Internacionales

Los odiadores habituales se internacionalizan (II)

Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Uno de los últimos actos de gobierno del presidente de Nicaragua Enrique Bolaños Geyer fue otorgarle, en enero de 2006, al peruano-español Mario Vargas Llosa la Orden “Rubén Darío” en el Grado de Gran Cruz, por sus creídos méritos como defensor de la causa de la democracia en el mundo y, sobre todo en América Latina”. Un año antes, el galardonado, había recorrido zonas ocupadas por Israel y campamentos donde se hacinaban cientos de miles de palestinos carentes de los más elementales derechos humanos, de este periplo escribió un libro “equilibrado” sobre lo que vio.

Su ataque contra Cuba, Nicaragua y Venezuela, se ha tornado más  ponzoñoso en la actualidad, pero ya desde el año 2008, cuando recibió el llamado “Premio Fundación Henrique Otero Vizcarrondo”, otorgado por el diario El Nacional (Caracas, Venezuela) por su artículo “Socialismo del Siglo XXI”, publicado un año antes, considerado como el mejor artículo de opinión. Este medio venezolano ha sido vocero de la oposición, apoyó el golpe de Estado de 2002 y es un incisivo crítico de la gestión del Presidente Nicolás Maduro.

Ha asustado con sus anunciós: “Venezuela podría convertirse en la segunda Cuba de América Latina”. “Cuba y Venezuela son “desviaciones” del ideal occidental”, “Son dictaduras mesiánicas y populismos catastróficos”, y su conclusión más delirante: “Ni el socialismo ni el comunismo son la solución para los problemas de igualdad y prosperidad que necesitan los países de América Latina”. Sería pertinente preguntarle al encumbrado escritor y protervo político, que ha puesto su competencia al servicio de las peores causas, abjurando de su breve pasado progresista. ¿El capitalismo si lo es?

La cuarta edad en Vargas, a sus 88 años, ha dejado huellas indisolubles. A la larga lista de sus devaneos, se suman artículos de opinión críticos sobre temas que no domina, que ya marcan un antes y un después de su otrora y ahora mellado talento.

En la Isla, están los “politólogos” locales, aupados por medios definidamente sesgados al neo liberalismo más caustico, como el Clarín de Argentina, que malgastó más de una página en describir la anti historia del malogrado Manuel Cuesta Morúa, vividor cubano de la pigmentación de su piel, el cual “vende” como tema difamador contra el “régimen” del archipiélago.

En Cuba los prejuicios raciales se han amurallado en la mente de un segmento de la población, secuela de décadas previas al triunfo revolucionario y que todavía lastran el permanente esfuerzo de más de seis décadas de erradicación de ese fenómeno promovido por el Gobierno cubano, que no solo lo rebate sino que además condena todo tipo de discriminación por cuestión de raza. No existe ninguna letra jurídica que pueda despertar suspicacia racial en la Isla, tampoco política pública que lo promueva.

Resuelta la voluntad política oficial, el denuedo se centra en la tara cultural, que no nació con la Revolución, viene de cuando el país estaba sumergido en una oprobiosa dictadura y mucho más atrás, desde la propia iniciación de la llamada República y si aplicamos el rigor histórico desde el mismo origen, cuando el 10 de octubre de 1868, el Prócer Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, dio la libertad a sus esclavos, desde entonces y hasta ahora se libra una enconada lucha por desarraigar el racismo y la discriminación, cualquiera que sea su origen y manifestación, para ello se aprobó e instrumenta con el apoyo de toda la sociedad un Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial, aprobado en noviembre de 2019, para la erradicación gradual y definitiva de ese fenómeno en Cuba. Esta voluntad política expresada de manera oficial, por sí misma no resuelve esa aspiración, es por medio de la persuasión, educación de las presentes y futuras generaciones, en cuyo esfuerzo la familia cumple un decidido protagonismo, junto a la formación escolar a todos los niveles, por ello el Ministerio de Cultura cubano desarrolla decenas de iniciativas y emprendimientos, con un enfoque integral de manera transversal en todo el país, que vincula y atrae a toda la sociedad. Es la realidad en desarrollo con un horizonte definido y deseado, no exento de dificultades y limitaciones a vencer.

Para quienes aman y construyen, esa es la visión y misión que tienen, pero aquellos, que han concebido tener como medio de vida y sustento el pretexto racial, para victimizarse y aparentar sufrimientos, la práctica es difamar, confundir, ocultar los esfuerzos y tener una alternativa de lucro promisoria, que coincide con los planes de sucesivas administraciones estadounidenses y sus agencias encargadas de implementar las políticas públicas del Ejecutivo, para destruir el sistema político cubano.

Una de sus líneas subversivas es trabajar con sectores de la sociedad cubana, que han aislado y calificado como susceptibles a asimilar su influencia, entre estos están los grupos raciales en apariencias discriminados. Es decir, se apropian del discurso emancipador y antidiscriminatorio del Gobierno cubano, para diseñar una narrativa corrosiva y caustica ajena al interés nacional de origen martiano, de todos y para el bien de todos.

Uno de los aprovechados habituales, es el promocionado Manuel Cuesta Morúa, a quien el color de su piel, no lo privó del disfrute del derecho universal vigente en Cuba desde 1959, de recibir la educación gratuita y alcanzar el nivel, que le permita su inteligencia, dedicación y entrega.

