Internacionales

Entrevista desde Venezuela a Genesis Garvett, dirigente de la JPSUV: “Somos la levadura de la Revolución”

Por Geraldina Colotti.

Genesis Garvett habla como si tuviera una larga vida a sus espaldas, y no solo dos décadas, porque en una revolución se acumulan las experiencias, y los momentos valen años. Génesis es la diputada más joven de la Asamblea Nacional, electa en el Estado Falcón por el Partido Socialista Unido de Venezuela. Y también forma parte de la dirección de la Jpsuv.

– ¿Qué significa nacer en revolución? ¿Qué es para tí la política?

El presidente Maduro representó nuestra revolución en cuatro etapas históricas. La primera se refiere a las rebeliones populares antiimperialistas que se dieron desde el 27 de febrero de 1989, a partir del Caracazo, hasta el 2 de febrero de 1999, cuando asumió el poder el Comandante Chávez. La segunda va desde aquella refundación de la Patria hasta la desaparición física de nuestro Comandante, el 5 de marzo de 2013. Nací en 1999, al inicio de esa segunda etapa. Soy hija de rebeliones antioligárquicas y antiimperialistas, y desde niña he experimentado los efectos benéficos de la revolución en el pequeño pueblo rural donde vivía, en Pedregal, en el estado Falcón. Un pueblito de esa Venezuela rural que tanto amaba Chávez, cuya economía se basaba en la ganadería de ovejas y chivos y la producción de leche y queso. Tuve la suerte de nacer en un país donde niñas como yo pudimos crecer y estudiar dignamente. Vengo de una familia de tres hermanas. Mi mamá enseñó toda su vida, luchó por la educación. Recuerdo nuestra casa siempre llena de gente, abuelos octogenarios o sexagenarios que venían a aprender a leer y escribir con el programa “yo si puedo” de la Misión Ribas, y que lograron graduarse, gracias a Chávez, porque antes no había chance para ellos. Crecí en la Venezuela de la posibilidad, de la dignidad, de la revolución que avanza, y con el entusiasmo de defender todo el amor por el Comandante, que vi expresado en mi casa. Siempre he tenido el ejemplo de mi madre frente a mí, una luchadora que abrió la puerta a todos los que entraban con un problema y se iban con la esperanza, porque una mujer revolucionaria, chavista, siempre logra resolverlo. Este es el ejemplo que recibimos mis hermanas y yo, y con ese espíritu entré a la escuela secundaria. Cumplí 14 años el 3 de marzo y, dos días después, el presidente Maduro anunció la desaparición del Comandante. Habíamos entrado en la segunda etapa. A partir de ese momento, cada vez que la derecha atacaba la memoria de Chávez, sentía crecer en mí la necesidad de defender su obra, cuando ciertos profesores criticaban el proceso bolivariano. Entendí cual era mi lugar en el mundo. Y cuanto más lo entendía, más me encontraba con el Comandante, con sus sueños de lucha. Sentí que tenía que llevar su bandera, y su mochila llena de enseñanzas, contra los que no aceptan que los humildes tengan un espacio y una patria, y que la defiendan con pasión.

 

– El 12 de febrero, dedicado a la juventud, conmemora la histórica Batalla de la Victoria cuando, en 1814, el general José Félix Ribas, acompañado de jóvenes estudiantes y seminaristas de la época, impidió que el ejército realista tomara la plaza de la ciudad de Victoria, en el estado de Aragua. ¿Qué representa esta fecha para ti?

