La devoción por el genocida agresor en el Congreso estadounidense
Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
“Creemos que la Biblia enseña muy claramente que debemos apoyar a Israel, por eso reafirmamos el apoyo inquebrantable del Congreso estadounidense al país judío”.
Mike Johnson
(Presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos)
Las prioridades han cambiado el flamante Presidente del legislativo estadounidense lo ha afirmado: “Las necesidades de Israel, son más urgentes que las de Ucrania”, así lo ratificó al renovar el compromiso de Washington ante la Cumbre de la Coalición Judía Republicana, celebrada en Las Vegas, encuentro de claro tinte electoral. Dijo además, “lo que sucede en Israel, requiere de una prioridad máxima, quiero que todo el mundo conozca nuestra postura”. Su carácter incendiario lo definió: “El fuego solo cesara cuando Hamás, cese de ser una amenaza para Israel” y de inmediato su primer lance legislativo fue promover una moción de respaldo al país agresor, que emplea hace más de dos meses todo su poderío militar desproporcionado con saña y odio. Evocó además las amenazas de Benjamín Netanyahu, de que se trata de una batalla “del bien contra el mal y de la luz contra la oscuridad”. Los niños palestinos asesinados son el mal oscuro a eliminar.
Hay otra realidad referente al cuestionado “lobby’ judío” en Estados Unidos, la realidad es que ni los judíos estadounidenses son ciegos seguidores de Benjamín Netanyahu, ni a este le faltan otros aliados en Washington que no son judíos
Los judíos estadounidenses son poco más del 2% de la población del país norteño, pero se les achaca una desmesurada habilidad casi milagrosa para poner a su país del lado de Israel. Cada vez que Israel incrementa sus castigos, aumenta su colonización, veja a los palestinos indefensos, algún analista distingue su riqueza y su supuesta influencia en los medios de comunicación para citar “el tremendo poder del lobby judío en la política norteamericana”. La teoría, sin embargo, tiene un problema fundamental: ni los judíos estadounidenses son ciegos seguidores del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, ni a este le faltan otros aliados en Washington que no son judíos. Sus intereses orientan a uno u otro grupo.
Si se observan encuestas imparciales, se verá que las opiniones de los judíos estadounidenses son más diversas y más críticas de lo que habitualmente se cree: un 60% piensa que debe haber un Estado palestino, un 25% cree que Israel está practicando el apartheid y el 22% habla directamente de genocidio, según el Jewish Electoral Institute. Menos de un 20% está a favor de un “Gran Israel” que se extienda a todos los territorios palestinos y apenas uno de cada tres cree que el Gobierno de Netanyahu está haciendo “un esfuerzo sincero” por alcanzar la paz. Si alguna persigue el genocida, es la de los sepulcros.
Las posturas más críticas son particularmente comunes entre los judíos estadounidenses más jóvenes, pero los que quieren marcar distancias son ya mayoría en algunos aspectos clave: apenas un 25% se opone a que Estados Unidos limite su ayuda a Israel en función de que no se pueda emplear para construir nuevos asentamientos en territorio palestino. Que ha sido su política pública de desplazar y colonizar.
Esto no quiere decir que a los judíos estadounidenses no les importe el destino de Israel: más del 60% se sienten “vinculados emocionalmente” al país, pero no necesariamente a las medidas del Ejecutivo de Netanyahu o de cualquier otro. Casi el 70% se considera no alineado, es decir alguien puede ser “pro-Israel” y al mismo tiempo criticar las políticas de su Gobierno.
La idea de que los votantes judíos estadounidenses están obsesionados con Israel es otro argumento tan extendido como falso: es una de las principales preocupaciones y ambos partidos predominantes hacen esfuerzos por acaparar la mayor cantidad de votos y respaldo económico, de apenas el 4% de estos votantes, en comparación por ejemplo con el 32% que cree que el calentamiento global es uno de los grandes problemas o el 24% que opina lo mismo sobre economía y el desempleo.
Nadie ha entendido esto peor que Donald J. Trump, quien hizo concesiones fundamentales a Netanyahu como el reconocimiento de la soberanía israelí de Jerusalén, llegó a decir que los judíos estadounidenses que votaban a los demócratas eran por tanto “ignorantes desleales al pueblo judío”. Fue la manipulación, que quiso dar el ex presidente y actual aspirante. Una verdad deslumbró a los teóricos: Joseph Robinette Biden Jr. logró en 2020 más del 70% del voto judío y la intención de votos ahora lo favorece hacía una postulación del octogenario y achacoso mandatario.
