Cuba

De esperanzas y retos para la nación y la emigración cubanas

Por Rosa María Fernández

La política norteamericana hacia Cuba está dirigida a desestabilizar al Gobierno de la isla y no a ayudar al pueblo cubano, ni a ordenar los impulsos migratorios a través de políticas de asistencia internacional.

Heredamos el concepto de Patria de José Martí, como la “comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas”. Con este basamento espiritual, tuvo lugar en La Habana, la IV Conferencia “La Nación y la Emigración”.

Como resultado del diálogo iniciado en 1978, promovido por el Líder Histórico de la Revolución Cubana, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, se celebró el pasado 18 y 19 de noviembre en la capital cubana, un intercambio que fortalece el vínculo entre Cuba y sus nacionales en el exterior.

Connotaciones y certezas

Las campañas en contra de la Revolución cubana, argumentan de forma generalizada que de la mayor de las Antillas se huye, no se emigra; por lo que no le atribuyen connotaciones económicas o familiares a la emigración, sino políticas e ideológicas.

Para muchos es conocido que los inmigrantes cubanos tienen privilegios en Estados Unidos, de los que nadie más disfruta. Así lo corrobora un reciente libro, “El privilegio cubano: la formación de la desigualdad migratoria en EE.UU.”, Cambridge University Press, 2022, escrito por Susan Eckstein, profesora del Departamento de Sociología de la Universidad de Boston.

A pesar de ser un libro académico, algunos sectores de derecha de la diáspora cubana en Miami, reaccionaron en contra de la profesora del Departamento de Sociología de la Universidad de Boston, especializada en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, lo que llevó a la suspensión de una de sus charlas, en una librería de la ciudad, por razones de seguridad.

El motivo de las protestas, es que el libro analiza desde 1959 – año del triunfo revolucionario en Cuba-, la evolución de los derechos y beneficios de los cuales disfrutan legalmente los cubanos, en contraste con los inmigrantes de América Latina y el Caribe, al llegar a EE.UU.

La especialista demuestra en el texto, cómo desde la gestión presidencial de John F. Kennedy (1961-63) se amplió el programa de “refugiados”. Por ejemplo, compara cómo a los haitianos se les deporta, mientras los cubanos reciben un estatus especial de refugiados, que según el concepto de la Organización de las Naciones Unidas, son quienes huyen de la violencia, las guerras y las persecuciones en su país.

Habría que observar cómo EE.UU. ha cambiado las razones sobre el estatus de refugiado, exclusivamente para los cubanos, los que en realidad y por lo general -explica la profesora- llegan para una reunificación familiar, algo que para otros migrantes es mucho más difícil de lograr.

Es la historia de la Guerra Fría, afirma Susan Eckstein al periodista Atahualpa Amerise. Consecutivamente, fue el mandatario Lyndon B. Johnson (1963-69) quien promovió desde hace 57 años, la llamada Ley de Ajuste Cubano, todavía vigente. Como a ningún otro inmigrante, a los cubanos en EE.UU. se les facilita obtener primero un estatus legal permanente, beneficios de asistencia social y después pueden aplicar para obtener la ciudadanía estadounidense.

Una política diseñada para estimular los impulsos migratorios. Porque también a los que interceptaban en el mar, los acogían en Estados Unidos hasta que el presidente Clinton (1993-2001), comenzó a repatriarlos de forma selectiva, por la ley conocida como “Pies Secos, Pies Mojados”. Luego Barack Obama (2009-2017) puso fin a los derechos de entrada exclusivos de los cubanos bajo libertad transitoria, por lo que los migrantes recurrieron a solicitudes de asilo.

Posteriormente, el presidente número 45 de Estados Unidos, Donald Trump, utilizó el mortífero recrudecimiento del bloqueo económico y comercial contra el pueblo cubano, añadió hostilidad y 243 medidas tan mortales como el virus en plena pandemia, al tiempo que  restringe al mínimo las relaciones diplomáticas establecidas por Obama.

Plan de asfixia

El saldo de inmigrantes cubanos en las dos primeras décadas de este siglo fue de unas 294.000 personas. Después de la Pandemia, en 2022 tuvo lugar la migración irregular de 224.607 cubanos, actualizó en su artículo “Los cubanos en Estados Unidos” de septiembre del 2023, el Doctor en Ciencias Históricas, Jesús Arboleya.

