Culturales

La dictadura militar argentina y la censura: Del Rock Nacional al Nuevo Cancionero del folklore

Este 24 de marzo se cumplen 47 años del último golpe cívico militar en Argentina, día en el que la Junta Militar derrocó a la presidenta María Estela Martínez de Perón. Se instauraba así la dictadura más sangrienta de la historia argentina, caracterizada por la represión, la desaparición forzada de más de 30.000 personas y la persecución y censura a las representaciones culturales de la Argentina.

En medio de este proyecto de clandestinidad, ilegalidad y violencia, la dictadura militar llevó a cabo uno de los ataques más siniestros a la cultura que nuestro país jamás haya vivido. Se censuraron libros, películas y revistas para borrar cualquier recuerdo de la cultura libre argentina, nacional y popular. Pero por sobre todo se prohibieron centenares de canciones con el objetivo de evitar, en palabras del dictador Videla, “cualquier lavado de cerebro, confusiones a nuestra juventud y desapegos a nuestros valores tradicionales”.

 

La música popular argentina previa a la dictadura
El folklore y el rock en Argentina transitaba épocas gloriosas: grupos como Sui Generis, Los Gatos o Pescado Rabioso –hoy considerados de culto– eran la banda sonora de una juventud, que entre medio de guitarras y vinilos, veía en ellas un símbolo de sentido de pertenencia y libertad.

No solo cambiaron el arte en la Argentina, sino que también fueron referentes y modelos de cambio para las juventudes latinoamericanas. La forma de vestirse y peinarse y las expresiones con mensajes sociales, poéticos o políticos, se transformaron en un código común del rock argentino que influenció a casi toda la clase media. Todo esto permitió que el rock argentino fuera pionero en cantar en castellano en todo Iberoamérica.

No bastaba con secuestrar y desaparecer gente ni con eliminar la vida política argentina, la dictadura necesitaba un consenso en la sociedad”, relata a Página/12 Sergio Pujol, historiador, ensayista y escritor de libros como Cien años de música argentina y Rock y dictadura. Crónica de una generación. “En el caso de la música, se creía que el efecto sobre la subjetividad de los jóvenes argentinos era mayor porque la vivían intensamente y compartían la escucha en hogares y recitales”, agrega.

“Como el rock en un principio no se presentaba como una forma de protesta contra el estado —continúa el historiador— para los militares fue más fácil ir en contra de artistas como Horacio Guarany o Mercedes Sosa”.

Pujol así explica de manera clara la mirada de los militares sobre el folclore: “Según la Junta Militar, al escuchar estas canciones que formaban parte del Movimiento del Nuevo Cancionero del folclore los jóvenes se veían alentados por la desobediencia e incorporaban los valores de la revolución”.

 

El Plan Cóndor y los métodos de censura en Latinoamérica
La prohibición de la música popular no fue un patrimonio exclusivo de la dictadura argentina, sino un objetivo central de todos los Gobiernos de facto que aniquiliban a Latinoamérica. “Fue el Plan Cóndor en su versión de censura cultural”, enfatiza Sergio Pujol a Página/12.

Durante los primeros años, el epicentro de la persecución a la cultura del continente fue Chile, donde a partir de 1973 el Gobierno de facto de Augusto Pinochet se ensañó con todo el movimiento del Canto Popular trasandino. En septiembre de ese mismo año las tropas militares torturaron y asesinaron al reconocido artista Víctor Jara, que fue detenido en la Universidad Técnica del Estado –hoy Universidad de Santiago de Chile—, donde soportó las primeras horas de la dictadura junto a estudiantes y colegas. Muchos otros cantautores debieron exiliarse o, directamente, llamarse al silencio para sobrevivir.

Algo muy parecido ocurrió con el canto popular uruguayo, lo que generó que exponentes como Alfredo Zitarrosa y Daniel Viglietti abandonaran su país. “A diferencia de estos países –continúa Pujol– en Brasil la lista de canciones censuradas tenían estado público, por lo que los artistas ya conocían el panorama donde actuar”.

Casos como los de Caetano Veloso y Gilberto Gil son los más recordados: ambos fueron detenidos en diciembre de 1968 tras la promulgación del AI-5, una medida dictatorial que cerró el congreso y exacerbó la represión. Al no haber una causa fehaciente de la detención, Veloso y Gil fueron acusados de burlarse del Himno Nacional de Brasil durante la presentación en un club nocturno. El propio Caetano narra este arresto en una entrevista devenida en documental, llamado “Narciso em férias”. Luego de tres meses de detención, los amigos debieron emigrar a Europa…

 

La música como arma de tortura
Al mismo tiempo que la Junta Militar censuraba parte de la cultura para “expurgar de contenidos políticos e inmorales a los repertorios de las canciones populares” —según el historiador Sergio Pujol— , las melodías de muchos de esos artistas eran usadas para llevar a cabo un cruento proceso de tortura contra miles de personas detenidas clandestinamente.