2014, el bicentenario de esa histórica batalla, fue un punto de inflexión para mí. Vi cómo los fascistas protagonizaron una escalada de violencia y trataron de vender su ideología a otros jóvenes como yo, alegando que no había oportunidades en el país y que la única forma era la salida por la fuerza del presidente Maduro del gobierno. Al año siguiente, en 2015, estuvimos todos y todas en Miraflores para fundar, junto con nuestro presidente, la Federación de estudiantes de Educación Media. Por un lado vimos una derecha empujando a la juventud hacia la violencia y el terrorismo, por el otro había un presidente que nos invitaba a tomar la palabra, a defender y amar la Patria como a nosotros mismos, a crear nuestra Federación en un gran movimiento popular. Recuerdo que en su momento firmamos un llamamiento para solicitar la derogación del decreto ejecutivo con el que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, inició la serie de ataques, bloqueos y medidas coercitivas unilaterales contra nuestro país. Y nos tocó a nosotros, los más jóvenes, conocer el rostro del fascismo cuando, en 2017, un joven fue quemado vivo solo porque tenía la piel oscura y “parecía” chavista. Y si el amor debe ser la respuesta fuerte al odio, igualmente fuerte debe ser la conciencia de quiénes son los enemigos: los que no les gusta que el pueblo tenga derechos y que haya crecido, junto a su presidente, y se haya fortalecido con los años, a pesar del bloqueo y las agresiones de las que todos somos hijos y hijas. Los enemigos no soportan que la juventud no se haya cansado, y que sea el presente (y no “el futuro”, como dice la derecha), y que haya seguido hablando en los pasillos de las escuelas a los que querían irse, y que hoy vuelven y ven que se puede construir: porque aquí no ha cerrado ningún liceo, no ha cerrado ninguna universidad y sigue siendo gratis, a pesar de que han hecho de todo para asfixiarnos, jugando con el hambre de la gente. Pero aquí nos quedamos, los jóvenes de 15, 16 y 17 años, ya partir de esa segunda etapa hemos ido asumiendo la dirección de nuestro proceso revolucionario, con el colorido amor de la juventud. Lo reafirmamos contra una supuesta Asamblea Nacional que hubiera querido entregar el país a la intervención externa, quitándonos la paz y la alegría y manipulando los jóvenes. No lo permitimos y acompañamos a nuestro presidente y a la heroica resistencia del pueblo. En ese espíritu me postulé a las elecciones de 2021 por el estado Falcón y fui elegida diputada. Y ahora tengo una nueva responsabilidad: la de seguir creciendo políticamente, aprendiendo de todas las generaciones que integran el alto mando político de la revolución, que tanto lucharon y que ahora nos han colocado en el centro del fuego que alimenta el país.

 

– Recientemente también ha asumido otra importante responsabilidad: la de ser parte de la delegación que fue a México a dialogar con la oposición. ¿Cómo viviste esa experiencia?

Me pareció una confirmación de la visión de futuro que tiene nuestro presidente, quien una vez más decidió apoyarse en los jóvenes, ya que la delegación de paz, encabezada por el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, estuvo integrada por Nicolás Maduro Guerra y Camila Fabri, en representación de su esposo, el diplomático venezolano Alex Saab, quien fue secuestrado en Estados Unidos y cuya liberación reclamamos. Gracias a la resistencia de nuestro pueblo y la perseverancia del presidente, estamos en una etapa de victoria de la paz, en la que vuelve a florecer la alegría de ver a las familias reunidas nuevamente, gracias a la fuerza moral de quienes se quedaron para defender nuestro modelo y nuestra soberanía.

 

– ¿Qué es para ti el feminismo y cómo lo viven los jóvenes de la Jpsuv?

