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Más “bondades” y otras realidades del sueño americano (I)

Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Desde hace algunas semanas en las redes sociales aparecen fotos y videos de ilusorios parajes paradisiacos de la ciudad de Miami y colindantes, seguidores cautos les dan aceptación, “me gusta”, las comparten, hacen comparaciones, envían bendiciones, refieren añoranzas por vivir allí y otras formas de reconocimientos, estos están ajenos a la triste realidad que no se muestra en esas imágenes edulcoradas dirigidas al desaliento y a confundir.

Los datos que dan un mentís a lo que también acontece en Miami, estos no son extraídos de documentos secretos desclasificados, tampoco forman parte de literatura apócrifa, se pueden consultar en sitios y periódicos locales.

Una de esas noticias explica, que los ciudadanos Liseth Guerra y José De Jesús tienen seis años viviendo en las calles de la ciudad de Hialeah, donde más del 95 % de sus habitantes son cubanos inmigrantes. Precisa la nota que lo que ganan no les alcanza para alquilar una vivienda. Ahí no rige la ilusión “de cuándo me van a dar casa”. Miami no cree en lágrimas. Otros ponen ese derecho en perspectiva: “Me gustaría volver a tener dónde vivir”.

A sus 57 años, Liseth Guerra lleva seis años viviendo en la calle, desde que su primer esposo murió y quedó sin capacidad de seguir pagando el apartamento donde vivían. Está discapacitada por “sufrir de los nervios”, por lo que recibe una pensión de 850 dólares, que no le alcanza para costear un alquiler. Esta mujer, sin techo, residente de una de las calles de Hialeah, aseguró que lo más difícil para ella son las noches. “Duermo con un ojo abierto y otro cerrado. Me gustaría volver a tener dónde vivir”.

La historia de Guerra no es única en la ciudad de Hialeah. El aumento de personas viviendo en las calles llevó al concejo legislativo a aprobar, a través de la Subvención de Soluciones de Emergencia (ESG), la creación de servicios de alcance para personas sin hogar, según la ordenanza 2022-087. La señora Guerra, cubana de nacimiento, relató que “en dos ocasiones ha aplicado al llamado Plan 8 pero no he quedado seleccionada. En algunas ocasiones paso la noche en casa de mi mamá que vive en un apartamento de este tipo pero no me puedo quedar más de una semana”.

La ciudad tiene cuatro programas destinados a las viviendas asequibles: pública, asequible y convencional. Ninguno está abierto para nuevas postulaciones. “No tenemos nuevas aplicaciones porque no podemos ofrecer más viviendas”, indicó Julio Ponce, director de la Autoridad de Viviendas de Hialeah (HHA).

Cada cuatro o cinco años se abre un periodo de solicitud para el programa de, en el que aplican unas 50,000 personas y de estas, alrededor de 2,500 resultan beneficiarias, informó Ponce. Es decir solo el 5 % de los aspirantes son elegidos y esto sucede cada cinco años de manera que las probabilidades de resolver el perentorio problema, es como jugar al famoso “raspadito” o la lotería, esto acontece en una ciudad que se precia de ser una de las mejores del mundo, en todos los órdenes.

El aumento de la indigencia en la ciudad de Hialeah, sigue en una espiral indetenible de aumento, la capital de los cubanos emigrados, no aguanta más.  Se han destinado 241,553 para el programa social de emergencia para “la creación de servicios de extensión dirigidos a personas sin hogar a fin de garantizar que reciban refugio de emergencia”. La cifra pareciera una limosna para los 50,000 aspirantes, incluso para los 2,500 agraciados, estos serian beneficiados con 9 dólares per cápita. Es práctica, que el total asignado no va directamente a los necesitados, más de dos tercios de la cifra, se esfuma en salarios, viáticos, alquiler de locales, alimentación y otros gastos invisibles, que erosionan la partida esperada.

“Tenemos un número significativo de personas que se han convertido en indigentes (…) Tenemos que asistirlos, referirlos y si es necesario, ubicarlos en un hotel hasta que un refugio se encuentre disponible“.

La ciudad cuenta con dos empleados que se desempeñan como trabajadores sociales con el propósito de que identifiquen e involucren a las personas sin hogar. Resulta indignante conocer que para 50,000 personas que solicitan un techo donde vivir, sean atendidas por dos empleados apenas. Si cada uno de ellos atendiera a 100 diarios, serían 200, lo cual parece un imposible, todos los solicitantes, serían escuchados al cabo de 69 años.

Para garantizar refugios a los residentes de Hialeah que así lo ameriten, la oficina de subvenciones estableció contacto con personal del programa afín del Condado Miami-Dade, el fideicomiso Homeless Trust, que le indicó que había algunos proveedores de refugios en el área con capacidad para acoger nuevas personas necesitadas de un techo.