En reciente conversación migratoria entre los Gobiernos de Cuba y Estados Unidos celebrada en noviembre del 2023 -acuerdos suspendidos casi cuatro años por parte del gobierno norteamericano, a lo que se suman los efectos de la pandemia en la restricción de la movilidad internacional- la delegación cubana, presidida por Carlos Fernández de Cossío, reiteró su preocupación por las medidas de estímulo a la migración irregular, que mantiene el Gobierno de Estados Unidos. El viceministro de Relaciones Exteriores, reiteró la disposición de Cuba para “cumplir y respetar -los compromisos- como ha hecho hasta ahora”, en virtud de garantizar una migración regular, segura y ordenada.

Esta es la cuarta vez que ambos países se reúnen para abordar temas migratorios, desde que Joe Biden asumió la presidencia. La delegación de Estados Unidos estuvo presidida por Daniel Erikson, subsecretario adjunto de Defensa de los Estados Unidos, para Asuntos del Hemisferio Occidental.

Durante la sesión celebrada en La Habana, Cuba recalcó la importancia del cumplimiento de los acuerdos migratorios bilaterales en su integralidad y no selectivamente, al tiempo que reiteró la necesidad de restablecer en la embajada estadounidense en La Habana, el trámite para el procesamiento de visas de no inmigrantes.

“La Embajada de los EE.UU. en La Habana se encuentra actualmente ofreciendo solamente servicios limitados de visa de no inmigrante de emergencia”, dice la página oficial de la entidad diplomática. O sea, los cubanos que deseen gestionar legalmente un viaje a ese territorio, deben ir a otro país a hacer esta solicitud. Refiere su sitio web: (…) “pueden solicitar dicho visado en otra embajada o consulado de los Estados Unidos”.

Durante el intercambio, Cuba significó la vigencia de la Ley Helms Burton, como un estímulo a la migración irregular. La nombrada “Ley para la libertad y la solidaridad democrática cubana” de 1996, fue firmada por el presidente William Clinton, mientras los cubanos resistían el Período Especial, tras el derrumbe del Campo Socialista y el recrudecimiento del Bloqueo Económico, Comercial y Financiero por parte de Washington.

Así aumentó el clima de hostilidad en la política de los Estados Unidos hacia Cuba, al internacionalizar el bloqueo, violando los derechos humanos, el derecho internacional y la Constitución de los Estados Unidos, como también varias normas jurídicas de ese país. La Ley Helms Burton, obstaculiza la inversión extranjera en la isla, con la negativa de créditos y ayuda financiera a países y organizaciones que favorezcan o promuevan la cooperación con Cuba.

A propósito, el diplomático Fernández de Cossío hizo especial énfasis en el impacto negativo que tiene el bloqueo económico estadounidense, sobre las condiciones de vida de la población cubana y el riesgo que implica para la seguridad aérea de ambos países, que el Gobierno de Estados Unidos ofrezca asilo político a los secuestradores de aeronaves cubanas.

Queda claro que la política norteamericana hacia Cuba, está dirigida a desestabilizar al Gobierno de la isla y no a ayudar al pueblo cubano, ni a ordenar los impulsos migratorios a través de políticas de asistencia internacional.

Cubanidad y cubanía

De acuerdo con la institución especializada en investigaciones demográficas en Estados Unidos, Pew Research Center y su estudio sobre la evolución de la población de origen cubano en ese país, durante las dos primeras décadas de este siglo, existe un aumento de esta población de 1,2 millones en el año 2000, a 2,4 millones en 2021; o sea, un 92 por ciento de crecimiento en el período. La mitad de la población actual nació en Estados Unidos (1,2 millones) y la otra mitad son inmigrantes, de los cuales el 51% reside desde hace más de 20 años en ese país.

Otros 135.090 inmigrantes cubanos ingresaron en el primer semestre del año fiscal 2023 (octubre-marzo), según la Oficina de Aduana y Protección de las Fronteras (CBP en inglés). A partir de enero, disminuyó drásticamente el componente de la inmigración irregular, como resultado de las restricciones impuestas por el gobierno de Estados Unidos en la frontera y la puesta en marcha del Programa de Parole Humanitario. Este concede 30 mil visas mensuales repartidas entre Cuba, Venezuela y Nicaragua, destaca el especialista en relaciones Cuba–EEUU, Arboleya Cervera.

