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La esclavitud, una práctica sostenida

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Las cifras resultan alarmantes cuando se denuncia que, entre 1995 y 2022, más de 60 000 personas fueron liberadas de la esclavitud en Brasil, y que en el año 2022 se hallaron 2 575 víctimas, entre ellas 148 extranjeras.

Así lo reportó la agencia Russia Today. Llama la atención que en ese país sudamericano también se sufrió la colonización portuguesa por más de cinco siglos con la llegada de mano de obra esclava, principalmente de África, para trabajar en las industrias del azúcar, la agricultura y la minería. Desde ese momento aún se reproducen los patrones de vasallaje presentes en las relaciones de producción existentes en el gigante sudamericano.

De las personas liberadas en 2022, el  92 % eran hombres y un 83 % negro o mestizo, mientras un 51 % perteneció a comunidades originarias o regiones vulnerables y empobrecidas. A todos se les engañó por el bajo nivel escolar que poseían.

El último gran caso mediatizado fue a finales de febrero, cuando 207 personas fueron rescatadas en Bento Gonçalves, en el estado de Río Grande do Sul. Eran sometidos a shocks eléctricos, porrazos y spray pimienta para hacerlos trabajar. Ellos estaban contratados por una empresa que cedía su mano de obra a tres de las mayores bodegas de Brasil, Salton, Aurora y Garibaldi.

Esas compañías acudían a otros grupos para subcontratar personal y eludir la ley, porque el código penal brasileño castiga con prisión, con penas de dos a ocho años, a los infractores que imponen condiciones degradantes, horas de trabajo agotadoras, trabajo forzoso y servidumbre por deudas.

Las ciudades no escapan a esas prácticas. En el sector textil o de la construcción, los trabajadores sufren de condiciones análogas a la esclavitud.  El Ministerio Público de Brasil reportó que desde 2003 han sido rescatadas 2 488 mujeres, la mayoría trabajaba en la agricultura, en cocinas o en campos de café. Muchas también son explotadas como trabajadores domésticas o sexualmente.

Los gobiernos de Michel Temer y Jair Bolsonaro limitaron los fondos públicos para las operaciones de fiscalización del trabajo forzoso y, en la actualidad, muchos auditores denuncian atrasos en las investigaciones por falta de personal y de recursos financieros.

Si bien la esclavitud quedó abolida en el siglo XIX, muchos países reportan prácticas similares, principalmente en los subdesarrollados. La Organización Internacional del Trabajo divulgó, en su informe de 2022, que 50 millones de personas vivían en situación de esclavitud moderna en 2021, de ellas, 28 millones realizaban trabajos forzados y 22 millones estaban atrapadas en matrimonios forzados.

Con la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la comunidad internacional se comprometió a poner fin a los métodos esclavistas modernos en 2030, pero solo la voluntad política y la férrea lucha de los pueblos podrá eliminar ese flagelo.

Tomado de Granma/ Foto de portada: AP

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