Internacionales

La corrupción endémica de Miami, se propaga (III)

Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano

Cuando en la cúspide del Ayuntamiento de Miami, su Alcalde Francis X. Suárez, el último de la casta dinástica, que regenta esos predios desde los años ochenta del siglo pasado, acepta “contratos” de privados para “asesorar”, cómo desbrozar obstáculos administrativos, agilizar aprobaciones, evadir prohibiciones y hacer expeditas las soluciones por medio de un tráfico de influencias y cadenas de favores a cambio de estímulos materiales en efectivo, que no quedan registrados y evaden el fisco, cualquier expresión de corrupción es posible.

Durante años, Suárez se ha negado a revelar su lista de clientes, o casi nada sobre su trabajo privado. Cuando le preguntaron por su trabajo para el urbanizador de quien recibió religiosamente 10, 000 dólares mensuales,  en el programa Face The Nation de CBS, Suárez rechazó la pregunta diciendo: “No sé por qué mi periódico local está obsesionado con cuántos trabajos hago. “Tengo que revelar todos los trabajos que tengo. En realidad no debería importar cuántos trabajos tengo”, expresó. “Lo que debería importar es cómo hago mi trabajo principal, que es ser alcalde de Miami, y nadie critica eso”.

Su cargo tributa a todos sus emprendimientos particulares. Él es quien toma las decisiones, aprueba y desaprueba, según su estilo unipersonal de comandar a sus funcionarios públicos, en apariencias regulados por normas éticas, morales y legales en su desempeño.

Cada día es más frecuente considerar a la corrupción, como la palabra que se invoca con mayor frecuencia en Miami. Los frecuentes casos de presunta mala conducta oficial o soborno en los que están involucrados servidores públicos ponen en contexto una situación compleja y preocupante, que daña la fe pública. Los contribuyentes, electores y ciudadanía en general se sienten defraudados, la imagen de los aparentes castos políticos se enturbia ante realidades, en pocas ocasiones descubiertas. Familias de políticos y servidores públicos son expuestas al ruedo jurídico, como si de generación en otra se clonara el gen corrupto.

La abogada María Schneider, ex fiscal del vecino condado Broward, analizó este perturbador problema de una manera cruda y franca: “Son posibles crímenes que podríamos considerar doblemente serios porque constituyen una violación a la fe de los residentes y una mancha no solo para quienes los realizan, sino para las otras personas que se dedican al servicio público”.

Dada la imagen de un sistema supuestamente diseñado para ser pulcro, transparente y edificante. La citada letrada ejerció como fiscal durante más de 30 años, es solvente en lo que opina. Su valoración también la lleva a señalar que la “pérdida de fe en el gobierno y los agentes de la ley nos afecta a todos por igual”, debido a que la “gente deja de confiar en sus autoridades” y se crea una imagen negativa, generalizada, sobre quienes ocupan cargos de poder. “No todos son malos, son muy pocos, pero esos pocos crean un gran daño, una marca imborrable en la clase política”, sentenció. Reconoce además, que en el pasado los casos de fraude eran excepcionales, pero en los últimos años con más frecuencia acompañan al desempeño institucional. Algo, está sucediendo y tiene que ser analizado el origen, las causas, las consecuencias, es el sistema que engendra ese ilícito proceder.

La selección se ha cuestionado, el saber escoger entre los candidatos que se postulan a un puesto público, como ‘antídoto’ o ‘vacuna’ para evitar males futuros, es una opción que, desde su óptica, es importante, aunque no es prenda de garantía de un trabajo limpio de ninguna persona en su rol de funcionario electo porque “nadie tiene una bola de cristal para identificar quién es bueno o quién es malo” antes de llegar a un cargo.

Se han dado procesos donde el involucrado en el acto corrupto ha gozado de reputación previa, pero cuando ocupa su posición, observa que acurre y se contamina, se suma al lucro y convierte al delito en una práctica  habitual. En ocasiones el medio propicia la corrupción y en Miami, su Alcalde parece ser un referente a imitar.

Repasar los casos notables y recientes, muestran hasta donde ha calado el flagelo corruptor. Las apreciaciones de la ex fiscal Schneider conducen a una serie de casos que han acaparado la atención de los medios de comunicación durante los últimos años. En todos estos, la probabilidad de que los funcionarios públicos implicados hubiesen incurrido en corrupción disparó las alarmas de las autoridades judiciales y de supervisión de la ética administrativa.

En agosto de 2022, el veterano político de origen cubano Joe Martínez, quien ocupaba su cargo en el distrito 11 de Miami-Dade, fue arrestado bajo cargos de corrupción relacionados con una supuesta compensación ilegal que habría recibido el entonces legislador condal.

Los investigadores dijeron que Martínez habría recibido dinero del dueño de un supermercado local, a cambio de elaborar una legislación que ayudaría al negocio a evitar algunas violaciones del código. Se mencionó la cifra de 5.000 dólares. Los abogados del imputado impugnaron las acusaciones y el proceso sigue en curso. “Todavía hay días de corte pendientes, no puedo hablar sobre este caso”, alegaron.

Otro caso descubierto, estuvo referido al fraude en préstamos federales, fiscales que involucraron a un funcionario de la policía de Miami-Dade, quien se le acusó de haber recibido dinero de los fondos de ayuda durante  la pandemia de COVID-19, mediante documentos falsificados. Los acusadores dijeron que mientras trabajaba en el Departamento de Policía de Miami-Dade, Samuel Harris Jr. recibió más de 275.000 dólares a través de solicitudes de préstamos fraudulentas presentadas a dos programas federales vinculados a la pandemia. Harris, es uno de tres oficiales de policía en Miami, que enfrentan cargos de fraude en préstamos federales desde junio de 2022. Dos meses antes, un oficial de la ciudad de Miami fue acusado de un delito similar.

En próximas entregas, se conocerán otros casos que involucran a familias, que de manera nepotista y dinástica han ocupado cargos, obtenidos por medio de un voto “popular” manipulado y que después han defraudado la confianza de los electores, en esa ciudad que ahora toma otra forma de ser identificada, como nicho de corrupción.

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Foto de portada: Francis X. Suárez, Alcalde de Miami/ EFE.

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