Parte de los real maravilloso es que Donald J. Trump, no ha podido explicar cómo sus regalos a Israel y sus castigos a los palestinos no le convirtieron en paladín popular entre los judíos estadounidenses, pero el 70% de ellos mantienen una opinión desfavorable del ex mandatario y una mayoría apoya el desmantelamiento de algunas de sus decisiones en la zona de conflicto. Por ejemplo, cuando Biden decidió descongelar las ayudas humanitarias a Palestina bloqueadas por Trump, solo el 28% se expresó en contra de la medida.
Como electorado, los judíos estadounidenses son un grupo fundamentalmente demócrata y progresista, que además tiene una visión crítica de la ultraderecha estadounidense. Preguntados por la intolerancia dentro de Estados Unidos, un 60% de los judíos se expresó más alarmado por el antisemitismo de derechas, que por el de izquierdas, mientras solo un 20% opinaba al revés.
Todo esto no quiere decir que Israel y sus políticas actuales no tengan influyentes defensores en Washington. El Comité Americano-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC) es una de las 50 organizaciones, que más gasta en donaciones políticas y tiene un éxito excepcional a la hora de ayudar a los candidatos que apoya a ser elegidos.
El Gobernador floridano Ron DeSantis, actúa como serpiente encantada tras la seducción del voto judío y su conversión en republicano. Las cifras aseguran que dona más dinero a candidatos del Partido Demócrata, pero esto es en parte porque su prioridad, que consiste en invertir en candidatos centristas durante las primarias del partido para impedir la llegada de otros más a la izquierda y más críticos con Israel.
AIPAC tiene vínculos tan fuertes con la derecha en Israel que el diario Haaretz ha llegado a decir que es “un lobby pro-Netanyahu y anti-Israel”. Sin embargo, el mejor aliado del actual Gobierno israelí en Estados Unidos no está en AIPAC ni entre los judíos estadounidenses, sino en otra parte del electorado: el grupo religiosos que más apoya sus políticas son los votantes blancos evangélicos. Si apenas el 30% de los judíos estadounidenses cree que Dios entregó el territorio de Israel a los judíos, un 70% de los evangélicos opina eso, como el caso del bautista Mike Johnson, que lleva las riendas de los Representantes en la Cámara.
Hay quien ve en esto un caso de oportunismo, ya que algunas interpretaciones, entre muchas, del Antiguo Testamento entre los evangélicos dicen que el segundo advenimiento de Jesús no podrá llegar hasta que Israel no haya vencido. Lo que no cuenta tanto es que en ese momento, según esas profecías del fin del mundo, el 90% de los israelíes perecería en el intento.
Incluso si es un matrimonio de conveniencia, la alianza de la derecha religiosa de Israel y Estados Unidos, sigue siendo fuerte, aunque en el país en general y en la comunidad judía estadounidense los postulados muy particulares de Netanyahu sean cada vez más impopulares.
El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, de Los Ángeles, habla durante una conferencia de prensa en el Capitolio de Washington, tras ser elegido como presidente de la Cámara de Representantes, el legislador Mike Johnson ha sido profesor universitario, experto en medios conservadores y es fuerte partidario del ex presidente Donald Trump, así como devoto de Israel.
A lo largo de su carrera en el Congreso, Johnson, quien se desempeñó como vicepresidente de la Conferencia Republicana de la Cámara de Representantes y vicepresidente de su partido, se ha hecho un nombre como uno de los más leales partidarios de Trump.
En el período previo al 6 de enero de 2021, el día en que el Capitolio fue asaltado por una turba armada de negacionistas electorales, Johnson alimentó teorías de conspiración infundadas que alegaban una elección amañada.
El laqueado Trump respaldó a Johnson como orador en una publicación reciente en X, escribiendo: “En 2024, tendremos una ganancia aún mayor y más importante! Mi fuerte sugerencia es elegir al candidato principal, Mike Johnson, “¡Y hacerlo rápido!”. Johnson anunció su candidatura en una publicación en X cuando dijo que no había considerado postularse hasta que varios colegas lo alentaron a hacerlo. Así está la devoción por los genocidas israelitas en la Cámara.
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.
Foto de portada: AFP.