Ruiz aseguró que el presupuesto de emergencia permitirá incluir fondos para camas de refugio que estarán disponibles para los residentes, así como también explorarán “formas de asegurar fondos de realojamiento rápido para que las experiencias individuales de personas sin hogar puedan ser tan breves como sea humanamente posible”, aseguró.

La ciudad de Hialeah no tiene estadísticas sobre la cantidad de personas sin hogar, de acuerdo con la oficina de la Secretaría de la Municipalidad. Sin embargo, Ruiz precisó que, desde que asumió la posición interina en abril de 2022, su despacho ha asistido a ocho hogares. “Nuestro objetivo ahora sería mantener datos sobre el número y la demografía de las personas a las que asistimos”, indicó.

El concejal Bryan Calvo llegó a una sabia conclusión: “el problema es que si no sabemos el número, menos sabemos las causas. Tenemos que identificar las necesidades de estas personas. Me da la impresión que muchas de estas personas están en la calle por los aumentos en las rentas”. Evidentemente, que este elegido no vive en esa ciudad, si tiene que hacer una investigación, que consumirá todo el fondo de emergencia para concluir, lo que todos ven a diario.

Otras de las realidades de esta ciudad no bloqueada ni asediada en sus finanzas, tampoco con problemas acumulados durante décadas por esas tangibles y objetivas razones, aplica sistemáticos desplazamientos y desalojos, que envía a la calle a sus residentes, en defensa de los sacrosantos derechos de los propietarios de las viviendas, que no pueden ser pagadas. Se dice que: “tienen un origen difícil de resolver”.

En el debate sobre los fondos necesarios para las personas en estado de indigencia, se relataron anécdotas sobre el problema, además de especificar denuncias puntuales, se estimaron que son hechos “nunca antes vistos en la ciudad”.

Hay reportes en los vecindarios de personas durmiendo en el césped, entre dos viviendas. El problema de la vivienda aumenta, el tema de la indigencia, además de todos los requisitos que se necesitan para alquilar: adelantar primer mes y último mes, como garantía de la probable mora, algunas personas no lo pueden cubrir y terminan en los autos o en tráilers, que son alternativas caras, si se conoce que hay necesitados comparten un contenedor por el módico alquiler de mil dólares mensual.

Un minúsculo apartamentico anexo a una casa, con facilidades ínfimas, cuesta 1,500 dólares mensuales. Pero el tema se inclina como causa al aumento de alquiler, pero eso es solo el efecto y no las consecuencias, que se identifican el insuficiente acceso al trabajo, que además es mal pagado y el incremento del costo de la vida y el distanciamiento de las políticas públicas de las realidades sociales. La opulencia crece contra la vida cotidiana que agobia y margina.

Basta reflexionar sobre el contenido de los pronunciamientos de los encargados de dar solución a estos acuciantes problemas. Una conclusión es: “ha aumentado el número de reportes policiales sobre personas durmiendo en las calles de la ciudad”. “Estamos viendo desamparados en parques, en centros comerciales. La respuesta: “Nosotros cuando recibimos los reportes policiales los referimos al Homeless Trust y a la Iglesia Rescate, así como a otras organizaciones sin fines de lucro”. Es decir la solución estatal, es apelar a otros medios, no asumirlo como responsabilidad inherente a la designación ni su encargo.

La noche, parece ser la parte del día más cruel en esta ciudad del sur de Florida, hacia donde numerosas personas tienen puesto su azimut mental. “Se ha notado el problema más en las noches. Se ha visto durmiendo en bancos de autobuses, en carpas enlazadas entre matorrales, en varias zonas de la ciudad”.

La indigencia ha hecho metástasis en esa ciudad, por eso alarma, pero esta realidad ha sido ocultada durante décadas, mientras ha estado en niveles “permisibles”, para decirlo de una forma noble, cuando se refiere a la vida de las personas, que es única e irrepetible. La mencionada Iglesia Rescate, con más de 30 años de fundada, tiene ocho años ejerciendo una labor como centro comunitario “improvisado” por la necesidad de los indigentes en las calles de la ciudad. Casi una década lidia esta institución cristiana al amparo de los desprotegidos estatales. Y ahora hay asombro, cuando el asunto desborda y perturba a la vista de residentes y turistas, que son tantos los indigentes, que resulta imposible censarlos.

La referida iglesia, precisa que el programa no está activo, por dificultades logísticas y económicas, pero muestra con orgullo que logró sacar a más de 14 personas de las calles, según su guía espiritual.

El pastor explicó que la indigencia no es reciente en la ciudad, aunque ha surgido un nuevo problema con la llegada masiva de migrantes cubanos, que no tienen un lugar para dormir. “La ciudad si puede ayudar a quienes recientemente están llegando y no tienen dónde vivir”, explicó.

Hay más “bondades” y realidades del sueño americano. Continuará

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Foto de portada: El Nuevo Herald.

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