Internacionales

Una enfermedad, que hace metástasis en Estados Unidos (II)

Por José Luis Méndez Méndez * / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

El proyecto bipartito en desarrollo, es el primero que podría restringir el uso de armas en los últimos 30 años en el país, y fue sancionado por el presidente Joe Biden. Este incluye el fortalecimiento de las verificaciones de antecedentes para los compradores de armas entre las edades de 18 y 21 años e incentiva a los estados que aprueben las llamadas leyes de bandera roja, que permiten a los grupos presentar peticiones ante tribunales para quitar las armas a las personas consideradas una amenaza para sí mismas o para los demás, entre otras disposiciones.

El propio Presidente reconoció la “epidemia de violencia armada” que vive Estados Unidos. “Incluso mientras esperamos más detalles sobre estos tiroteos, sabemos que el flagelo de la violencia armada en todo Estados Unidos requiere una acción más firme”, dijo el mandatario demócrata en un comunicado en enero tras las matanzas de Monterey Park y dos días después en Half Moon Bay, California, que dejó al menos siete personas muertas. Tras los tiroteos masivos, Biden abogó por reinstaurar prohibición de armas de asalto.

“Una vez más, insto a ambas cámaras del Congreso a que actúen rápidamente y envíen la prohibición de las armas de asalto a mi escritorio, y tomen medidas para mantener seguras a las comunidades, escuelas, centros de trabajo y hogares estadounidenses”, exhortó Biden a inicios de 2023.

Los senadores demócratas Dianne Feinstein, de California; Richard Blumenthal y Chris Murphy, ambos de Connecticut, presentaron un proyecto de ley para restablecer una prohibición federal a la compraventa de armas de asalto, así como una legislación para aumentar a 21 la edad mínima para poder comprar ese tipo de armas.

La prohibición, que ha encontrado gran oposición en la bancada republicana y los activistas por los derechos a portar armas, bloquearía la venta de 19 dispositivos de fuego específicos que tienen las características de las utilizadas por los militares y cargadores que pueden contener más de 10 rondas de municiones.

La ciudad de Miami, regentada por el bravucón Francis Suárez, se debate entre seguir siendo la “capital del sol”, de las “luces de neón” o más recientemente la “meca del anticomunismo” en Estados Unidos, pero igual sigue teniendo como enfermedad congénita: la inseguridad. Suárez, se ha presentado como un aspirante más con vista a las elecciones generales de 2024. Si usted viaja a Estados Unidos en busca de un lugar a salvo para vivir seguramente tendrá que descartar de sus planes a Miami, que cada día tiene más riesgos y vicios ocultos, que la descalifican como segura.

Además de tener una Alcaldía politizada y secuestrada por ciudadanos estadounidenses de origen cubano, que utilizan sus cargos para arremeter contra el archipiélago vecino a noventa millas, que incluso han pedido borrarlo de la geografía por medio de bombardeos, según el sentir y pedido de su Alcalde ambicioso.

Los resultados de varias encuestas realizadas hace más de veinte años en  materia de inseguridad, efectuadas en 202 ciudades estadounidenses de más de 100 mil habitantes, que se basaron en las tasas de criminalidad, demostraron que Miami clasificó, junto a otras ciudades de Florida, dentro el selecto y no deseado grupo de las más inseguras. Ha pasado el tiempo y en lugar de evolucionar hacia indicadores más seguros ha sido lo contrario y los factores que inciden saltan a la vista de los residentes y sorpresa de los turistas y visitantes, que siguen la propaganda de promoción. La verdadera Miami, no está en las redes sociales.

La fuerte tasa de criminalidad en Miami contrasta con los cientos millones de dólares que gasta al año en atraer a turistas de todo el mundo no solamente promocionando sus playas, sino también las medidas para proteger a los visitantes.

El índice de inseguridad sigue a la alza con un 52.32, mientras la seguridad desciende al 47.68. Sostenido el aumento de la criminalidad en los últimos tres años para un 62.43 estimado alto. El consumo de drogas sigue en ascenso, con personas consumiendo o traficando para un elevado 63.13. La seguridad nocturna descendió a 40.74, es decir seis de cada diez, recomendaron no deambular por la ciudad. La inseguridad, alimentada por causas permanentes, que nutren a la criminalidad, la hacen congénita en la ciudad de Miami.

Conmemoraciones como esta, que se celebró el año pasado en la explosiva locación de Liberty City en memoria de Elizabeth Level, de 85 años, quien murió por el fuego cruzado frente a su casa, son menos frecuentes en Miami a medida que la tasa de homicidios sigue descendiendo, es una propaganda turística que intenta captar más visitantes, dando verdades a medias.