El citado, estudió Historia en la Universidad de La Habana, su prolífera obra se reduce a un texto publicado en 2015, por una entidad que ataca al sistema político cubano, radicada en Argentina y cuyo título, Ensayos progresistas desde Cuba, sugiere una inclinación temática hacia la política y con poca presencia de la historia. En esencia es un breve popurrí de inconexos textos concebidos entre 1997 y 2014.

Su práctica precaria como historiador se materializa en labores de guía de turismo, maestro de enseñanza media, desde su graduación en 1986, hasta que en 1991, encuentra su hábitat natural en de la contrarrevolución  organizada dentro del país, se inserta en ella como pez en el agua y se percata, que se puede vivir de ese generoso y próspero emporio, desde entonces, ha prosperado y se ha convertido en un experimentado sablista en ese medio, aprendió a encontrar diversas carpas políticas, que cambió cuando los dividendos no le eran loables. Desfiló por la llamada Corriente Socialista Democrática Cubana, sigue explorando ese mundo sórdido en busca de mejoras y en 1993 comienza en la titulada Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, cuyo “líder” Elizardo Sánchez Santa Cruz Pacheco, decepcionó a todos sus prosélitos al reconocer haber colaborado de forma voluntaria y no solicitada con las autoridades cubana, que decía combatir, recibido reconocimientos por su efectiva colaboración, lo cual permitió que se conocieran y frustraran los planes e intenciones de Estados Unidos, durante años.

El incorporado llega, cuando el citado estaba en prisión hasta que liberado de manera condicional el 28 de diciembre de 1992 y de repente Cuesta Morúa aparece en el horizonte de su organización.

Una década después, como símil de la saga televisiva cubana de En silencio ha tenido que ser, reaparece con el sugestivo nombre del agente Juana, quien admitió “haber tenido encuentros frecuentes con la policía política, pero nunca haber dado información sobre terceros”. Esta cantinflesca definición de sí, sí, pero no, causó estupor y repulsa en sus feligreses, que se apartaron ante la duda.

El habilidoso, Cuesta Morúa, siguió infiltrando el denso y diverso tejido de la contrarrevolución interna, conoce por experiencia teórica y práctica, que detrás de los pomposos y largos títulos de las organizaciones no son más que agrupaciones integradas por familiares y amigos, del tipo “sofá”, sin estructuras ni membresía, que es abultada en los informes que se envían a sus matrices en Estados Unidos, para justificar gastos y pedir aumento del soporte económico.

Logró en el año 1996, ser electo Secretario General de la Corriente Socialista Democrática. Funda, su nombre ya silba en 1998, junto a otras sindicadas organizaciones políticas, cívicas y sociales, la llamada Mesa de Reflexión de la Oposición Moderada, que fue disuelta en 2003, y de la que surge un programa llamado Plataforma Común. El incluir el término moderada, encendió las alarmas de los seguidores, que olfatearon la presencia de probables colaboradores con el “régimen” y sus ojos se situaron hacia el referido Cuesta Morúa, quien por aparentes coincidencias cuando se sumaba a una nueva formación, aparecían las discrepancias, que terminaban en su disolución. Entre 1993 y 2003, una década, había desfilado por seis concertaciones y estás, después de su  salida, se desintegraban sin retorno, demasiado contrarrevolucionario para ser real.

Así, con ese estilo desintegrador, en 2002 funda el Arco Progresista, organización que actualmente preside, que reúne a organizaciones de naturaleza socialdemócrata, hasta entonces dispersas, de dentro y fuera de Cuba. Trabajó en la amasada lista de 35 000 firmas para la elaboración de una titulada Carta de Derechos y Deberes de los Cubanos en 2003.Entonces el 0.31 % de la población general de Cuba estimada, según el sitio Datosmacros, en 11, 199, 217 habitantes, se interesó en esa convocatoria.

También coordinó la Plataforma Nuevo País, una alternativa plural basada en el ciudadano que busca refundar el proyecto de nación y el modelo político cubano. Es un pulpo egocentrista, trata de acaparar y junto a otros acólitos, creó Consenso Constitucional y se identifica como miembro del anunciado Comité Ciudadanos por la Integración Racial y en Violencia Cero, ve un filón mediático y se escurre para disentir de la política oficial gubernamental cubana.

Se expande hacia lo internacional, que paga mejor,  se suma a los enemigos de la contrarrevolución venezolana, en su facción más radical, abraza la causa del instigador Leopoldo López, y la llamada Voluntad Popular de la injerencista plataforma regional Solidaridad Democrática Latinoamericana.

Provocador empedernido, en busca de todo lo que resulte lucro, a fines de enero de 2014 intentó organizar en La Habana el II Foro Alternativo a la Cumbre de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC). En diciembre de 2016 le facilitaron el Premio Ion Ratiu, otorgado por el Woodrow Wilson Center, contentivo de un generoso apoyo económico de la Ratiu Family Foundation, de Londres. El mimético vividor devenido ahora en doctor, sin poderse definir en qué ciencia del saber, fue nominado por el mencionado Centro para la Apertura y Desarrollo de América Latina, (CADAL) con sede en Buenos Aires, Argentina. Continuará…

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Foto de portada: Europa Press.

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