Mientras Serú Girán debutaba con uno de sus primeros conciertos en el Estadio Obras en 1978, canciones de Mercedes Sosa o de los Rolling Stones —entre otras— sonaban en forma repetitiva y con excesivo volumen en las salas de tortura de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) para desgastar y tapar los gritos de las personas secuestradas ilegalmente.

La Junta Militar censuraba parte de la cultura para ‘expurgar de contenidos políticos e inmorales’ los repertorios de las canciones populares”, según el historiador Sergio Pujol.
En una entrevista con Página/12, Abel Gilbert —periodista, músico y autor de Satisfaction en la ESMA: música y sonido durante la Dictadura— aseguraba que “lo que todavía resulta problemático es la falta de decisión para reconocer la contigüidad entre la cultura y la barbarie”. Gilbert es aún más explícito: “había 5 cuadras entre el Servicio de Información del Ejército y el Teatro Colón y 6 entre la ESMA y Obras Sanitarias. El uso siniestro de lo sublime resulta de lo más perturbador”.

8 canciones censuradas en la Dictadura Cívico-Militar argentina

En un proceso militar caracterizado por políticas neoliberales, una deuda externa de 45 mil millones de dólares y la desaparición forzada de todo aquel que pensaba diferente, la represión fue utilizada como una política de estado que avanzó contra las libertades individuales. La música, y muchos de sus artistas, se transformaron en un blanco de persecución y censura.

Por esa razón, muchos artistas debieron ocultarse, exiliarse o autosilenciarse. Otros se quedaron en el país para intentar evadir la persecución de sus letras mediante las metáforas y los recursos literarios. De esta manera, la denuncia y la libertad de opinión se escondieron (sobrevivieron verdaderamente) detrás de más cultura.

En un recordado discurso en la Universidad del Salvador, el almirante Massera sostuvo que “el alma del hombre se convirtió en un campo de batalla”. Ese discurso pone de manifiesto porque la dictadura persiguió a quienes alimentaban esas almas: los artistas.


Hubo que esperar hasta 2009 para que el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER) publicara una lista con más de 200 canciones prohibidas por el gobierno de facto. Catalogada como “lista negra”, incluía a aquellas que para los militares eran “canciones cuyas letras no son aptas para ser difundidas por los servicios de radiodifusión”.

1. “Marcha” de la Bronca de Pedro y Pablo
“Bronca porque está prohibido todo / hasta lo que haré de cualquier modo / Bronca porque no se paga fianza / si nos encarcelan la esperanza” cantan Miguel Cantilo y Jorge Durietz en una de las primeras canciones de protesta del rock argentino. Incluida en su primer álbum Yo vivo en esta ciudad, de 1970, fue compuesta durante la dictadura autodenominada “Revolución Argentina” y se transformó en un himno del rock argentino

2. “Cómo la Cigarra” de Mercedes Sosa

“Tantas veces me borraron, tantas desaparecí. A mi propio entierro fui sola y llorando. Hice un nudo del pañuelo pero me olvidé después que no era la única vez y seguí cantando…”.

Este clásico, originalmente compuesto por María Elena Walsh, iba a incluirse en el álbum Serenata para la Tierra de Uno. “La negra” grabó una versión en 1978 pero finalmente no se publicó en discho álbum por la fuerte censura que recibió durante el gobierno de facto.

La revancha fue en 1982, cuando Sosa incluyó esta canción en Mercedes Sosa en Argentina, transformándose en un himno del renacer democrático y de todos aquellos que estuvieron exiliados.

3. “La Cultura es la sonrisa” de León Gieco

En 1981 León Gieco publicó el álbum Pensar en Nada, que incluía esta canción de protesta al cierre de la Universidad de Luján. El artista ya había sufrido la censura en otras obras como Canción de amor para Francisca Tema de los mosquitos.

La cultura es la sonrisa que brilla en todos lados, en un libro, en un cine o en un teatro. Solo tengo que invitarla para que venga a cantar un rato. Ay, ay,ay que se va la vida más la cultura se queda aquí…

4. “Ayer Nomás” de Moris y Pipo Lernoud

“Ayer nomás, en el colegio me enseñaron, que este país es grande y tiene libertad”, remarca la canción originalmente escrita por Moris y Lernoud. Prohibida en la dictadura de 1966 y nuevamente en 1976, Litto Nebbia —líder de Los Gatos— realizó una nueva versión para evitar problemas con la censura. Fue incluida en el álbum Los Gatos de 1967, uno de los pilares del rock argentino.

