En la era Trump, el terrorismo es permitido en Estados Unidos (II)
Por José Luis Méndez Méndez / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
La administración republicana de Donald J. Trump esta desesperada, le quedan solo, apenas tres años y medio para derrocar a la Revolución cubana, para ese presidente no habrá después y él lo sabe, sus predecesores lo intentaron durante más de seis décadas y media y fracasaron en los sucesivos intentos. En su primer mandato se esforzó para aplicar un vasto programa de medidas coercitivas unilaterales contra la Isla, el tiempo no le alcanzó para estrangular y someter con penurias la voluntad insumisa de un pueblo decidido a resistir y vencer. Aplicó más de 243 medidas punitivas, que el demócrata Joseph Biden respetó y añadió de su cosecha, una semana antes de concluir su temblorosa administración sacó a Cuba de la inmoral lista de países que supuestamente patrocinan el terrorismo donde nunca ha debido estar y para total ridículo, antes, la había extraído de las naciones que no colaboran para enfrentar ese flagelo. Absurdo total: Cuba es terrorista, pero colabora para combatir ese mal, lo cual encubre la prevalencia de la voluntad política estadounidenses ante las realidades.
Han comenzado rápido y temprano en la aplicación de nuevas sanciones y el incremento de otras ya conocidas de pasadas administraciones, el menú de castigo se agota y el secretario de Estado, quien construyó su imaginaria identidad sobre datos falsos, que lo presentaban como víctima del comunismo cubano, este mediocre ardid se descubrió y apeló a un fabricado visceral odio hacia un país que nunca ha visitado ni conoce, solo repite lo que otros odiadores, como el, corean con deliberada intencionalidad dolosa.
Lamenta no ser un contrarrevolucionario ario, por sus venas corre la sangre de sus padres, emigrados económicos, que adversaron la dictadura batistiana e incluso contribuyeron con la causa de Fidel Castro, al comprar bonos del Movimiento 26 de Julio, organización que lideró la lucha en las montañas y alcanzó el poder que aún ejercen sus seguidores actuales. Es una sombra en su historial de funcionario de tránsito, que oculta con celo.
Pero al odio político y llamados a la anexión, se ha sumado una peligrosa corriente fascista, que ya asoma su oreja peluda. En el verano de 2021, Francis Suárez, otro odiador serial, alcalde de Miami, exigió la invasión militar a Cuba, con el pretexto de derrocar al sistema político cubano, según su opinión con brotes de crisis.
Ahora, el 27 de febrero se convocó en esa ciudad a una tertulia con la participación de terroristas. Criminales confesos, de origen cubano, cuyo aval se inhibía sin recato como garantía de la autoridad delincuencial de los oradores. El título concitaba la evocación de la llamada “Guerra por los Caminos del Mundo”, consigna que originó el incremento de los actos de terror de varias organizaciones fascistas de ese corte, en los años violentos de la década de los años setenta del siglo pasado contra intereses de Cuba y de 20 países más, en diversos confines del planeta. Actos imborrables de esa época de violencia política, fueron el secuestro y desaparición de diplomáticos cubanos, dos de ellos torturados hasta la muerte y echados en tanques de desechos y lanzados a un basurero; el asesinato de un diplomático cubano acreditado ante las ONU en Nueva York; la muerte a tiros de un líder comunitario en Nueva Jersey, ante su hijo de 12 años, cuando se dirigían a servicios religiosos en una iglesia y como colofón del terror el derribo en pleno vuelo de un avión civil cubano, con 73 personas a bordo, de ellos 57 cubanos, incluida una joven gestante.
La mayoría de estos crímenes se los adjudicó la banda terrorista Omega-7, integrada por fascistas de origen cubano, con nexos con sus émulos de Italia. Se creó el 11 de septiembre de 1974, en honor al primer aniversario del golpe fascista que se instauró en Chile, en igual fecha del año anterior. Uno de los panelistas anunciados fue Pedro Crispín Remón Rodríguez, terrorista de larga data, conocido como “el killer de la máscara”, por su habito de operar enmascarado cuando ejecuta sus misiones de exterminio. Asesinó a Félix García Rodríguez el 11 de septiembre de 1980, en la ciudad de Nueva York, un año antes a Eulalio José Negrín Santos, emigrado cubano, líder comunitario, en Nueva Jersey; se conjuró para asesinar a dos embajadores de Cuba ante la ONU y el titular de la Sección de Intereses de Cuba ante el gobierno estadounidense; colocó una decena de bombas y las hizo detonar en varias ciudades de Estados Unidos y en noviembre del año 2000, fue detenido como parte de un comando que intentó hacer explotar el Paraninfo de la Universidad de Panamá, para asesinar al Presidente de Cuba, asistente a la X Cumbre de Presidentes y Jefes de Estado y de Gobiernos de Iberoamérica.
Otros dos de los terroristas convocados fueron Virgilio Paz Romero y José Dionisio Suárez Esquivel, ambos fueron cedidos por el fascista Movimiento Nacionalista Cubano a la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), para insertarlos en los operativos del Plan Cóndor por varios países en 1974. Ambos aparecieron por más de diez años en la famosa lista de los más buscados del FBI, tras la participación de ambos en el asesinato del diplomático chileno y activista anti-fascista Orlando Letelier del Solar y de la joven estadounidense de 26 años Ronnie Moffitt, además de producir heridas y secuelas física su esposo Michael Moffitt, acto de terror realizado en la capital de Estados Unidos el 21 de septiembre de 1976. Antes Paz Romero, había participado en la llamada “caravana de la muerte”, que organizó la citada DINA, para eliminar a sus adversarios políticos en el marco de la Operación Teseo, la parte más letal de la mencionada Operación Cóndor. Según relató Michael Vernos Townley, estadounidense agente de la agencia chilena y acogido al programa de protección de testigos, como resultado de un arreglo de información por impunidad con la Fiscalía de Estados Unidos en el caso del homicidio del líder chileno, Paz Romero, participó con Inés Callejas Honores, esposa chilena de Townley y agente de la DINA, en el atentado en Roma, Italia el 6 de octubre de 1975 contra el senador demócrata cristiano chileno Bernardo Leighton y su esposa Ana Fresno, ambos recibieron disparos que les causaron heridas, con secuelas permanentes. La referida banda Movimiento Nacionalista Cubano, se adjudicó el atentado terrorista de conjunto con fascistas italianos.
En tiempos que se baten los tambores de la guerra contra Cuba, avivar las cenizas del terrorismo anticubano, en busca de renovadas llamas que incluyan en la agresión ese método no abandonado, es una alerta de amenaza a denunciar.
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.