La infancia palestina, víctima de la barbarie sionista
Por José Luis Méndez Méndez/ Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano
A la memoria de Baba Ismail y sus 150 familiares exterminados por la bestialidad genocida
Desde hace décadas la_ infancia palestina evoca al Holocausto. Gaza ha sido un enorme gueto, una ciudad martirizada, sitiada, amurallada, que sobrevivía, en un régimen carcelario que se agravaba cada vez que Israel, bajo el argumento de su autodefensa, iniciaba un proceso de destrucción masiva de la ya deteriorada infraestructura urbana palestina, como lo hace ahora con su accionar de tierra arrasada, ejecuta el más limpio delito internacional de domicidio, por medio de la generalizada y sistemática destrucción de viviendas, incluso las habitadas como ocurrió hace apenas unas horas contra la familia Ismail.
Destruir las viviendas en este castigo tiene un fin deliberado, en segundos desaparecen y con ello la culminación de los esfuerzos de toda una vida, el orgullo de familias enteras se esfumaba y quedaba convertida en escombros la memoria histórica familiar, los recuerdos, los ahorros, las evocaciones de pertenecer a la tierra que los vio nacer, de sus ancestros, de los que ya no están. Provoca traumas sociales y deja huellas indelebles en los desplazados, arrojados a campamentos improvisados y precarios, privados del elemental derecho humano a la vivienda. Escuelas y hospitales, edificios públicos y calles, la red eléctrica y las cañerías son destruidas intencionalmente por las bombas israelíes.
Los ataques dejan a cielo abierto los desagües y vertederos, acabando con el agua potable, siempre escasa en esos hacinamientos. Se suma la limpieza étnica por medio del genocidio, sus consecuencias seguirán cuando terminen las bombas, porque las persecuciones de hoy traerán las bombas de mañana, que traerán otras persecuciones, y la sangre renueva el terror, que hará verter más sangre.
Algún día los tanques israelíes se retirarán, preparando un nuevo ataque. Pero en Palestina seguirán muriendo niños, son las principales víctimas de todo conflicto armado. Parte de una generación de infantes palestinos han desaparecido después del 7 de octubre, legado de la barbarie irracional y desmedida del castigo israelí.
Son ellos quienes pagan las consecuencias más dolorosas de genocidios producidos por un odio que deja herencia de dolor y desconsuelo. Las guerras no las hacen los niños, nunca las hicieron, pero será sobre ellos que se descargarán la muerte y la destrucción. Siempre ha sido así, como hoy en Palestina. La muerte de cualquier niño genera un daño irreparable a la humanidad.
Cuando la infancia muere en los enfrentamientos de partes asimétricas como esta, de un lado el poderoso Estado hebreo, apoyado por Estados Unidos, tanto en lo militar como en lo político, que lo cobija y lo deja actuar con total impunidad en presencia de una comunidad internacional sometida e inerte por el temor al terror judío, bajo la prepotencia de las armas y por otro lado una nación desarmada como para poder defender su esencial derecho a la vida, debilitada por el hambre, las enfermedades o el abandono, entonces para vergüenza de toda la humanidad, también se muere con ella, de manera irremediable, irreversible e inimaginable.
Mueren los niños en las agresiones y, aunque no escuchemos sus llantos, también mueren sus padres con ellos, aunque sobrevivan, el odio se agiganta y la necesidad de hacer justicia por sus muertes pasa de generación en generación de ahí la necesidad israelí del exterminio sistemático y deliberado.
Palestina derrama la sangre de cientos de sus niños asesinados por el rencor israelí, en cada una de las acciones y operaciones de exterminio llevadas a cabo en la ya escuálida Franja Gaza.. Desde el inicio de la nueva escalada punitiva sionista 5, 300 niños han sido masacrados allí, según cifras de UNICEF y muchos más morirán. Los matarán desde los tanques, desde modernos aviones no tripulados, drones, los cazaran casa por casa en la ocupación terrestre.
Los matarán en sus escuelas, mientras juegan, en los hospitales, acurrucados debajo de sus camas, abrazados a sus padres o a sus hermanos. Algunos morirán tratando de proteger sus rústicos juguetes, y sus muñecas las niñas
A los niños y a las niñas palestinas los matarán antes de que penen de miedo o de tristeza. Los matarán antes de que se den cuenta que sus vidas, son sagradas y milagrosas para las dos religiones que justificarán o llorarán su muerte. Los matará uno de los ejércitos más poderosos del mundo, como lo hizo con todos los protegidos por Baba Ismail, asesinado a sus 88 años, antes de lograr el añorado encuentro con sus cuatro hijos, separados por la diáspora histórica impuesta al heroico pueblo palestino.
20 de diciembre de 2023
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.
Foto de portada: Mohammed Dahman / AP