personas con quienes mantienen comunicación constante durante su tránsito conocen el ritmo y el sentido de sus llamadas y mensajes, por eso logran identificar cuando algo ha cambiado. 

Desde esa llamada que se cortó abruptamente aquel 19 de enero, tuve una corazonada, sentí algo que no había sentido, pero todos a mi alrededor decían lo que la sociedad le sigue diciendo a las madres: “cálmate, no te desesperes ya va a volver”, pero pasan los días el dolor incrementa y las pistas se pierden. Nosotras no sabemos eso, la autoridad sí. 

El movimiento feminista ha luchado porque se erradiquen excusas  patriarcales que retrasan la búsqueda de una mujer desaparecida y que se manifiestan en expresiones como “se fue con el novio”. De un modo similar, también se vuelve necesario erradicar cualquier excusa que retrase la búsqueda de una persona migrante. El primer paso es confiar en los saberes y sentires de las personas –casi siempre madres y esposas– que consideran como un indicio importante la falta de comunicación de su familiar en tránsito. 

El segundo obstáculo obedece a la dificultad de poner una denuncia para búsqueda e investigación inmediata desde el extranjero. El PHB señala a consulados y embajadas como las primeras autoridades encargadas de recibir las denuncias, pero son incontables los testimonios en Centroamérica que señalan la nula respuesta de las autoridades de sus propios países y posteriormente la incapacidad de coordinación entre autoridades internacionales. 

La Red Regional de Familias Migrantes (Rerefami) ha documentado casos en que las familias de países de Centro y Sudamérica vencieron el miedo, siguieron sus intuiciones y levantaron denuncias ante sus autoridades. Sin embargo, no se registraron acciones de búsqueda en México que pudieran haber sido impulsadas desde el Mecanismo de Apoyo Exterior (MAE). En otros casos, cuando por distintos medios se logró alcanzar a la Fiscalía General de la  República (FGR), información crucial como la geolocalización por teléfono móvil o sábana de llamadas ya se había perdido, ya fuera por la poca coordinación entre autoridades de los países o porque desde México no se abrieron las carpetas de investigación correspondientes.

Otra posibilidad para detonar la búsqueda inmediata implica levantar un reporte de búsqueda frente a la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) por medio de llamadas telefónicas o denuncias en línea. Sobre las llamadas, no tenemos testimonio porque desde México se ha difundido poco sobre la posibilidad y los procedimientos para emplear estos mecanismos, especialmente para que las familias buscadoras extranjeras puedan conocerlos y usarlos. 

A la par, las denuncias en línea también han presentado problemas para las familias de migrantes que han desaparecido, ya que los formatos del reporte están pensados para personas mexicanas. Pareciera ser que la xenofobia que atraviesa a las personas migrantes que transitan sin documentos, se extiende a los procesos de búsqueda que realizan sus familias desde sus lugares de origen. Los formatos no consideran, por ejemplo, que las familias extranjeras no tienen datos como la Clave Única del Regstro de Población (CURP), o carecen de información como la hora de desaparición. 

Suponiendo que una familia logró sortear todos estos obstáculos, el siguiente paso sería rastrear inmediatamente en los lugares donde podría haber indicios del último contacto. Para el caso de las personas migrantes una institución fundamental en esa búsqueda es el Instituto Nacional de Migración (INM), que sabemos, difícilmente se involucra en dicho procesos y que en muchos casos, probablemente sea parte del aparato desaparecedor. Diversos testimonios de migrantes que han logrado volver a casa apuntan a la incomunicación a la que les someten cuando son detenidos y llevados a estaciones migratorias [1]. Algunos de ellos fueron considerados como desaparecidos por sus familiares quienes vivieron la angustia de no saber de ellos y ellas. 

“Si consideramos que un indicio importante de la desaparición de una persona es la pérdida de comunicación y si tomamos en cuenta que esa incomunicación es obligada por una autoridad como el INM, podríamos pensar que estamos incluso frente a casos de desaparición forzada, así la incomunicación haya durado “solo unas horas”, como escuché decir a un funcionario público decir, justificando la inacción para buscar inmediatamente en centros de detención. Para ellos son solo “unas horas”, para nosotras cada minuto que pasa significa que… el desaparecido puede estar en peligro”.

“Las personas migrantes desaparecen por varias causas. Desde la Rerefami detonamos búsquedas inmediatas y gracias a que somos una red y al grupo de amigos colaboran con nosotras, sabemos que cuando se lleva a cabo la búsqueda inmediata podemos encontrar a un desaparecido o evitar que alguien que esté siendo víctima de otra violencia, se vuelva un desaparecido”.

“Si a Oscar lo hubieran buscado inmediatamente cuando acudí a la autoridad quizá no habrían pasado ya 12 años sin saber de él. Conozco a madres a quienes les desaparecieron a sus hijos e hijas en años y meses recientes, y no han logrado que las autoridades les busquen. No quiero que lleguen al 2034 sin haber encontrado a sus hijos”.

 

(*) Este artículo es fruto del diálogo. La voz en primera persona y marcada en letra cursiva es de Ana Enamorado, madre de Oscar Antonio López, hondureño desaparecido en Jalisco en 2010. El resto del texto está escrito a cuatro manos y es producto de la reflexión de Ana y Sandra Gerardo, estudiante asociada del GIASF y colaboradora de la Red Regional de Familias Migrantes, encabezada por Ana.

El Grupo de Investigaciones en Antropología Social y Forense (GIASF) es un equipo interdisciplinario comprometido con la producción de conocimiento social y políticamente relevante en torno a la desaparición forzada de personas en México. En esta columna, Con-ciencia, participan miembros del Comité Investigador y estudiantes asociados a los proyectos del Grupo, así como columnistas invitadas por el mismo (Ver más: www.giasf.org).

 

Nota[1]  Animal Político, Incomunicación dentro de las estaciones migratorias, fuente de casos de desaparición 

Tomado de  A dónde van los desaparecidos/ Foto de portada: A 12 años de la desaparición de Óscar Antonio López Enamorado, Ana Enamorado, su madre, encabezó una protesta frente a la Fiscalía General de la República para exigir la aparición del joven hondureño que desapareció en territorio mexicano el 19 de enero del 2010/  Crédito: Miguel Martínez/Obturador MX.

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