Ciertamente como mujeres hoy tenemos más protagonismo, somos más del 40 por ciento del parlamento. Como hemos visto durante los ataques de la derecha, las mujeres han sido las más golpeadas precisamente por su papel de vanguardia en la sociedad, que siempre ha surgido en momentos de dificultad. Pero esto no quiere decir que todas las conquistas estén logradas, aún queda mucho por construir en materia de igualdad de género. Creemos profundamente en los espacios comunes, en los que contrarrestar la maquinaria cultural perfectamente diseñada para manipularnos, para imponer un nuevo colonialismo también a través de las redes sociales, y para programar una juventud que no piensa, que no cuestiona el mundo en el que vive. Al debatir en espacios comunes, trabajamos para descolonizar nuestro imaginario, para desarrollar un sentido crítico en la juventud. Y como se descoloniza, como se revoluciona el pensamiento de la gente, hay banderas que se abren paso, como la bandera de la igualdad de género, del feminismo, teniendo en cuenta la sustancia de clase que debe tener toda lucha, la de los dominados contra los poderosos de el mundo, y la necesidad de no dejarnos segmentar por la agenda neoliberal. Para nosotras es claro que esta lucha debe combinarse con aquella contra el patriarcado, la matria es la esencia de la revolución: otra forma de ver el mundo, diferente a la que nos ha gobernado de manera patriarcal. El patriarcado es intrínseco al sistema. Como han dicho grandes pensadores marxistas y como dijo el Comandante Chávez, no puede haber revolución sin feminismo, pero tampoco puede haber verdadera libertad de la mujer sin revolución. Ideales que muchas y muchos jóvenes compartieron durante la última reunión internacional de OCLAE, la Organización del Congreso de Estudiantes de América Latina y el Caribe, que se centró en la gratuidad y la calidad del sistema educativo. Y si miramos a los países neoliberales donde esto no existe, nos damos cuenta de lo precioso que es lo que hemos conquistado en Venezuela y que debemos seguir defendiendo. Creo que hoy, en América Latina, los jóvenes están viviendo un momento feliz, y que el sueño de Bolívar se ha acercado.

 

Al final de la Oclae todos los jóvenes cantaron la Internacional. ¿Cómo es por una joven militante sentirse unidos por un canto de lucha del siglo pasado, y qué les diría a esos jóvenes de países capitalistas que en cambio parecen tan distantes de esos ideales y de la política?

Hay una agenda global para despolitizar a los jóvenes, para hacerlos vivir en un presente eterno, como si no hubiera pasado ni mañana. Por el contrario, nuestra tarea es proyectar el futuro fortaleciendo nuestras raíces de donde inspirarnos, encontrar puntos de entendimiento, espacios comunes con la juventud del mundo para construir la revolución. Uno de ellos es la lucha contra el cambio climático, sobre el cual el presidente Maduro dijo cosas importantes durante la COP27. Necesitamos reconocer que para cambiar el clima necesitamos cambiar el sistema. Los jóvenes somos levadura de este cambio necesario. Una conciencia que apareció muy clara durante los días de Oclae. Desde América Latina, y desde Venezuela y Cuba en particular, hemos dado un mensaje al mundo: es posible hacer la revolución, es posible derrotar al imperialismo, es posible bloquear el avance de los gringos. Debemos comprometernos con una agenda común anticolonial, antipatriarcal, contra el cambio climático… Invitamos a todos los jóvenes del mundo a unirse con su especificidad, porque no se puede esperar que las revoluciones sean todas iguales. Sin embargo, es necesario dar voz a una esperanza universal contra el enemigo común de la especie humana, el capitalismo y el imperialismo, que tiene en los gringos a sus máximos representantes: Biden, Trump o… Mickey Mouse, osea toda la industria cultural que sirve para enmascarar su verdadera naturaleza, voraz y destructiva. Cantar la Internacional significa unir en una sola voz la esperanza de muchos jóvenes, y sentir la misma emoción, la misma poesía revolucionaria militante, más allá de lenguas y naciones. Es decirle al capitalismo que se equivocó al creer que estaba volteando nuestra bandera, haciéndonos pasar al lado equivocado, el lado de los “malos” mientras ellos serían los “buenos”: porque cuanto más aumenta el fascismo, aumentan nuestros ideales. Cuanto más mata el imperialismo en nombre de la democracia y la libertad, más crece el deseo de revolución entre las clases populares.

 

Tomado de Resumen Latinoamericano Argentina.

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