Una gran parte de la población cubana residente en varias naciones y en Estados Unidos, constituye un capital humano por su nivel educacional y profesional, formado gratuitamente en Cuba. Según Pew, el 30 por ciento de los cubanoamericanos mayores de 25 años son graduados universitarios, mientras solo el 20 por ciento de la población latina tiene esta condición. El ingreso promedio de los cubanoamericanos (35 mil USD) es también superior a la media de los latinos (30 mil USD) y el indicador de pobreza es inferior (14 por ciento), en comparación con un 18 por ciento de la población latina. Son dueños de sus casas el 56 por ciento de los cubanoamericanos y solo el 51 por ciento de los latinos.

La población latina ha crecido en territorio estadounidense, de 32 a 62 millones, indica Pew Research Center, institución especializada en investigaciones demográficas en Estados Unidos. Para salvadoreños y dominicanos, llegó a triplicarse y cuadriplicarse para nacidos en Guatemala y Honduras. Ninguno de ellos tiene los privilegios ofrecidos a los inmigrantes cubanos.

Diálogo

Desde que James Earl Carter Jr. (Partido Demócrata) trigésimo noveno presidente de los Estados Unidos (1977-1981) llegó a la Casa Blanca, la extrema derecha de origen cubano se manifestó en contra, tanto del proceso de normalización de las relaciones entre ambos gobiernos, como entre el Gobierno cubano y su emigración. En función de ello, arreciaron las manifestaciones de violencia y la campaña propagandística, con un único objetivo: frustrar el proceso el diálogo y el mejoramiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.

Según la agencia federal de investigación e inteligencia, FBI, la red terrorista más peligrosa de las que operaban en territorio estadounidense durante la administración James Carter (1977-1981), estuvo formada por los grupos terroristas anticubanos, responsabilizados con el 68 % de las acciones desarrolladas en Estados Unidos. Igualmente sufrieron todo tipo de represalias y fueron víctimas de atentados y asesinatos, los defensores y participantes en el Diálogo con el Gobierno cubano de 1978. Un sector ultrarreaccionario y tenebroso, acabó con la vida del brigadista cubano Carlos Muñiz Varela, el 28 de abril de 1979.

Actualmente existen más de 160 asociaciones de cubanos residentes en el exterior en 79 países, que apoyan a Cuba en sus principales reclamos internacionales. Hasta inicios de 2022, habían restablecido su residencia en el territorio nacional, alrededor de 72.000 ciudadanos cubanos.

Al respecto, el director general de Asuntos Consulares y Atención a los Cubanos Residentes en el Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores, Ernesto Soberón Guzmán, agradeció las donaciones realizadas durante la etapa de la pandemia, por grupos de cubanos y amigos de la solidaridad desde 40 países de todos los continentes y afirmó que la mayor parte de los nacionales en el exterior, favorecen una relación constructiva con su país de origen y el mejoramiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, al tiempo que reconoce al bloqueo estadounidense como una política fallida.

Además, dijo Soberón, existe voluntad del Estado cubano de fortalecer la relación entre Cuba y sus nacionales en el exterior, diversificando los vínculos y su aporte a nuestra sociedad. “Basta revisar las medidas migratorias adoptadas durante estos últimos años por nuestro Gobierno, a partir del diálogo del ‘78, para darse cuenta de que han estado dirigidas a facilitar los viajes, en un sentido u otro, y a fortalecer la comunicación acorde con las condiciones y posibilidades de cada momento”.

Se recuerda aquel primer viaje a Cuba de la Brigada Antonio Maceo, a finales de 1977. Estaba constituida por jóvenes, que siendo niños fueron llevados por sus padres a la emigración, en el marco de la operación Peter Pan (1960-1962), una macabra maniobra coordinada entre el Gobierno de los Estados Unidos y la CIA. Autoridades eclesiales de Miami, declararon que -entre el 26 de diciembre de 1960 en que salió el primer grupo y el 22 de octubre de 1962 que llegó el último a Miami- fueron sacados de Cuba a través de la Operación Peter Pan, un total de 14.048 niños sin acompañantes.

