Internacionales

El colapso climático amenaza con traer fascismo y guerra

Por Phil Hearse *.

Los diez días transcurridos a partir del 12 de junio vieron la coincidencia de cuatro cosas que podrían parecer inconexas: la declaración del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, según la cual el mundo se encamina a un calentamiento global de 3 ºC; la noticia de que Arabia Saudí está tratando de comprar 2,2 millones de toneladas de créditos de carbono; la noticia de que por lo menos un millar de personas de Uttar Pradesh y el este de Bihar han muerto a causa del calor extremo de más de 40 grados; y la muerte de más de 500 personas refugiadas en una embarcación frente a las costas de Grecia.

La conexión de los créditos de carbono –un permiso para verter enormes cantidades de gases de efecto invernadero en la atmósfera– con la declaración de António Guterres y las muertes en India es evidente, pero ¿qué relación tiene esto con el naufragio de la embarcación sobrecargada de personas refugiadas?

Revolución de los sedientos

Cada vez más, personas desesperadas que buscan refugio en Europa no solo huyen del desastre económico y de la guerra. Muchas también son refugiadas del colapso climático. Una mirada al mapa, donde la temperatura media ya ha ascendido a niveles en que el agua es escasa y la vida humana se vuelve insostenible, cuenta su propia historia. En una franja que va de la parte occidental de Asia al centro del continente, las temperaturas de verano superan habitualmente los 40 grados y la falta de agua causa cada vez más conflictos. De momento, la gente rica puede mitigar los efectos con aire acondicionado en sus hogares y oficinas, pero para las poblaciones pobres urbanas y rurales, las condiciones de vida están adquiriendo tintes trágicos.

Esta historia no es nueva. En gran medida ocultada en el Norte global, la revolución de 2011 en Egipto, que derrocó al gobernante Hosni Mubarak, no fue únicamente una revuelta democrática, sino una revolución de los sedientos. El 60 % de la población de El Cairo que vive en asentamientos informales carece de todo acceso regular al agua y mucha gente se ve abocada recogerla en acequias contaminadas. Sin embargo, apenas hay problemas de suministro de agua en los suburbios acomodados de clase media y alta, muchos construidos durante las dos últimas décadas con amplias instalaciones para la gente rica.

La Fortaleza Europa es un fracaso

Si unas temperaturas de muerte y la pobreza hídrica son causas cada vez más importantes de migraciones masivas hacia el oeste y el norte, la respuesta de los Estados del Norte global es desastrosa y da alas a la extrema derecha nacionalista y racista.

Apenas un día después del naufragio de una embarcación llena de personas refugiadas frente a las costas de Grecia, con la pérdida de más de 500 vidas, en una reunión programada desde antes los ministros de Interior de los Estados miembros de la UE acordaron un plan conjunto. Según el mismo, la UE va a “cooperar más estrechamente con Túnez, Libia y Egipto” para tratar de impedir que migrantes indocumentados accedan a embarcaciones de traficantes. Las miles de muertes que se producen en el intento de llegar a Europa y la noticia del naufragio frente a las costas griegas no sirvieron para cambiar la política de Fortaleza Europa de la UE, sino que encima la reforzaron.

Las cifras de muertes en el Mediterráneo son pasmosas: más de 20.000 personas ahogadas o desaparecidas desde 2014, más de 2.000 personas muertas tan solo este año. El plan de la UE es una farsa, mientras que las cuotas confirmadas para la admisión de personas refugiadas –una docena de países aceptan 8.000 cada uno y Francia e Italia 2.500– son un gesto patético.

Históricamente, la migración masiva de poblaciones desesperadas nunca cesó por completo. La policía de fronteras de EE UU contabiliza más de 7.000 muertes en la frontera con México desde 1998, lo que probablemente es una grosera subestimación y no tiene en cuenta a las muchas personas que han muerto en el desierto mexicano o en Centroamérica durante su viaje desde Colombia.

Muertes masivas

En un artículo impactante, Gaia Vince sostiene que a mediados de siglo, debido al envejecimiento de la población de Occidente, las ciudades del Norte global reclamarán la llegada de más inmigrantes para mantener su fuerza de trabajo. Por su parte, William I. Robinson, autor de The Global Police State, piensa que esto es un “análisis mecánico” y que el nacionalismo de derechas y el fascismo en el Norte global probablemente harán que la UE, el Reino Unido y EE UU toleren las muertes masivas antes que admitir a cientos de miles de personas refugiadas (1). Las poblaciones desesperadas vendrán siempre y saben que los viajes peligrosos siempre encierran el riesgo de morir.

¿Cómo alimentan la crisis global del agua y de la migración el fascismo y la guerra? La inmigración ha sido la cuestión política clave –combinada por un discurso antiwoke basado en ideas reaccionarias sobre la familia, la religión y la nación– que ha permitido que la derecha fascista y semifascista tome el poder en Italia/2. La inveterada líder de extrema derecha Marine Le Pen podría ganar la próxima elección presidencial en Francia. Y el principal partido de la derecha en España, el Partido Popular, podría formar una coalición gubernamental con el partido fascista Vox, que actualmente alcanza alrededor del 15 % en las encuestas, tras las elecciones generales del 23 de julio (3).

El cambio climático y la derecha fascista

Al igual que otras líderes de extrema derecha, Marine Le Pen ha cambiado de posición en materia de cambio climático. El negacionismo ya es difícilmente defendible, por mucho que Donald Trump pueda persistir en él. Así que Le Pen sostiene que únicamente los verdaderos patriotas pueden defender el medioambiente y a la nación, y que los nómadas no tienen interés alguno en defenderlo. La denuncia por parte de Le Pen de los nómadas desarraigados se inspira en los ataques nazis contra los cosmopolitas desarraigados, o sea, el pueblo judío.