El mensaje intenta convencer de una realidad edulcorada, que irrumpe de pronto en los folletos de las agencias de viajes. “En los dos primeros meses de este año solo ha habido cuatro homicidios en la ciudad de Miami, una cifra históricamente baja y probablemente insostenible, pero que también forma parte de una tendencia larga y a menudo ignorada”.

Es tal la carga de “seguridad” que se intenta instalar, que raya con lo ridículo y comenta: “Quizá Miami nunca se haya sacudido su mortal reputación de Cowboys de la Cocaína, pero —al menos a juzgar por el conteo de asesinatos— la ciudad es mucho menos peligrosa que hace décadas. En los dos últimos años solo se han registrado 97 homicidios, la cifra más baja desde 1964, cuando la ciudad tenía 100,000 habitantes menos. Si el ritmo de este año se mantiene, lo que la Policía y los analistas sospechan que es una posibilidad remota, se reducirían incluso esas bajas cifras a la mitad.

El violento alcalde Suárez, se promociona como aspirante a candidato republicano a las elecciones generales y de repente la delincuencia cesa, los homicidios bajan y la tranquilidad ciudadana regresa. Parecen ser hechos relacionados.

¿Qué está ocurriendo? Es difícil atribuirlo a una razón principal, pero la policía, otros expertos y miembros de la comunidad apuntan a muchas pequeñas razones combinadas: mejor comunicación entre habitantes y policías. Más agentes en las calles. La unidad de alta tecnología de lucha contra la delincuencia responde más rápidamente a los delitos graves. Las familias, cansadas de perder a sus seres queridos, dando un paso al frente. Y algunos pandilleros se han mudado.

¿Puede mantenerse la paz y la tranquilidad? Incluso el alcalde de Miami, Francis Suárez —quien en sus presentaciones televisivas, mientras coquetea con una posible candidatura a la presidencia, ha promocionadoel descenso de la delincuencia violenta en la ciudad como parte del “milagro de Miami”—, admite que es poco probable. Los argumentos presentados parecen concebidos para ser consumidos por extranjeros ajenos a la realidad míamente. Eso de los ciudadanos tomados de las manos, cantando villancicos e intercambiando pasteles de zanahorias, solo es resultado de la mente creativa de comunicadores sociales contratados para sembrar una quimérica imagen.

No obstante, el aumento del número de policías en las calles y la fuerte inversión en tecnología han contribuido a mejorar la situación, policía montada, aumento de helicópteros en vigilancia, infantería barrial.

El jefe de la Policía de Miami, Manny Morales, cree que una gran parte del rompecabezas ha sido trabajar codo con codo con grupos comunitarios como el Circle of Brotherhood y Mothers of Murdered Children para reducir los tiroteos por represalias, que pueden provocar amplios daños colaterales a partir de actos de violencia que de otro modo serían aislados.

“La idea es sofocar las discusiones o peleas antes que se conviertan en tiroteos”, dijo el jefe. “Se trata de personas que quieren justicia callejera y que históricamente no cooperan”.

En ocasiones los resultados se buscan para mejorar las estadísticas de criminalidad y dar una imagen irreal de lo que acontece, por eso es mejor mostrar la calidad de cómo se enfrenta en lugar de la cantidad, por ejemplo detener a alguien que bebe cerveza en la tienda de la esquina no funciona, ya que por el contrario tales acciones solo altera a la comunidad y el principio debe ser que la cárcel no es para todos. El esfuerzo, no debe ser elevar indicadores con delitos menores, mientras que lo real tangible es el descenso de la tasa de delincuencia en los asesinatos: las víctimas simplemente alcanzadas por disparos.

En lo que va del año, 10 personas han sido baleadas en Miami. Hace un año por estas fechas, la cifra era 34. Esas cifras son importantes porque no se ven afectadas por variables externas como las mejores técnicas médicas de emergencia que ahora evitan que más víctimas de disparos terminen en muertes. De los cuatro caídos, que ha habido hasta ahora en 2023, tres murieron por disparos. Un factor disuasivo aplicado, que solo esconde a la delincuencia, es el aumento policial ahora más visible en las calles de los barrios.

Sin embargo, no todos están seguros de que la policía esté avanzando en la dirección correcta. Si bien la baja tasa de homicidios es estupenda, no es indicador que las personas que más necesitan ayuda la estén recibiendo.

Atacar a las causas parece ser lo más indicado de manera estratégica, que realmente detiene a la delincuencia. Miami, registró 49 homicidios en 2022. Con una población de unos 440,000 habitantes según la Oficina del Censo federal.

Como regalo de despedida el gobernador de Florida firmó una ley, que impacta en Miami y es la facilidad de comprar armas por medio de tarjetas de crédito magnéticas. La ley que está vigente desde el 1 de julio de 2023, impide a los administradores de ese medio de pago, seguir las ventas de armas y municiones a través de un “código de categoría comercial” independiente en los comercios de armas.

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Foto de portada: El Mundo.

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