Algunos regresaron a Cuba por invitación y otros por voluntad propia, lo que tuvo un impacto político en Cuba y en los Estados Unidos. De hecho, marcó el inicio de una etapa en las relaciones entre los emigrados y la sociedad cubana,  cuyo colofón fue la visita de los 55 jóvenes integrantes de la Brigada y su encuentro con Fidel Castro.

El primer diálogo tuvo lugar en La Habana, en los días 20 y 21 de noviembre de 1978, con 75 miembros de la comunidad cubana en los Estados Unidos. En este encuentro iniciático, Cuba mostró su disposición a debatir con la comunidad cubana en el exterior sobre la cuestión de los presos, la cuestión de la reunificación y la cuestión del derecho de viajar a Cuba.

“La primera reacción del Gobierno norteamericano fue una declaración pública acogiendo positivamente el diálogo, aunque cautelosa y moderada en su tono. Privadamente los funcionarios de la Administración se dedicaron a tratar de obtener información a fin de precisar los objetivos que perseguía el Gobierno cubano. El presidente Carter hizo una declaración en la que definió la actitud norteamericana de no entender Diálogo, como un gesto cubano hacia los Estados Unidos y por ende expresó que no era necesario reciprocar la acción cubana. El tono de las declaraciones de Carter evidenció un frío y obligado reconocimiento”, apuntó Elier Ramírez Cañedo, miembro concurrente de la Academia de la Historia de Cuba.

Entre los primeros sectores que emigraron al comienzo de la Revolución cubana, estaban los comprometidos con la dictadura batistiana, la burguesía que tenía negocios o habían estudiado y vivido en Estados Unidos. Jesús Arboleya Cervera, doctor en Ciencias Históricas y especialista en las relaciones Cuba-EEUU, precisa que en enero de 1959, se calculaban unos 100.000 cubanos en Miami. “La inmensa mayoría de esas personas regresan a Cuba en los primeros meses del triunfo y se quedaría allá una migración de unos 20 o 30 000 cubanos”.

No obstante, EE.UU. siempre fue el destino natural de los migrantes cubanos, describe Arboleya. “La afluencia de cubanos a los EE.UU. se remonta al siglo XIX y, de hecho, tiene un peso considerable en la migración latina hacia ese país, por ejemplo en Nueva York. En realidad todo el siglo XIX y hasta los años 80 del siglo XX, después del mexicano, el componente migratorio más importante en EE.UU. era el cubano”.

El experto considera que “también hay un componente político en la migración cubana antes del triunfo de la Revolución, que fueron los llamados exiliados, revolucionarios que huían o políticos que caían en desgracia con el régimen y debían refugiarse en EE.UU. “Es decir, la migración cubana hacia EE.UU. no comenzó con el triunfo de la Revolución en 1959, sino que ya estaba, y tiene la misma composición que va a tener después, desde el punto de vista social. Los primeros que emigran son los sectores más privilegiados de la sociedad neocolonial cubana pre-revolucionaria, una gran parte de la clase media, etc.”.

Según Arboleya, “lo que sí cambia es el volumen, que aumenta considerablemente, y la connotación política del acto de emigrar”. Además, “EE.UU. puso una gran cantidad de dinero en función de esa emigración, porque esa emigración va a cumplir tres objetivos básicos: drenar al país del capital que le hacía falta para el desarrollo, una medida esencialmente económica; utilizar a la migración como base social operativa de la contrarrevolución, y desprestigiar al sistema político cubano afirmando que de ‘Cuba la gente huye, escapa”.

“Esta idea va a estar presente a todo lo largo del fenómeno migratorio cubano desde 1959 hasta nuestros días. Es lo que explica los extraordinarios beneficios que han recibido esos migrantes en comparación con cualquier otro grupo de migrantes en cualquier momento de la historia de los EE.UU.”, opinó Arboleya.

Sobre cómo evoluciona el fenómeno de la migración en el proceso revolucionario, el investigador explicó que la primera migración tenía un contenido clasista muy fuerte. “Eran personas que provenían de los sectores más privilegiados del país, la burguesía nacional y la clase media alta, y profesionales. Su posición respecto a la Revolución era muy clara, y para muchos eran considerados enemigos”.