La primera ministra italiana de extrema derecha Giorgia Meloni también ha afirmado que la defensa del medioambiente es intrínseca a la derecha. El año pasado dijo: “No hay nada más de ‘derechas’ que la ecología. La derecha ama el medioambiente porque ama la tierra, la identidad, la patria”.

La catástrofe climática creará el tipo de dislocación y agitación social que solo puede controlarse, desde el punto de vista de la clase capitalista, mediante dictaduras autoritarias basadas a su vez en aparatos militar-policiales, y el intento de movilizar a las masas sobre la base del nacionalismo, la identidad étnica o el racismo. A esto nos referimos cuando hablamos de fascismo moderno. Este tipo de régimen no necesita abolir las formas de la democracia capitalista, si bien tiene que vaciarlas de todo contenido democrático real. Esto es lo que queremos decir cuando afirmamos que fascistas modernos están en el poder en India e Italia. No olvidemos que Mussolini fue nombrado primer ministro en Italia en 1922, pero no se declaró dictador hasta 1925. El periódico del Partido Comunista fue clausurado en 1924, y Mussolini no se decidió a encarcelar al líder comunista Antonio Gramsci hasta 1926.

Guerras por el agua

En un testimonio sobrecogedor emitido en la serie “Future” de la BBC, Ali al Sadr contó cómo la degradación del agua le llevó a abandonar Irak y buscar refugio en Ámsterdam: “Antes de la guerra, Basora era un lugar hermosoSolían llamarnos la Venecia de Oriente. Pero en la época en que yo me fui, estaban bombeando aguas residuales sin tratar en los cursos de agua. No podíamos lavar, el olor [del río] me causaba migrañas y cuando finalmente caí enfermo, estuve cuatro días en cama.”  Según Al Sadr, en el verano de 2018, el agua contaminada causó la hospitalización de 120.000 basoríes, y la policía abriendo fuego contra quienes protestaban.

Los mapas de los lugares más cálidos del mundo muestran en todos los casos una franja que va de India y Pakistán a Oriente Medio y África del Norte, pasando por Asia Central. La misma crisis afecta a partes del África subsahariana. Como ya se ha comentado ampliamente, la construcción de la presa del Renacimiento Etíope privará finalmente del 40 % del caudal del Nilo a los países situados río abajo y que dependen de estas aguas, sobre todo Egipto. Es difícil imaginar que la dictadura egipcia, armada hasta los dientes por EEUU, permanecerá de brazos cruzados y permitirá que le priven del líquido vital en interés de la electricidad etíope.

De hecho, Egipto está sufriendo un doble contratiempo debido a que los niveles del mar están sumergiendo el Delta, donde se basa la mayor parte de su agricultura. Con el tiempo, el mar se tragará el Delta. Es probable que en este mismo proceso se salinicen los afluentes del Nilo, haciendo que sean inservibles para la agricultura. Sin duda, pronto o tarde el Estado egipcio tendrá que tomar medidas para proteger las aguas del Nilo. Un conflicto similar es el que enfrenta a Turquía e Irak, ya que el primero está construyendo presas para extraer más agua del Tigris y del Éufrates. El principal impacto recaerá en el Kurdistán iraquí.

Debate estratégico

Las respuestas nacionalistas y racistas a la inmigración constituyen el elemento central de la ideología de la extrema derecha y del fascismo, así como del gobierno Conservador del Reino Unido. En este país, las intervenciones del líder laborista Keir Starmer y de la candidata laborista a ministra de Interior, Yvette Cooper, se centran en acusar al gobierno de haber “perdido el control” de la inmigración, y no en denunciar las premisas racistas del plan de Suella Braverman de deportar a miles de inmigrantes a Ruanda. En efecto, Cooper lo dijo claramente: acelerando la tramitación de las solicitudes de asilo se incrementará el número de deportaciones.

Pese a sus limitaciones, la intervención del alcalde de Londres, Sadiq Khan, en este debate –afirmando que Londres necesita más inmigrantes para sostener su fuerza de trabajo– supone una ruptura bienvenida con la ortodoxia antiinmigración de Starmer y Cooper. Sin embargo, la izquierda ha de desarrollar su propio análisis. Las palabras de Paul Murphy en su crítica del libro esclarecedor de Max Huber son totalmente relevantes a este respecto:

La nuestra es una estrategia de construcción de un movimiento ecosocialista suficientemente fuerte para que pueda derribar y desmantelar el Estado capitalista existente y sustituirlo por un Estado obrero  genuinamente democrático y participativo. Esto no significa que renunciemos a plantear demandas de reforma al Estado existente, sino que a partir de los movimientos existentes de la clase obrera tratamos de desarrollar un movimiento revolucionario capaz de poner fin a la dominación capitalista y de derribar su Estado.

 

Notas

(1)  Comunicación privada al autor.

(2) Pero pudieron hacerlo debido a las derrotas del movimiento obrero y las capitulaciones del centroizquierda. Véase https://anticapitalistresistance.org/berlusconi-godfather-to-trump-and-johnson/

(3) En las elecciones municipales y autonómicas de mayo, Vox solo obtuvo un 7 % de los votos, pero siguió siendo el tercer partido detrás del Partido Popular y el Partido Socialista.

 

(*) Texto original: Anticapitalist resistance/ Traducción: Viento Sur.

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