5. “Me gusta ese tajo” de Pescado Rabioso

La letra de este hit del grupo liderado por Luis Alberto Spinetta contiene una clara connotación sexual y resultaba transgresora para los años 70: “me gusta ese tajo que ayer conocí, ella me calienta, la quiero invitar a dormir”, canta el Flaco en esta canción incluida en un disco simple de 1973.

6. “Viernes 3 AM” de Serú Girán

En 1978, luego de la separación deLa Máquina de Hacer PájarosCharly García conformó Serú Girán junto a David Lebón, Pedro Aznar y Oscar Moro. Apodados “los Beatles Criollos”, fueron uno de los grupos más reconocidos de la música argentina por su alta calidad musical y su poderosa puesta en escena.

Viernes 3 AM, incluida en el álbum La Grasa de las Capitales (1979), fue censurada por la dictadura militar por “incentivar al suicidio”. “Y llevas el caño a tu sien, apretando bien las muelas, dice un fragmento de este himno compuesto por Charly García.

7. “El Twist de Mono Liso” de María Elena Walsh

La reconocida cantautora y escritora ya había sufrido en primera persona la censura del libro Dailan Kifki, una historia publicada en 1962 que trata de un elefante que cambiaría la vida de toda una familia con su llegada.

El Twist de Mono Liso, canción infantil lanzada en 1962, fue considerada “impropia” por la dictadura militar, ya que habla de una naranja excéntrica que vive en libertad a pesar de los intentos de domesticación: “La naranja se pasea de la sala al comedor, no me tires con cuchillo, tírame con tenedor”.

8. “Guerrillera” de Horacio Guarany

Guarany, considerado uno de los folcloristas argentinos más importantes de esa época, acostumbraba decir que pertenecía “al glorioso Partido Comunista”. Esa declaración lo condenó como uno de los músicos incluidos en las listas negras de censura. Publicada en el álbum Luche Luche de 1977la canción La Guerrillera era un canto emotivo a la libertad y el valor, por lo que generó una gran molestia en los militares. (“La Libertad se hace novia de mi pañuelo, la Guerrillera tiene sangre en el alma!”)

Ariel Ramírez, Gustavo Santaolalla, Miguel Cantilo, Miguel Abuelo, Marilina Ross, Piero, Pappo, Víctor Heredia y Roque Narvaja son otros ejemplos de los cientos de artistas que sufrieron el embate de la maquinaria represiva del estado.

El regreso del rock nacional en la década de los 80´

Almendra a fines de 1979 y Mercedes Sosa en 1982, fueron los primeros en volver a los escenarios. Con ellos, muchos artistas que estaban exiliados, como Litto Nebbia, León Gieco o Miguel Abuelo comenzaron a reconstruir el tejido de la cultura del rock en Argentina. El silencio se fue abriendo en forma de prosa y melodía. La libertad mutó lentamente hacia la poesía y el ritmo.

En 1982, con un gobierno de facto aún vigente y con la Guerra de Malvinas ya comenzada, entró en vigencia la inédita prohibición de la música en inglés. Los militares creían que con esta decisión se iba a enaltecer el sentimiento patriótico y nacional, desconociendo el principio universal de que la cultura no tiene fronteras.

Además, la represión no contó con la rebeldía de los artistas nacionales, que a través de la metáfora, elevarían su rebeldía y oposición al régimen. Los militares no detectaban  letras que tenían verdaderos mensajes de libertad y que fueron cantos a la democracia y a la lucha.

Con el paso del tiempo y junto a la conquista de la democracia, las canciones prohibidas durante el gobierno de 1976 se fueron convirtiendo en himnos de nuestra cultura. Cada 24 de marzo se recuerda las atrocidades cometidas por la dictadura en un ejercicio de memoria, y se reivindica a todos aquellos artistas que hicieron del arte y la música, una bandera de la libertad y la democracia

Cuando Litto Nebbia se presentó en el masivo festival Lollapalooza en 2022 introdujo, nuevamente, la canción “Ayer nomás” a muchos “hijos de la democracia”. Como si todos los días fueran, ayer nomás, hoy y siempre, el día de la memoria. Y acaso el clásico de Nebbia volvió, ayer y hoy, a inspirar a toda una generación:

“Ayer nomás, en el colegio me enseñaron, que este país, es grande y tiene libertad”.

Tomado de Página/12 / Nota publicada originalmente el 23/3/22/ Foto de portada: Mercedes Sosa y Charly García, músicos censurados.

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