El historiador describe que fueron años duros, porque el conflicto entre emigrados y la sociedad revolucionaria se daba incluso a nivel familiar. “Esa política era durísima. En realidad a esos emigrados se les llevaban muy recio, perdían el trabajo, las propiedades, pero la mayor parte de la sociedad cubana apoyó esa medida, porque se identificaba al emigrante con el enemigo y no se podía tener otro tipo de actitud. Mi generación lo aceptó, lo veíamos así”. No obstante, dijo, “esa política empieza a cambiar en 1978, cuando Fidel convoca al diálogo con figuras representativas de la sociedad cubana emigrante y empieza una política de aceptación y diálogo”.

Acuerdos

Al cumplirse 40 años de estos acuerdos, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba los recordó así. “Aunque había tres puntos fundamentales planteados como agenda del diálogo, las propuestas realizadas por diversos representativos de la comunidad fueron mucho más lejos, entre ellas: posibilidad de crear un organismo Estatal o alguna institución en Cuba para atender los asuntos de la comunidad”.

También consignaron la “revisión del problema del artículo 32 de la Constitución, sobre el no reconocimiento de la doble ciudadanía; derecho a la repatriación; promoción de viajes a Cuba de jóvenes de la comunidad para el intercambio educacional, cultural, deportivo y científico; posibilidad de participar en las elecciones y otros procesos políticos importantes del país; derecho al voto, elegir y ser elegido; derecho a participar de alguna manera en las organizaciones políticas y de masas; derecho a la posesión del carné de identidad; considerar la posibilidad de una publicación dirigida a la comunidad en el exterior; viabilizar la contribución de técnicos, científicos, profesionales y obreros calificados residentes en el exterior, al desarrollo económico de Cuba, entre muchas otras propuestas audaces para aquel contexto histórico”.

Otro acuerdo rubricado y dirigido a contribuir a la reunificación familiar, “planteaba que Cuba autoriza la salida permanente hacia Estados Unidos u otras naciones por razones humanitarias justificadas, de aquellas personas que tenían un vínculo familiar directo con ciudadanos o personas de origen cubano residentes en dichos países. Además, el Gobierno de Cuba señaló que, a partir del mes de enero de 1979, permitiría las visitas a la Isla de cubanos residentes en el exterior, aunque podían quedar excluidos de dichas prerrogativas determinadas personas por sus antecedentes y conducta”.

Como resultado de las conversaciones, ambas partes acordaron la liberación de los 3.000 sancionados a prisión por delitos contra la seguridad del Estado Cubano y 600 más que habían violado las leyes de emigración. También la liberación de todas las mujeres sancionadas sin excepción. Asimismo, la parte cubana expresó que se autoriza la salida del país -junto a sus familiares más cercanos- de los sancionados por delitos contra la seguridad del Estado que ya habían cumplido sus sanciones.

Al concluir el encuentro del día 21 de noviembre, expresó Fidel: “Siempre he partido del criterio de que estas banderas que estamos discutiendo aquí, son banderas muy buenas y son banderas invencibles. (…) No hicimos esto para escribir una página en la historia, pero tal vez sin pensar la estamos escribiendo”.

Los nuevos tiempos

El Director Centro de Estudios Demográficos (Cedem), Antonio Aja Díaz argumenta que la participación política de los emigrados en Cuba, solo puede ocurrir desde la política, la comunicación y la educación. Educar -refiere- significa dejar de hablar de la migración en otras partes del mundo, como si en Cuba no pasara nada parecido; para que todos los hijos y nietos de cubanos, aquí y afuera, comprendan ese proceso, puedan participar y transformarlo.

Justamente Rafael Hernández, politólogo y Director de la revista Temas, en su artículo “Nación, emigración y más allá”, cita con énfasis al especialista Aja: “para hacerlo se requiere entender cómo la intransigencia se reproduce en las nuevas generaciones, no solo del lado de allá, sino también aquí (Cuba). Particularmente, en torno a la cuestión migratoria, y también entre personas más jóvenes, incluso con acceso a toma de decisiones y debates a niveles superiores. Esta resistencia se manifiesta a pesar de que los cambios en la relación con los emigrados están dictados por la propia Constitución, que no hace diferencias entre ciudadanos según dónde residan”.

