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A 42 años de una de las más bárbaras agresiones contra Cuba: Quiénes son los verdaderos terroristas

Por Raúl Antonio Capote (*) / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

 

En 1984 ante un jurado norteamericano Eduardo Arocena, líder del grupo terrorista Omega 7, reconoció haber participado en una operación para introducir gérmenes en la Isla como parte de una operación de bioterrorismo.

“La misión del grupo encabezado por mí era obtener ciertos gérmenes e introducirlos en Cuba” declaró ante el Tribunal Federal de la ciudad de New York.

Durante el juicio, el terrorista Arocena, confesó que la fiebre del Dengue Hemorrágico fue introducida a través de grupos de origen cubano radicados en Miami.

La organización de acciones terroristas utilizando medios biológicos entró a formar parte del arsenal de la guerra sucia de la CIA contra el pueblo cubano desde el año 1959.

El diario Washington Post informó en 1979, que la CIA tenía un programa contra la agricultura cubana y que desde 1962 se fabricaban agentes para estos fines.

Podemos mencionar, entre otras enfermedades introducidas en el país: la Broca del Café que destruyó los cafetales, el Thrips Palmi lanzado desde un avión para devastar los cultivos, sobre todo los de la papa y rendir por hambre a los cubanos, el Ácaro del Arroz, el Newcastle que provoca una alta mortalidad de más del 80% de la masa avícola, la Fiebre Porcina Africana, la Roya de la caña, etc.

En el verano de 1981 se desató una epidemia de Dengue Hemorrágico, esta variante grave de la enfermedad estaba localizada en el sudeste asiático, pero Cuba fue el primer país del hemisferio occidental que padeció esta enfermedad.

Era la primera vez que se enfrentaba la medicina cubana a esta epidemia desconocida en el país y en todo el hemisferio, tuvimos 344 203 casos, 10 mil de ellos considerados como casos graves de fiebre hemorrágica, la enfermedad costó la vida a 158 personas, de ellas 101 eran niños, solo el trabajo intenso y la preparación de nuestros médicos hizo posible que el daño no fuera mayor.

Casualmente, durante el año 1975, científicos estadounidenses estuvieron estudiando la existencia de anticuerpos del dengue en la población cubana.

Es importante conocer que, laboratorios norteamericanos en guerra biológica, habían sido los únicos en obtener una variedad de mosquito Aedes Aegypti capaz de trasmitir el virus 2, según informó el Coronel Phillis Rossell en el XIV Congreso Internacional del Oceáno Pacífico efectuado en 1979, dos años antes de la epidemia en Cuba.

Pero no solo la CIA introdujo el virus en el país, como demostraron además nuestros virólogos, sino que la Casa Blanca le negó a Cuba la posibilidad de adquirir el Abate, producto esencial para combatir el agente trasmisor de la enfermedad; las motomochilas para fumigar hubo que comprarlas en Japón.

Negaron además acceso a los conocimientos científicos que poseían para enfrentar la enfermedad, haciendo uso de las leyes del bloqueo, ese bloqueo que maliciosamente dicen los enemigos de la Revolución que no existe.

¿Cómo llamar a la acción de negar ayuda a Cuba en el momento en que miles de niños estaban muriendo?

A 42 años de aquella bárbara agresión, ahora que Washington insiste en mantener a la Mayor de las Antillas en la lista de países patrocinadores del terrorismo, es bueno recordar quienes son los verdaderos terroristas.

(*) Escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de “Juego de Iluminaciones”, “El caballero ilustrado”, “El adversario”, “Enemigo” y “La guerra que se nos hace”.

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