El propósito es trabajar para que -estratégicamente- todos los cubanos seamos iguales, refiere. “Lo que hagamos respecto a la emigración tiene que ser el resultado de los propios procesos de transformación dentro del país. No puede autorizarse ahora a un cubano emigrado que invierta en las empresas mixtas cubanas, cuando los cubanos de aquí no estamos autorizados a hacerlo”.

Para caracterizar la participación de los emigrados, no puede obviarse que la mayoría está en EE. UU., y que 62 % se concentra en el estado de la Florida. De modo que una política menos hostil desde los Estados Unidos, favorecerá las relaciones con los cubanos en el exterior.

Giro

La política migratoria cubana dio un giro radical en la última década. Los cubanos que emigran, pueden retornar y naturalmente volver a salir, no pierden sus derechos como ciudadanos, residencia, propiedades, acceso a servicios sociales.

El 1 de julio de 2023, entraron en vigor medidas muy esperadas por los cubanos, como la reducción del arancel consular asociado a la solicitud de pasaporte. También la eliminación de la prórroga de ese documento y la extensión de la validez de los pasaportes ordinarios cubanos de seis a 10 años. Asimismo, los cambios aduanales facilitan los envíos e importación de medicinas y alimentos.

Se trata de facilitar una mayor participación de los cubanos residentes en 130 países, quienes presentan proyectos de cooperación, negocios e inversiones. Fueron 371 cubanos residentes en 56 países, quienes asistieron a las sesiones de la IV Conferencia Nación y Emigración en La Habana. Un 45 % de los participantes en el evento, tiene doble residencia, en el extranjero y en Cuba.

El DrC. José Ramón Cabañas Rodríguez, funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, con 37 años de experiencia en el servicio diplomático, analizó que “las dinámicas de los lugares de destino de los emigrados, son cada vez más diversas. Es además un diálogo con vida propia, por mucho que se desee interrumpir o condicionar desde Washington. Como nunca antes, se adquiere una conciencia de que la emigración es un tema de la historia cubana reciente, que se debe estudiar, investigar, documentar, como única alternativa para poder trasladar las enseñanzas a jóvenes generaciones, que ya comienzan a ser el actor principal del proceso”.

“Estamos en un proceso de análisis de otros proyectos de leyes relacionados con el tema migratorio y con los cubanos, como son una Ley de migración, una Ley de extranjería, una Ley de ciudadanía”, de las que debe ocuparse la actual legislatura, refirió Ernesto Soberón, a cargo de la DACCRE, la dirección que se ocupa de los residentes en el exterior en el Ministerio de relaciones Exteriores de Cuba.

En este sentido se intercambiaron ideas con los cubanos asistentes a la Conferencia. Cuando el proceso legislativo avance, se podrán “someter a debate textos de esta naturaleza con los cubanos en el exterior”-dijo- como se hizo antes con la Constitución y el Código de las Familias.

En materia de negocios, “hemos pasado de una política restrictiva, digamos, a una más igualitaria. Llegaremos a una en la que haya incentivos particulares para los cubanos en el exterior. Eso también pasa por la institucionalización”. Sin embargo, “en la actual visión, el capital es el que se considera extranjero, no la persona. Lo que tiene que tener es una empresa en el exterior con un capital en el exterior, sea cubano o sea extranjero, y podrá invertir y hacer negocios en Cuba”, precisó.

Finalmente añadió Ernesto Soberón: “El diálogo puede ser permanente y a través de diferentes vías. A través de encuentros en países, de encuentros regionales, que ya se vienen haciendo. A través de la participación de cubanos en eventos en Cuba”.

Previo a la IV Conferencia La Nación y la Emigración, el Ministerio de Cultura convocó al Festival de Cultura “Cuba va conmigo” y el gobierno, al foro de negocios para residentes en el exterior. A pesar de los pesares, “sin embargo, se mueve”.

Para el historiador cubano Fernando Ortiz: “No basta para la cubanidad tener en Cuba la cuna, la nación y la vida; aún falta tener la conciencia. Pienso que para nosotros los cubanos nos habría de convenir la distinción de la cubanidad, condición genérica de ser cubano, y la de cubanía, cubanidad plena, sentida, consciente y deseada; cubanidad responsable, cubanidad con las tres virtudes: de fe, esperanza y amor”.

Tomado de Telesur

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